Narra Frank
[...]
- Ya, Frank, que tal si vamos de fiesta, haz estado encerrado aquí por meses, puedes dejar a Adara con Lana. Podemos hacer noche de Chicos. - Samuel habló y me empujó un poco tratando de tentarme a hacer lo que me dice.
- No, gracias, me quedaré cuidando de Adara...- Alguien me agarró de los hombros y los masajeó.
- Vamos, Frank. Puedes confiar en Lanita que la cuidará bien y te escribirá cada 30 minutos para avisarte todo. - Luzu esta vez fue quien habló, solo me quedé callado, eso de masajear mis hombros era algo que agradecía en grande.
- Veremos películas de terror... - Samuel sonrió pronto recibiendo gritos diciendo lo contrario. Pronto el dolor de cabeza se me presentó, toqué mis sienes apoyándome al marco de la ventana.
Quien demonios lo diría caería en una depresión que me estaba ahogando más que la anterior. Me mecí un poco en mi lugar pronto sintiendo el timbre de la puerta. Maldición, ¿Será ella? Corrí a la puerta con los nervios de punta, honestamente no pude contener las lágrimas de la ilusión que me había dado. Parecía haber tenido una batalla tan constante que, apenas y nos había llamado para hablarnos unos 5 minutos; pero cuando abrí la puerta, todo mi mundo cayó y se hizo añicos. No era ella, no era mi ____, tampoco eran soldados, si no la pesadilla de todos en esta casa.
- Tanto tiempo querido - me sonrió de forma siniestra, honestamente quería hacerme para atrás; pero me armé de valor para enfrentarla. Salí de la casa y la miré por un momento.
- ¿Que haces aquí, Claudia? - sentía mis piernas temblar, no ante su presencia, si no que desde que me levanto hasta el momento de dormir, me quedo en aquella silla frente a la ventana. Recuerdo que Samuel una vez me sacó, me llevó al hospital, no fue hace mucho, tal vez 2 meses atrás, y ahora quedé atado a unos anti depresivos que no hacían nada por mi, bueno, tampoco era como que las tomara.
- He estado buscándote, querido, justo cuando me enteré te habías ido a no se donde, tambien me enteré que te habías divorciado de mi. -
- Es correcto, entregué los papeles ya firmados y me marché. -
- Frank, sabes que puedo meterte a la carcel por falsificación de firma, y no solo eso. La haz sentenciado a una muerte segura por mi parte. - solo sonreí con melancolía y la miré sin mucho interés.
- Quisiera verte intentarlo, Claudia. Creo que olvidaste que casi te desfigura el rostro y que era una boxeadora ilegal, tu favorita, por cierto. No olvides que la otra del ring pudiste ser tu. - me miró con rabia. -No te recomendaría en lo absoluto te metas con ella; pero si así lo quieres, esperaré su llegada con ansias y así ver lo que hace de ti.
Dí un par de pasos hacia atrás esta vez, empujando la puerta detrás de mi para entrar nuevamente a mi hogar. Ella solo me miró con rabia, no pudo decir más, que triste debe ser. Cerré y luego volví a mi lugar, abatido y sin ganas, me dejé caer sobre la silla, viendo a Claudia marcharse enojada. Acaricié mis ojos y apoyé mi cabeza en el marco de la ventana ahí quedando dormido.
[...]
- Haz tomado tus Anti depresivos? - negué ante la pregunta del doctor. - ¿Por que?
Me encogí de hombros, pasada una semana y media nuevamente estaba aquí, Samuel me miraba preocupado, con sus brazos cruzados. Estaba a una distancia considerable, pues tampoco había mucho espacio en dicho cuarto en el que tambien se encontraba un psicólogo junto al medico.
- Simplemente no me apetece. - Apenas la voz me salió.
- Tampoco comes, por cierto. - habló Samuel con cierto enojo. Solo me encogí de hombros otra vez. - Apenas tambien y duermes, y cerca del marco de la ventana.
- ¿Es cierto, joven Garnes? - asentí suave.
- ¿Y por que es tu estado tan depresivo, Joven Garnes? ¿Hay algo acaso que lo atormenta? - me quedé callado por unos segundos y abrí la boca un poco, iba a hablar; pero luego negué un poco.
- ¿Nada? ¿Seguro? - pronto alguien más entró, levanté la cabeza y miré.
- ¿Que haces aquí? - mis ojos se cerraban casi, mi madre había aparecido ahora, ¿No podría empeorar esto?
- Uh, no lo sé, tu dime, ¿Que te ocurre, niño? - se sentó a mi lado y acarició mi cabello, ahora quería hacerse pasar por una madre responsable?
- Quiero a nana, ¿Donde está? - ella rodó los ojos y miré a Samuel. - ¿Puedes buscar a Nana? Quiero verla.
El asintió y tomó su teléfono luego de disculparse. Mi madre solo me miró con cierto enojo.
- ¿Quien es Nana, Joven Garnes? - el psicólogo preguntó con cautela.
- Ella es mi verdadera Mamá, solo que la llamo nana. Ella me cuidó toda mi vida, y la extraño, hace meses que no la veo. -
- Frank, tu verdadera madre soy yo -negué y me alejé, solo abracé la almohada que tenía en esa camilla.
- ¿Acaso esa es la razón de tu depresión o parte de ella? - Negué un poco y miré el suelo.
- Mi novia... Ella esta en su servicio militar. Estoy preocupado, y hace meses que ya no la veo por camara. La extraño y me quedo frente a la ventana. -
- ¿Esa es la razón de tu depresión? - Yo asentí y miré el suelo. - ¿Hay algo aparte de no poder verla que te pone así?
Yo pensé por un momento y asentí.
- Ella y mi ex, las dos siempre me ponen mal. Mi ex me pone los nervios de punta, tambien quiere lastimar a mi Novia. -
- ¿Por que tu ex te pone nervioso? ¿Que tiene tu madre con ello? -
- Mi madre la quiere a ella; pero no a mi novia, aunque tampoco la conoce, mi madre, ella apoya que mi ex siempre esté sobre mi y me sofoca. Me aterra que le haga algo a mi novia en cuanto vuelva o a mi hija. -
- ¿¡Que!? ¿Cómo que hija? - Mi madre chilló, yo me encogí en mi lugar, el psicólogo y medico le pidieron salir, y mientras, Samuel entró con una sonrisa.
- Nana vendrá en 5 minutos, dijo que luego que te dejara en casa por favor le acompañara a hacer unas compras, quiere quedarse contigo hasta la llegada de ____, solo para asegurarse de que sigues vivo para ella y Adara. - Asentí un poco y me quedé mirando el suelo.
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My Fighting Lover
أدب الهواةSoy ____ Matínez Sepúlveda, tengo 18 años y ahora vivo en España con mis padres, donde pronto ellos no serán capaces de reconocerme. ___ es de cabello azul plateado hasta la cintura, ojos marrones seductores, labios suaves, pequeños y carnosos, un b...