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Narra T/N

Un chico está plantado delante de mí, creo que ha venido a decirme algo, pero a lo mejor se le ha olvidado.
Me resulta familiar, pero no sé en quién. Decido presentarme yo.

- Soy Akiyama ______. ¿Has venido para algo o puedo seguir con mis cosas? Es que estoy ocupada.

Ya me sale con soltura decir mi nuevo apellido. Al principio, cuando los Akiyama me adoptaron, me negaba a hablar con ellos. Bueno, ni con ellos ni con nadie.

Él se me queda mirando por un momento, como si hubiese visto un fantasma, pero luego, se mosquea.
Seguramente por que le he dicho la verdad.

He llegado aquí para estudiar, y no tengo por qué hacerme amiga de nadie. Ni siquiera de mis vecinos.
Decido volver a preguntarle, si no responde, ahí se queda.

- ¿Vas a hablar, o te has quedado mudo?

Él me gruñe. Ni que fuera un perro.

- Soy Bakugou Katsuki.

Ese nombre me suena, pero no recuerdo en qué.

Me tiende una bolsa con galletas, parecen caseras.

Sigue hablando.

- Las ha hecho mi madre, para daros la bienvenida a este estúpido sitio. Que disfrutéis de la jodida estancia.

Y, dicho esto se larga. Que tío más raro.

Cierro la puerta y me dispongo a irme a mi habitación, pero mi madre me pilla por el camino.

- ¿Quién era?

- El idiota de nuestro vecino.

Mi madre me mira con reproche, suspira y niega con la cabeza.

- Ay, ¿pero qué voy a hacer contigo?

Yo le sonrío. Se que quiere que haga amigos, pero ya tenía unos pocos en mi anterior escuela. Y no, mis padres decidieron mudarse. Y ahora voy a tener que conocer gente aquí.

Subo a mi habitación y cierro la puerta tras de mí.

Lo bueno es que hemos colocado la cama, el escritorio y el armario.

Enciendo un poco de música y me pongo a guardar la ropa en el armario.

Me doy cuenta de que la mayoría de la ropa que tengo es de color negro.

Y empiezo a probármela.

Resulta que la mitad me está pequeña.

Guardo en una bolsa lo que no me vale, porque las telas siguen siendo buenas y de seguro las puedo reutilizar.

Eso es algo que aprendí cuando era pequeña: A todo, absolutamente a todo, se le puede dar un nuevo uso.

Ordeno un poco las cosas de mi habitación y le digo a mi madre que voy a salir.

- ¿A dónde? - me pregunta con su tono maternal.

- A comprar ropa, que mucha se me ha quedado pequeña; y a comprar los materiales para la escuela que empezamos pronto.

- Vale, pero llévate el móvil y las llaves, que a lo mejor luego salimos a hacer unas compras.

- Vale.

- Y llévate el bolso, para guardarlo todo.

- Vale.

- Y un paraguas pequeño, que hace un día extraño y quizás llueve.

- Vale.

- Y...

- ¡Ya basta! Así está bien, tranquila.

Cojo todo lo que me ha dicho y salgo disparada de la casa.

Empiezo a caminar por la calle.

Llego al tren, y enseguida me lleva al centro comercial.

Bueno, manos a la obra.

Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora