Epílogo

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Hugo removió con su manos los cabellos rubios ya desordenados en su cabeza. Nervioso, inquieto e un tanto muy curioso por saber todas aquellas cosas que eran desconocidas y confusas para él.

Aquél libro viejo en la oficina de su tío le había hecho reír mucho. Incluso pudo conocer varias cosas que no conocía de sus padres.

¿O será que todo éso era mentira?

Podía serlo, ya que su tío escribía libros lindos que su mamá le leía en las noches. Y todos esos libros que escribía eran producto de la imaginación del tío Félix. Cabía la posibilidad de que su tío fabulero le haya hechado el cuento otra vez como esa ocasión que le mintió diciendo que su papá era un duende verde y por ello tenía mucho oro en el banco.

Por supuesto que descubrió que no lo era aunque tuviera ése carácter gruñón, y que lo que tenía en el banco no era oro, sino dinero aburrido.

Hugo tomó el libro, y lo abrazó a su pecho tomando camino a la sala de estar donde estaban sus padres, los tíos y el abuelo que le daba mil y un mañas.

Esperó sentado en uno de los sillones blancos que presumía su tío cuidando no posar sus zapatitos sobre éste, o por el contrario al tío Félix le daría un ataque por ver sucios sus amados muebles. Miró a su alrededor y en cuanto se hizo un pequeño silencio, fue él quien decidió hablar.

—¿Por qué mamá y papá de pequeños veían videos de amor? ¿Y qué es porno papá? — Preguntó inocentemente. Desviando su vista de mamá a papá, de papá a su tío.

Por otro lado, Marinette se puso roja, Adrien se atragantó con el agua que bebía, mas Félix solo abrió su boca sorprendido. Ninguno sabiendo qué decir hasta que Adrien abrió la boca— ¿De dónde sacas ésas cosas hijo?

Hugo sonrió elevanto de un saltito el libro que sostenía. Su papá le daría todas las respuestas.

—Lo leí en un libro del tío Félix. —Señaló con uno de sus dedos al hombre que miraba la chimenea intentando ignorar las miradas acusadoras que intentaban aniquilarle.

—¡Félix! —Gritó el rubio de ojos verdes enojado con su hermano. El susodichos solo miró el techo rendido.

Marinette se unió a la reprimenda.—¡Dijiste que lo quemarías!

Félix elevó los hombros.—No pude hacerlo. Sentí que debía conservarlo. Al menos Hugo y sus demás hijos ahora sabrán su historia de amor.

Marinette aún roja volvió a regañarle.— Pues al menos debiste omitir esos detalles ¿No crees?

Félix giró los ojos en un gesto infantil.— No sabía que el niño lo leería. Además yo SÍ omití detalles...—Marinette apretó los puños de lo roja y avergonzada que estaba. —Y fueron MUCHOS detalles, hermanita. — Movió las cejas de arriba abajo sonriendo socarrón.

—¡Cállate Félix!—Gruñó la azabache cruzando sus brazos.

Adrien carraspeo posando una de sus manos en el hombro de su esposa.—Por éso te dije que pensáramos antes de contarle todo a Félix.

Marinette rodó los ojos.

Todos quedaron en silencio tomando café, Félix miró el fuego de la chimenea, Adrien abrazó a su esposa por detrás posando su barbilla en el hombro de esta última que mecía el carrito de bebé. Gabriel volvió a su diario buscando chismes y Hugo aprovechó ése momento para volver a interrogar a los mayores.

—¿Entonces yo puedo ver porno?

···········>

Después de un momento de berrinche de niña de diez años por parte de Marinette, el llanto de los bebés que habían despertado, mi esposa con la cena lista, Adrien gruñendo como un gato enojado conmigo...cenamos, hablamos un poco y seguidamente nos fuimos a dormir.

❇HERMANOS AGRESTE❇ []ADRINETTE[] MLA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora