45.

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Narra Katsuki

La estúpida se aleja corriendo, y no me da tiempo a replicar. Quiere que hoy vaya a su casa, para terminar el trabajo.
Vaya coñazo, y en cima en su casa.
Recojo mis cosas y salgo con molestia de allí.
Entonces empiezo a hacerme preguntas estúpidas.
¿Cómo será su casa?
¿Estarán sus padres?
¿Qué mierdas me pongo?

No puedo creer que yo me esté preocupando por esas gilipolleces.
Eso me hace enfadarme más.

Cuando llego a casa estoy de un puto mal humor.
Y para colmo, la vieja bruja me grita por algo estúpido, ni si quiera me acuerdo de por qué.

Subo a mí cuarto y termino rápidamente la puta tarea. Es jodidamente fácil.

Me cuesto en la cama y en seguida me duermo.

Al cabo de un rato despierto, y al mirar el puto reloj veo que quedan solo unos 15 minutos de mierda.

Corro a prepararme, y bajo las escaleras corriendo.
La bruja empieza a pelearse conmigo por eso, pero me aguanto y Le digo que no tengo puto tiempo.

Me queda un minuto, que es lo que tardo en salir y estar en frente de su casa.

Abre en seguida, nada más tocar el timbre.

Me mira, y luego hace algo extraño: me empuja hacia dentro, mira a los dos lados rápidamente y cierra la puerta con todos los seguros.

- ¿Se puede saber qué coño te pasa?

Ella me mira, y veo que tiene el ceño fruncido. En seguida se relaja un poco.

- Nada, emm, no es nada...

Esa respuesta no me convence ni en lo más mínimo, pero ella me agarra y me lleva a su habitación.

Veo que ya tiene el ordenador encendido y varias estupideces escritas.
La habitación está bastante ordenada, salvo por unas putas cajas que hay por el suelo.
Las esquivo y me siento en una de las sillas del escritorio.

La ventana está abierta, y puedo ver mi habitación desde aquí.
La extraño.

Empezamos con el trabajo, ella da ideas, yo ayudo un poco y vamos bastante bien.

Lo que pasa es que algunas de las cosas geniales que yo digo a ella le parecen estúpidas.
Y eso hace que la mayor parte del tiempo estemos discutiendo.
Pero aunque no quiera admitirlo, me lo estoy pasando bien.

Al cabo de un rato, ella se levanta.

- ¿A dónde vas, fea?

Ella me mira mal.

- Voy a traer algo de merendar, tú quédate aquí - dice, y cierra la puerta.

Me quedo de pie en su habitación.

Empiezo a moverme, porque no tener nada que hacer me molesta.
Entonces, me choco con una caja y lo tiro todo.

- ¡Mierda!

Me agacho para recojerlo y veo que la mayoría de cosas son estúpidas.
Casi todo son globitos de agua sin usar.

Y de repente, veo algo que me deja helado.

A mi derecha, al alcance de mi mano, hay una estúpida tiara de princesa.

No pasaría nada, pero esa es la tiara que se ponía siempre aquella niña.

Lo guardo todo rápido al ver que alguien llega.

Ella entra y me ve de pie.

Y ahora me doy cuenta del increíble parecido.

La vecina estúpida es aquella niña de la que me enamoré.

Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora