52.

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Narra Katsuki

¿La beso y se pone a hacerse amiguita del bastardo bicolor?
NONONONO

La agarro del brazo y me la llevo sin vacilar.
Ella protesta, pero al final se despide y se gira hacia mí. Me va a caer una buena.

- ¿PERO QUÉ TE CREES QUE HACES?

- Te llevo a casa, tonta.

- ¿Y ANTES QUÉ? ¿EH?

- No sé de qué me hablas.

Ella resopla molesta, porque sé perfectamente a qué se refiere.
Entonces ella se calma un poco y, pensando que no la estoy mirando, se lleva la mano a los labios.
Al ver ese gesto casi me muero.

¡DIOS MÍO! ¿POR QUÉ ES TAN JODIDAMENTE TIERNA?

No sé ni cómo no me di cuenta antes del parecido.

Ella se vuelve a encabronar.

- ¿¡Por qué me besaste, idiota!?

- No es asunto tuyo.

Se le infla la nariz al decir eso.

- ¿¡CÓMO QUE NO!?

-Oh, vamos. Se nota que te morías de ganas de que pasara.

- ¿Perdona? Tú deliras.

- Si, ya...

- Que te quede claro que a mi boca no te acercas más.

Entonces me enfado.
Eso no lo decide ella.

La sujeto del brazo y nos metemos en un callejón.

La atrapo entre la pared y mi cuerpo, impidiendole escapar.

Ella se queda pálida, y sin hacer nada.

La miró con aire de suficiencia.

Me acerco lentamente a su boca, entrabiendo mis labios.

Entonces, la muy capulla como que despierta y me da una patada en mis preciados amigos.

La suelto y ella sale del callejón, no sin antes mirarme.

- La próxima vez te arranco las pocas pelotas que tienes.

Sus palabras tendrían más efecto, si no fuera porque tiene la cara como un tómate y está temblando.

Que estúpida más linda.

Sale corriendo, y cuando llego detrás de ella, tengo el tiempo suficiente para ver como se mete en su casa.

Subo rápido a mi habitación y abro la ventana.

Su habitación está ahí, y su ventana abierta.

Sé que me pueden denunciar por esto, pero a la mierda.

Salto y aterrizo en su habitación.

Entonces ella entra, y se me queda mirando horrorizada.

Está a punto de gritar cuando la atraigo hacia mí y la beso con fuerza.

Se resiste como una maldita luchadora al principio.
Pero entonces se empieza a relajar, y solo me agarra los hombros con fuerza.

En mi interior es como si un millón de palomas (no mariposas) revolotearan por todas partes.

La aprieto más contra mí, y me empieza a faltar la respiración.

Ella se mantiene con los ojos cerrados, y me deja de apretar. Desliza las manos desde mis hombros hasta mi pecho. Pero está temblando, lo que la hace mucho más tierna.

Mi pequeña princesa guerrera.

Cuando por fin me quedo sin aire separó nuestros labios, pero no la suelto.

Ella coje una gran bocanada de aire, y yo la imito.

Se me queda mirando a los ojos, mientras jadea.

Pero no se separa de mí, y eso me llena de una puta alegría indescriptible.

La miro con intensidad.

- Dime que no te ha gustado y te dejaré en paz.

Ella me mira desconcertada.

- ¿Qu-qué?

- Dime que esto te molesta o no te gusta y no volveré a hacerlo.

Me mira. Sé que quiere decirlo.

Pero no lo hace, y casi grito de alegría.

- Podrías besar mejor... - murmura la muy tonta.

Sonrió y me acerco de nuevo a su rostro.

Esta vez, es ella la que adelanta su boca y la une con fuerza a la mía.
Cierra los ojos y me pasa los brazos por el cuello, enredandome las manos en el pelo.
Se separa un momento, lo que me enfada.

- Vaya, tienes el pelo más suave de lo que pensaba.

Me río ante su comentario y vuelvo a besarla.

Al cabo de un rato paramos, pero nuestras manos siguen entrelazadas.

Es el mejor puto día de toda mi estúpida vida.

Me dice si quiero ver una peli y acepto.

Nos sentamos en el sofá y ella se coloca entre mis brazos.

Antes de ponerla dice una última cosa.

- Y esto es allanamiento de morada, estúpido.

Me río y la beso en la cabeza.

Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora