Todo es mi culpa.

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Capítulo 33
-¡Zaid!.- escucho que mi madre grita desde la parte baja del departamento.
Me revuelco en las sábanas. Definitivamente no me quiero despertar, el día de ayer fue muy pesado. Me paso de todo. En especial lo del beso de Evangeline. ¡Mierda!, apenas ayer admití que sentía algo por ella. Pero también siento algo indefinido por Chantal. "¿Me quieres?" Resuena en mi mente la voz de Chantal. A la vez escucho a Evangeline "Eres un idiota". Nena, lo se soy un idiota, un hijo de puta, no has dicho ni una mentira.
-¡Zaid!.- vuelve a gritar mi madre.
-¡Ya voy!.- grito levantando me de la cama
Me meto a la ducha, el agua está muy tibia. Recargó mi cabeza en la pared de la regadera. Eres un idiota, Zaid. Me repito una y otra vez, dándome de golpes en la pared. Saldo de la ducha me seco mi cabello, me pongo unos jeans , y una playera tipo polo color azul. Me veo en el espejo, el tipo que esta ahí, no es el mismo de hace un tiempo. ¿Qué ha cambiado? Claro desde el accidente. Tal vez todo lo que le grite a mi madre esa noche me sirvió para liberarme, tener paz, y estar de nuevo bien con ella. Y eso es lo que más me reconforta. Bueno. Siento que eso es lo que me hace dejar de ser un poco un culero hijo de puta. ¿Pero que más, que más a cambiado?.
-¡Zaid!.- mi madre vuelve a gritar. Por Dios ya no soy su bebé.
Bajó lentamente las escaleras acomodando mi cabello.
-Ya. Ya estoy listo.- le digo dándole un beso en la mejilla.
-Mi chico guapo.- me mira con ojos de ternura, acomodando un mechón de mi pelo que cubre mi rostro. La miro a los ojos y veo que una lágrima rueda por su mejilla.
-¡Oh madre!- suspiro dulcemente limpiando su mejilla. Y ella limpia sus ojos para evitar llorar.
-Ya estoy vieja. No te preocupes.
Da media vuelta y me deja con un nudo en la garganta. Mi madre si que es hermosa aún en pijama. Trae una bata de ceda y pantuflas color rosado. Regresa a mi y trae cargando mi maleta deportiva.
-No te hubieras molestado.- le digo cuando me la extiende.- Además no se porque estas despierta, la señora que hace el aseo se encarga del desayuno. ¿Es más donde esta?, se supone llega a primera hora todos los días.
-No te exaltes. Digamos que le di unas vacaciones.- la miro con el sueño fruncido.- aparte yo quiero servirte. Bueno hasta que yo....- no la dejo terminar de hablar y me le abalanzo.
-No. No digas eso.- le suplicó. Y ella me acaricia el cabello para calmarme
-Sabemos que va pasar,- me susurra al oído.
-Pero no ahora. No tan pronto.- siento que mis lágrimas empañan por completo mis ojos.
-No llores.- me susurra y yo me aferró más a ella.- Mira que hora es. Llevarás tarde al colegio.
-Madre por Dios ya soy universitario puedo darme algunos lujos.
-Nada de eso. Te me vas ahora mismo.- me reprime y se que habla en serio.
Me da un tierno beso en la mejilla y salgo en dirección al garaje. Enciendo mi moto y aceleró a toda velocidad a la Uni.
Todo el trayecto es aburrido y monótono, quiera que el tiempo se detuviera, realmente no quiero llegar al campus y ver a Evangeline, se me caería la cara de vergüenza, pero quiero verla, quiero pedirle perdón.
Llego al estacionamiento del campus, todo mundo como siempre me mira, una rubia despampanante se me acerca e intenta besarme.
-¿Ahora que?.- me reclama. Me encongo de hombros.- Bueno. Ya, quisiera invitarte a una fiesta que estoy organizando.- me extiende un papelito multicolor.
-Gracias.- lo guardo en la parte de atrás de mi pantalón.
-Espero y estés ahí, guapo. Obvió todos los populares de la uni irán. Y tu, el más guapo no puede faltar.- la rubia se aleja alborotando su dorada melena.
Creo que el día, ha ido bien, ni rastro de Evangeline ni de Chantal. Me relajo en la butaca de enfrente de mi clase de literatura. ¡Mierda, de literatura!. No término de sentarme bien, cuando veo entrar a Evangeline con Steve. Ella trae un vestido flojo color crema que le llega hasta los tobillos, el mismo estilo de zapatos pero con distinto color, un color azul, con sus mismas gafas y el mismo peinado, una trenza, como siempre sin maquillaje y con apenas un leve toque de gloss en los labios. El trae unos jeans negros, una camisa de lino floja y un poco arrugada, trae los dos primeros botones desabrochados y las mangas arremangadas hasta los codos, su cabello todo alborotado y esta vez no trae lentes.
Mi mirada se cruza con la de Evangeline y los dos nos observamos por un instante, hasta que ella voltea su mirada a otra parte. Steve la toma de brazo y se dirigían a una parte del salón. Tal parece que se han sentado tan sólo unas cuantas butacas atrás.
La clase transcurre aburrida y mi lenta, no entiendo muy bien lo que el maestro explica, me ha preguntado en varias ocasiones y no le he sabido responder. Ganas no me faltan para voltear a ver a Evangeline, pero me detiene esa barrera que ella puso anoche.
-Jóvenes, se pueden retirar.- el maestro anuncia y todos salimos disparados a la salida. Al fin de cuentas es la última hora.
Camino por el pasillo que me dirige a la salida del edifico uno, todo esta desierto, mientras yo guardó unos apuntes. Escucho unas risas a lo lejos. Levanto mi vista y ahí están ellos. Evangeline y Steve. Bien, es ahora o nunca, me armo de valor para hablar con Evangeline.
-¡Hey, Evangeline!.- grito y ella me mira, trae abrazados unos libros, mientras Steve carga su mochila.- necesito hablar contigo.- camino hacia ella.
-¿Qué quieres?- me pregunta directamente.
-Hablar contigo.- miro a Steve.- a solas.- se queda callada.
-¿Steve puedes esperar en el coche?.- le dice después de un corto tiempo.
-Claro.- intenta besarle en la mejilla, pero ella retrocede. ¿Eso me da esperanza?
Steve sonríe ligeramente, Evangeline le da los libros que trae en las manos y el sale de donde estamos.
-Bien. Ahora si. ¿Qué quieres?.- me vuelve a preguntar.
-Quiero... Estemm...- me quedo sin palabras.- pedirte una disculpa.- me paso la mano por el pelo.- se queda muy pensativa.
-Bien. Disculpas aceptadas.- mi alma suspira, relajando todo mi cuerpo.
-Gracias, y de nuevo perdón. Soy un idiota.- trato de abrazarla pero retrocede de la igual forma en como lo hizo con Steve.
-¿Qué te piensas?- suena enojada.-¿Crees que soy como todas?, pues fíjate que no yo no pienso engrandecer tu lista de putas, pirujas o como te gusté llamarlas.- me quedo atónito y sorprendió.
-Tu... Tu no eres eso, linda.- trato de tranquilizarla.
-No me llames linda, tus disculpas están aceptadas así que por favor ya no sigas con este jueguito.
Sus hermosos ojos verdes irradian enojo. Una mano toma por la cintura a Evangeline.
-¿Evangeline, está todo bien?.- Steve le susurra al oído.
-Si. Vámonos.- me mira fijamente a los ojos. Da media vuelta y camina con ese hijo de puta.
Todo ahora ha cambiado, se que fue una estupidez haberla besado, ella tiene razón no es como todas. Ella es especial. Es Evangeline.
Camino cabizbajo por el pasillo para ir a mi práctica de gimnasio, cuando unas manos rodean mi cuello y se monta en mi espalda. Regreso la vista y me topo con la mirada azul penetrante de Chantal.
-Hola.- susurro bajándola de mi espalda.
-Hola.- su tono es bastante alegre para ser Chantal.
-¿Cómo estas?.- me recargo en uno de los casilleros y ella hace lo mismo.
-Bien, extrañando tus besos.- me dice, me toma de la cara y me planta un. Eso en la boca. Yo le sigo el ritmo, le tomó por la cintura y la beso aún más.
-Ahora ya no.- la suelto y le acomodó un mechón de cabello.
Tal vez debería hacerle caso a Chantal, ella es igual que yo. Esta hecha una mierda de persona y yo también lo soy. Tal pareciera que somos el uno para el otro. Ella tiene problemas y yo también. Podemos irnos complementando. No creo que nadie pueda estar más dañado que yo.
-¿Qué te parece si vamos por una copa hoy en la noche?.- le pregunto acariciando su rostro. Su expresión cambia.- ¿O al cine si quieres?.- le propongo algo mejor.
Estoy seguro que si por sólo una vez en mi vida,me tomó algo en serio, puedo cambiar. Ser mejor persona. Y también puedo ayudarla a ella. Chantal es muy frágil, más frágil de lo que me pude haber imaginado.
-No. Esta bien una copa.- se encongue de hombros, da media vuelta y sale del primer piso.
-¡Entrenador!.- grito cuando llego al gimnasio.
-¡Ey, chico. ¿Cómo esta mi campeón?.- me pregunta dándome un golpe en el hombro.
-Bien. Creo.-dudo y bajo mi maleta.
-Déjalo así. Aya arriba.- me señala los aros.- no hay problemas. De aquí vienes. De aquí eres, Zaid.
Es verdad, de aquí soy. Por esto vivo. Por los olímpicos.
-------------Chantal----------
-¡Madre!.- grito cuando llego a mi casa. Aviento la mochila y azoto la puerta.-¡Madre!.- vuelvo a gritar.
-¿Qué quieres niña?.- la voz exasperante de mi madre retumba por toda la casa.
Su voz se escucha desde su cuarto, así que camino hacia la puerta de su habitación. Toco, abro la puerta y mi madre tuerce la boca. La manicurista le está arreglando las uñas, mientras un estilista le hace retoqué de tinte.
-¿Qué quieres?.- me vuelve a preguntar bruscamente.
-¡Nada!.- le grito y salgo azotando la puerta.
La odio. La odio con todas mis fuerzas, me hace daño. No recuerdo la última vez que estuve bien con mi madre.
-¡Niña!,- me grita desde adentro.-¡Ven para acá!
-¿Qué quieres?.- abro de nuevo la puerta y la miro retadora mente.
-A mi, nadie mi azota la puerta, niña mal criada. Así que sales y esta vez la cierras delicadamente.
-¡Vete a la mierda!.- le escupo al piso.
-¡Largo!.- le grita a la manicurista y al estilista.
Los dos dejan las cosas en su lugar y salen de puntitas de la habitación. Me preparo para una. A tal,a a muerte con mi madre. Esto ya es costumbre.
-Repite lo que dijiste, mocosa.- se para de su asiento y camina hacia mi.
-Vete. A. La. Mierda.- le digo con tono burlón. Me toma del cuello y me jala del cabello.
-A mi no me hablas así.- jala bruscamente hacia abajo haciendo que me curvee.
-¡Vieja loca!.- me libero de sus manos.
-¡Largo!.- me grita. Mientras enciende un cigarrillo.-¡Fuera de aquí!
Doy media vuelta, camino hacia la puerta y como instinto me giro. Para reprocharle algo que toda mi vida se lo reprochare.
-Estaría mejor con mi padre..- saca una gran bocanada de humo.
-Vete con el.- y se ríe burlonamente .- pero dudo que te quiera. Ahora está con su nueva familia. Con sus nuevos hijos. Con una hija que bueno... No es como tu.- muerdo mis labios y contengo mis lágrimas.
-Te odio.- le grito y mis lágrimas empiezan a brotar.
-Yo también te odio.- miro el rostro de mi madre y trato de adivinar sus sentimientos. Nada. Ni tristeza, ni alegría. Nada.
-¿Porqué vergas no me quieres?- le grito
-¿Tu porqué crees?.
-No es mi culpa que mi padre nos haya dejado.- mi madre ríe y le jala al cigarrillo.-¡Madre, háblame!.- sus lágrimas corren por sus mejillas.
-Todo es tu culpa maldita mocosa. Tu padre nos dejo. Por. Tu. Culpa.- choca su dedo índice en mi pecho y me empuja hacia atrás.
-No madre.- lloro con más intensidad tratándola de abrazar.
-No me abrases. No seas cursi.- levanta sus brazos en señal de indiferencia.
-Sabes.- me seco bruscamente las lágrimas.- sigue muriendo de odio por dentro. Porque te odias a ti. No a mi padre ni a mi. Eres tu la del error, siempre serás tu. Si hubieras querido un poco a mi padre. Pero ahora ya todo se fue a la mierda. Tu separación me dolió más a mi de lo que te dolió a ti. Por Dios necesitaba a mi padre. Necesito a mi padre. Y sabes que esto acaba como siempre. Y yo a ti si te odio. Te odio por que si me hubieras querido tantito no será la mierda de persona que soy. Tu no sabes nada de mi madre. Y yo soy la que está más feliz de que mi padre se hubiera buscado otra familia. Porque a el si lo quiero.- término de decirle y siento una fuerte bofetada en mi mejilla. Tan fuerte que hace que mi labio derramé un poco de sangre. Me lamo el labio y siento un sabor metálico en mi boca.
-¡Como hubiera deseado no haber nacido!.- le grito, salgo de la habitación. Sorprendo a los estilistas escuchando tras la puerta.- Malditos chismosos.- le digo y corro a mi habitación con mis ojos llenos de lágrimas.
Mi madre es una hermosa señora curvilínea, con su pelo rubio siempre perfectamente ondulado, con una nariz respingada, labios carnosos,y botox a no más poder. Pero una mierda igual que yo.

"La amiga fea"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora