Adrien miraba a su hermana modelar. Ya tenía 12 y él 13.
Había algo diferente en ella...¿O tal vez en él?
No había pasado mucho desde que el reconocido Gabriel Agreste la había adentrado en el mundo de la moda como una modelo de la sección infantil. Sus facciones inocentes y rasgos hermosos la hacían digna de las portadas de revista, y el flash de cámaras disparaban a ella como los pequeños golpes en la cara de las gotitas de una lluvia tormentosa, como las que a Marinette le gustaba observar.
Se veía tan bonita y radiante al caminar con esa mirada altiva y media sonrisa arrogante... Claro que todo eso debía atribuírselo a su padre y Félix, quienes se habían encargado de prepararla para ese momento.
La estaban cambiando.
Y Adrien temía a que de la Marinette de 9 años no quedara nada dentro de un corto lapso de tiempo. Porque Félix le inculcaba la frialdad y Gabriel Agreste que no mostrará el mínimo interés en los demás, y en lo que ambos se esforzaban: que olvidará a su mamá y a su papá.
Gabriel se había empeñado en hacerla olvidar.
Adrien no sabía si eso estaba bien...o estaba mal.
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El escenario estaba vacío y Adrien estaba sentado al pie de las escaleras.
Su cabeza hecha un lío no le permitía pensar. Sin contar con que el estar enojado no le ayudaba en nada.
¿Por qué de su enojo? Es que el hecho de tener que compartir a Marinette le ponía los pelos de punta.
Parecía un gatito enojado.
No perdía de vista a sus hermanos jugar entre las bancas. Félix y Marinette estaban jugando a quien sabe qué y no lo habían invitado.
—Tampoco quería jugar con ellos. Ya soy grande para juegos. — se mintió así mismo en un susurró.
Se sentía mal ¿Por qué las cosas habían cambiado tanto entre ellos? Ya no jugaban y cuando lo hacían era solamente para pelear.
Tomó aire y se levantó de las escaleras para caminar entre los pasillos.
Ya no era un secreto. Se había dado cuenta a golpes y ponchasos que quería demás a su hermana.
Ya no era el solo hecho de verla sonreír y volverse loco de felicidad.
Ahora el solo verla sonreír con Félix muy unida a él le provocaba una presión en el pecho y sentirse traicionado. Eran celos (Félix le dijo).
Ya no era sólo querer... Ahora quería a su hermana no precisamente para eso. Quería protegerla, consentirla, mimarla, abrazarla, besarla...amarla.
Y por supuesto, que todo aquello fuera mutuo. Porque muy dentro de él algo le decía que Marinette no lo quería de esa manera.
Y le daba miedo.
Miedo a no ser querido.
Jugaba muy en contra que después de haberla besado, a los diez de ella y once de él, no hablaban mucho y ella cuando lo veía salía huyendo como si le tuviese miedo. Mientras que sus charlas de pocas palabras ella no lo miraba a la cara y tartamudeaba nerviosa.
—Fue mi culpa. — dijo con la cabeza gacha y sus manos en los bolsillos. — Si tan solo no la hubiese besado...
Estaba siendo un hipócrita. Él no se arrepentía de nada. Sólo del no haberla besado una vez más.
Era un niño enamorado que soñaba despierto con casarse y tener muchos hijitos con los que jugaría después de darle piquitos como muestra de amor a su amada.
Era un niño.
Escuchó pasos detrás de él. —¡ADRIEN!
El rubio sintió su corazón comenzar a latir con ferocidad al escuchar la dulce vos de su hermana menor.
Giró hacia ella lentamente sin decir una palabra.
—Papá nos mandó a llamar. Ya nos vamos...—Ella pareció examinarlo un poco y se acercó cautelosa hasta él. — A-adrien e-estás bien?
«Es ahora o nunca.»
— Marinette...¿Tú estás enojada conmigo?
La de pelo oscuro abrió sus ojos ampliamente de la sorpresa. Ella no estaba enojada, mucho menos con él.
—N-no ¿Por qué piensas eso?
El oji-verde bajó la mirada al suelo con melancolía. — Ya no me hablas como antes. Aveces me ignoras...¿Es por lo que pasó en tu cumpleaños número 10? — preguntó en el tono más bajo posible, aún y así Marinette pudo escucharlo.
Si no fuera por que Adrien no se animaba a mirarla se habría dado cuenta de que Marinette estaba más roja que su vestido. Y sus lindos ojitos azules tenían un brillo sin igual al contrastar con el sonrojo de sus mejillas.
—No estoy enojada por eso Adrien. Sólo...me siento rara al estar contigo después de eso. Mi corazón no deja de latir muy rápido como si quisiera salirse de mi pecho para estar contigo y de mi boca no salen todas las cosas que quiero decirte...Yo solo...No sé cómo actuar frente a ti. — dijo aún más roja en tono bajo y avergonzada.
Adrien levantó la vista con su corazón retumbando casi sintiendo que era lo único que escuchaba además de la voz angelical de su hermana.
—Y-yo no sé qué me pasa...—Mintió sabiendo que sí sabía cuál era el problema — pero sé que sólo me siento en paz estando contigo, por favor no te alejes de mí...—Tomo una de las pequeñas manos de Marinette y la colocó sobre su pecho, justo sobre el corazón— Me haces daño si no estás aquí.
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°Lamento la tardanza, no sabía cómo unir las partes que ya están terminadas con las nuevas y creo que ya encontré la manera.
Este capítulo está más relacionado con lo que ambos sienten. Adrien ya se está dando cuenta de lo que siente por su hermana política y bueno...las actitudes de Marinette a nosotros que ya la conocemos nos dicen mucho, Pero no todo.
En el próximo capítulo veremos cómo se siente ella al respecto.
Y bueno, solo me resta decirles que queda poco para pasar de lo tierno a lo candente.
¡Bye!
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❇HERMANOS AGRESTE❇ []ADRINETTE[] MLA
FanfictionMarinette y Adrien son hermanos, no biológicamente hablando, pero hermanos a fín de cuentas. Desde niños comienzan a sentir una conexión especial y única, su cariño hacia el otro crece sin límites sin poder evitarlo aunque se esfuercen en hacerlo...