Mala hierba nunca muere

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Capítulo 21

La habitación se mantiene en silencio, no ha entrado ni salido nadie, extraño los castos besos que me da en la mejilla Evangeline.

-Lleva mucho tiempo señora, tenemos que plantear la posibilidad de la donación de órganos.- escucho que el doctor le explica a mi madre mientras ella se hecha a llorar.

-Bueno....

-Preparare los estudios necesarios.

...... Siento que muchas gringas entran a mi cuerpo, juntó con esperanza de que mis órganos sean compatibles a otro cuerpo.

-¡NO!- escucho el dulce grito de Evangeline.- Esa ideas es absurda... Yo.. Yo, mandare a traer a los mejores doctores señora, no podemos dejarnos vencer.....

-Hija, yo estoy muy cansada, estoy perdiendo la esperanza, sabes que el dinero no es el problema.

-Señora, sólo tres días, siento que el regresara, sólo tres días...- escucho sollozar a Evangeline.

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No he dejado de sentir la mano de Evangeline acariciando la mía. Por primera vez en toda mi vida no puedo esperar para ver a una persona. Siento que se levanta y cierra la puerta. En menos de un segundo siento que un ojo se habré seguido del otro, mis dedos se van momeando poco a poco, junto con mis piernas. Creo que realmente la única razón por la que quería despertar era para ver lo que me trajo Evangeline, giro a mi lado derecho y veo un hermoso osito de peluche abrasando un enorme chocolate. Quiero tomarlo pero aún no tengo las fuerzas suficientes. Sonrió y veo como se habré lentamente la puerta, veo entrar a Evangeline con un baso de café en la mano, cuando me ve deja caer el baso, sus ojos se abren como platos, y corre hacia mi.

-Lo sabía, lo sabía- me dice mientras me abraza

-Estoy aquí, listo para otras asesorías en la aburrida biblioteca.- le digo y deja escapar una risita.

-¿Tienes hambre?.- me pregunta acomodando se el cuello de su blusa. Viene vestida con una falda larga como siempre color azul marino, una blusa blanca de seda y unos converse.

-Si, y mucha. ¿Y mi madre?.- le pregunto buscando a mi alrededor.

-En un momento viene, iré por la enfermera.- me dice y sale de la habitación.

Cuando regresa, la enfermera viene con una tabla y Evangeline trae cargando una charola con comida como para un batallón salido de guerra.

-Chico nos has dado problemas, lo bueno que ya estas aquí.- me dice tomándome el pulso

-Mala hierba nunca muere.- le susurro y ella y Evangeline ríen.

-¡Oh Zaid aún tenemos más de ti!- me dice dándome un golpecito en la pierna.- tengo que ir a ver a más malas hierbas, en un segundo vuelvo contigo guapetón.

La enfermera sale y me deja a mi y a Evangeline en la recámara.

-¿Así que me extrañas?- le digo da sólo un sorbo a la sopa. Ella obviamente se sonroja

-Pues eres mi amigo....- me dice.- mi único amigo.- me susurra.

-Ya.- le digo y mi madre entra salvándola de un diálogo acosador.

-¡Hijo!- me abraza más fuerte que Evangeline. Me besa y entra el doctor

-Señora, señorita- les dice saludando con la cabeza. - tienen que dejarme un rato con el paciente.

Mi madre y Evangeline salen mientras me revisa el doctor. El doctor se gira el cardiograma y al suero. No acaban de salir mi madre y Evangeline y la puerta se abre.

-A de ser la enfermera.- me dice.

No no es la enfermera, las enfermeras no traen tacones altísimos, falda súper corta, el cabello alborotado y en maquillaje extremó.

Diablos es Chantal.

"La amiga fea"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora