Episodio 15

11 0 0
                                    

Narra ____

Luego de unos minutos había llegado a casa, de alguna manera, el camino se me hacía conocido. Entré a casa con cuidado y me estiré, para dejar comenzar a caminar a las escaleras; pero la luz se encendió haciendo que pegue un brinco y lleve una mano a mi pecho.

- ¿Donde estabas? -interrogó mi padre y cubrí un poco mi cuello.

- Fui a dar un paseo y perdí la noción del tiempo... -dije subiendo los primeros dos escalones.

- ¿Que tienes en esa mochila? Quita tu mano de tu cuello -se me acercó y subí otros tres escalones. - ____ Martínez Sepúlveda.

Me voltee.

- Algo de comida para mí... -respondí y subí otro escalón.

- Tu cuello, enseñamelo, ahora... -suspiré pesado y quité la mano de mi cuello. - ¿Y esas marcas?

- Me las hizo un chico. -respondí con obviedad.

- ¿Qué chico? ¿Un noviecito tuyo? ¿Un cualquiera? -preguntó casi gritando, me encogí de hombros.

- Creo que lo conocía... -

- ¿Como que crees lo conocías? -gritó con fuerza haciendo que resonara su voz por la casa.

- No lo sé, cada vez que me mencionaba me daba dolor de cabeza y latía aquí atrás -toqué la parte más sensible de mi cabeza.

- ¿Y por eso vas a revolcarte con él? -gritó otra vez haciendo que mi cabeza empiece a latir.

- Papá, para de gritar... -traté de subir otro escalón; pero me resbalé cayendo y lastimandome el tobillo, carajo.

- No. ¡Eres una maldita zorra por lo visto! -mi pecho comenzó a doler y me levanté para subir los escalones con cuidado.

- Tampoco es como si me importara tu opinión. Si me acosté con él fue mi decisión. -dije al estar arriba, subió los escalones para solamente levantar la mano y pegarme una bofetada haciendo que voltee la cara y dé un par de pasos atrás.

Desde que salí del hospital, sin saber el porqué, mi padre se a vuelto más agresivo eso sin mencionar que me mando a una escuela militar privada, no muy lejos de aquí. Me miró molesto y levanté la mirada para luego acomodar mi cabello hacia atrás. Acaricié mi mejilla y dí media vuelta para ir a mi habitación y encerrarme, me duché con más calma y luego me dejé caer en la cama pensando en aquel chico. Miré el techo y ladee un poco la cabeza.

¿Por que lloraba tanto? ¿Por que simplemente no podía apartarlo y negarme a todo lo que hizo? ¿Antes de sentir ese fuerte golpe en mi cadera y un ardor horrible en mi pierna lo conocía? Si nuestra mudanza había sido hace unos siente meses, supongo, ¿Por que no recuerdo nada? ¿Por que es como si tan solo hubiera tenido tal vez dos meses aquí? ¿Por qué después de esos terribles dolores, después de salir del hospital mi padre ha sido tan malo conmigo?

Mis ojos se aguaron y lo único que pude hacer fue suspirar, me levanté, encendiendo la lámpara para mirarme en el espejo, más bien, esa horrenda cicatriz en mi mentón y cuello. ¿Qué demonios me pasó ahí?
Quité unos botones ahora viendo una cicatriz tras otra. ¿Cuantas operaciones tuve estando en coma? ¿Cuantas operaciones tuve estando consciente? ¿Cuantas complicaciones hubieron para dañar mi cuerpo? Mi palida piel ahora con varias marcas rojas y casualmente sobre mis cicatrices. ¿Como sus labios no fueron capaces de sentir eso? ¿Como estas marcas de guerra pasaron desapercibidas por sus manos?

Llevé una mano a mi rostro y me senté en la cama. Esto es ridículo, me he hecho decenas de preguntas en menos de una hora. Nadie las responderá.

A no ser... A no ser... Que vuelva a ver ese chico. Llevo una mano a mi pecho al mi corazón latir con fuerza, feroz, como si quisiera ir a otro lugar. Como si quisiera huir de mi cuerpo y seguir aquel hilo rojo del destino que tanto imaginaba. Me debo estar volviendo loca para tener esperanzas, la más pequeña en ver a ese chico; pero tal vez pueda, si estas preguntas me siguen atormentando, si vienes otras miles de ellas que sé tendrán algo que ver con aquel chico que hoy me quitó mi poca inocencia, no dudaría en ir a su hogar nuevamente. No creo se complicaría mi camino a ese lugar, mucho menos de vuelta a casa; pero es una pena tenga que ser de madrugada. Es una maldición tener que ser avergonzada porque mi padre me vaya a buscar cada día a esa institución del demonio.

Me acomodé mi ropa y apagué la lámpara para acomodarme con cuidado, acaricié mi tobillo que solo latía un poco y me arropé hasta el cuello para así tratar de descansar para mañana. Espero el sargento no tenga ganas de hacerme sufrir corriendo, saltando, levantando cosas pesadas, haciendo que me arrastre y suba escalones y sogas. Ugh, suficiente con los escalones de aquí, es como si mi padre me hubiera entregado a un lugar de torturas específicamente diseñado para torturarme hasta casi morir como en varias ocasiones a sucedido. Pensar en ello me da escalofríos y quiero dormir hasta el domingo. Oh Dios, que día tan preciado para mi, claro, lo sería más si mi padre no me levantara a las 9:30 de la mañana para hacer quehaceres. Cerré de apoco mis ojos, suspiré y me hice una bolita en la cama lo más que pude así sintiéndome mucho más segura del mundo. Me acurruqué y me quedé dormida en cuestion de nada; pero soñando con aquel chico.

Lo veía sonreí, era como si estuviera en primera persona. Era muy alegre y se preocupaba por quien fuera que yo estuviera viviendo en el sueño. Siempre le agarraba de la mano y se veían por pantalla en las noches, hasta muy tarde, jugaban y cuando parecía molestarse no le hablaba mucho a la persona, solo por monosílabos. No bajaba la cabeza y si lo hacía esa persona lo agarraba del mentón y negaba.

Fue ahí, que recordé entre sueños aquello que me había dicho y un enorme dolor inundó mi cuerpo haciéndome agonizar.

My Fighting LoverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora