Buscándote [Hiccup y Tú]

capítulo 39

Hiccup Haddock

Ya le había comentado a mi esposa, todo. 

 —¿Han hecho armas? que....que disparan como un dragón —preguntó mi esposa molesta—¡ y Niels fue a buscar a los dragones! estamos bien así, ellos estan bien allá, deberíamos solo...ir en barco a atacar a Grimmel

 —es la única opción que tenemos —me acomodé en la cama junto a mi pequeña Daenerys, bese su frente y la coloque en mi pecho. Mi esposa se acosto a mi lado. 

 —Si tienen esa tan espectacular arma, deberiamos esperar a que venga él y no ir a buscarlo —me dio la espalda. 

 —Buenas noches querida... —suspiré.

 —Buenas noches —susurro. 

—creo que mamá está enojada... —le susurré a Daenerys antes de dormir

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Por la mañana intenté hablar con ____, quien seguía seria y molesta, nuestra pequeña Daenerys dormía.

 —Cielo... —intente hablarle pero escuchamos rugidos de dragones, rápidamente salimos de nuestro hogar y vimos a los dragones que Niels había traído, estaba Chimuelo y no pude evitar abrazarlo — ¡te extrañe! —a su lado estaba la furia luminosa y tres pequeños dragones— ....¡Eres papá! 

—¿Hablaste con nuestros padres antes de salir? — ____fue a regañar a Niels, hice una mueca. 

—Ah, estoy grande ya ¿no crees? —acariciaba a Deimos mientras le respondia a su hermana. 

Luego de un rato ya todos se habían reencontrado con sus dragones, incluso a mi esposa se le había pasado el enfado por estar con Deimos, su dragón.

 —Mira chi, esta es mi princesa Daenerys —acerqué a mi hija a Chimuelo, este comenzó a olfatearla haciendo que mi princesa riera.

 —¿Cuando planean ir? —se acercó mi esposa junto a Astrid y Ragnar. 

 —hoy por la noche —suspiré.

 —Claro, y nosotras nos quedamos con los niños —suspiró _____.

 —Solo quiero que estemos bien, que no hayan mas amenazas para nuestra aldea y nuestra familia —la mire serio. 

 —Entiendo—asintió mi esposa. 

 —Ustedes dos, comportense bien —rio Ragnar mirando a mi esposa y a Astrid. 

 —¿Por qué les dices eso? —mire curioso. 

 —Sé que mi esposa de vez en cuando besa a la tuya —rió y fue a buscar las armas. 

 Miré a mi esposa y ella sonrió nerviosa encogiendose de hombros. 
Supongo que al volver hablaremos de aquello.