Capítulo 11

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Hiccup Haddock

Al llegar, fui al gran comedor rápidamente, supuse que allí podría estar Brutacio.

Me sorprendí al ver a todos los chicos reunidos allí.

—Hiccup, al fin llegas —Patán rodó los ojos— tengo unas ganas de dormir, pero no dejan que me vaya.

—Oh, deja de quejarte —le ordenó Astrid molesta— todo el camino dormiste sobre tu dragón.

—¿Qué sucede? —me acerqué a ellos y me senté, aún tenía el hacha entre mis manos.

—Vimos a un jinete —respondió Patapez emocionado.

—Sí, creo que iba sobre un cortaleña, o tal vez era una pesadilla monstruosa. No lo sé, esos dragones son parecidos —Astrid se encogió de hombros— Tratamos de seguirlo, pero no logramos dar con su paradero.

—Astrid, era un cortaleña —aclaro Patapez poniéndo una carta con la imagen e información del dragón sobre la mesa— he estado trabajando en ellas desde hace poco, son útiles. En fin, creo que el jinete era mujer, no lo sé.

—El punto es que vimos a un jinete, fin. No es la gran cosa. ¿Puedo irme? —Patán se molestaba cada vez más.

—Claro, vete. De todos modos no estás aportando nada. —le dije y él rápidamente se fue— ¿Por dónde vieron al jinete? —saque mi mapa y lo puse sobre la mesa.

—Por aquí —Astrid me indico un lugar por sobre el mapa.

Era extremamente extraño ver jinetes de dragones, muchas veces resultaban ser cazadores montados sobre dragones.

Podría ser _________. El jinete iba sobre un cortaleña, ________ se fue de esa isla, donde está esa especie de dragón, además se fue sin su hacha.

—¿Hiccup? ¿Tienes alguna idea? —preguntó Brutacio, dirigí mi mirada hacia él, mi amigo señaló el hacha con la mirada.

—Sí, es el hacha de ______. Pensé que podríamos ir con un dragón rastreador y ver si es capaz de rastrearla. No lo sé —propuse suspirando, luego no pude evitar sonreír— después de tanto tiempo, encontré una pista.

—Deberíamos ir ahora mismo, el dragón de tu padre es rastreador —propuso Brutacio.

—Esperen, ¿De verdad irán? —preguntó Astrid asombrada.

Yo y Brutacio asentimos.

Astrid rodó los ojos y se fue.

[...]

—Astrid está loca por ti —Brutacio soltó una risa, yo rodé los ojos y mi amigo volvió a reír— es cierto, siempre te sonríe y te hace ojitos.

—Ajá —me monté sobre Chimuelo, Brutacio se montó sobre el dragon de mi padre y pusimos el hacha sobre la nariz del dragón, rápidamente comenzó a volar.

Brutacio comenzó a gritar asustado, mientras Chimuelo volaba rápidamente para alcanzarlos.

—¡Tranquilízate! —le grité a mi amigo en vano. Era tan dramático que seguía gritando.

—¿Crees que es fácil ir montado sobre esta cosa? —exclamó Brutacio seguido por un largo y exagerado grito.

—¡Sólo tiene una cabeza! ¡No es complicado! —exclamé.

[...]

El trayecto había sido largo, pero habíamos logrado llegar a una isla, de gran altura, puesto que estaba compuesta por demasiadas rocas.

—Aquí no hay nada —Brutacio se cruzó de brazos y frunció el ceño— arriesgue mi vida por montarme en esa cosa.

Negué riendo y observé el lugar, saqué mi mapa y comencé a dibujar.

—¿Qué nombre le ponemos? —observé a mi dragón.

—¿De verdad le preguntas eso a él y no a mí? —Brutacio llevó su mano a su corazón haciéndose el ofendido.

Alcé la vista cuando escuché el grito de una mujer. Al mirar al frente, me di cuenta de que alguien iba cayendo por las alturas, iba a caer en el mar.

Lo extraño era que sus gritos expresaban felicidad.

—Vamos, amigo —me monté sobre Chimuelo y rápidamente él comenzó a volar para alcanzar a la chica antes de que cayera al mar.

¿Cómo logró caer desde tan alto?

Chimuelo se detuvo al notar que un gran dragón alcanzaba a la muchacha y la posicionaba en su lomo.

—¡Eso fue genial! —grito la chica desde su dragón.

No pude ver su rostro, su cabellera me lo impedía, además que tenía una pañoleta que me impedía ver parte de su rostro.

El dragón que montaba era un cortaleña.

—¡HEY! —grité llamando su atención.

La chica al verme hizo que su dragón emprendiera vuelo rápidamente, traté de seguirla pero me detuve. Chimuelo volvió a volar hasta la isla, allí Brutacio me sonrió.

—¿No era la jinete que vieron los chicos? —preguntó observando en dirección hacia donde había volado la chica sobre el dragón.

—Eso creo —me encogí de hombros.

Seguimos caminando por la isla, hasta que encontramos un pequeño campamento.

—Bueno, al parecer el dragón de tu padre sabía adónde nos traía —comentó Brutacio y se acercó al campamentos, de allí comenzó a revisar algunas cosas, hasta que sacó un brassier de una mochila— definitivamente aquí estuvo una chica.

—¿Crees que aquí estuvo _______? —pregunté.

—No estoy seguro, este brassier es más grande de lo que tenía ______ en el pecho hace dos años. ¿La habías visto? Parecía que tuviera doble espalda o algo así —Brutacio comenzó a reír, yo hice lo mismo, no pude evitarlo.

—Quizás la jinete que vimos es ______ —me encogí de hombros.

—¿Ella montando un dragón? —cuestionó Brutacio— no lo sé, de ser así pudo haber vuelto a Berk.

—Tal vez tendría sus motivos

Cada vez descubríamos más cosas, y me mantenía esperanzado. Sabía que podría encontrarla.

Buscándote [Hiccup y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora