39.

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Narra Katsuki

Cada minuto que pasa pienso que es más rara.

Se gira y me da la espalda.

- ¿Te atreves a ignorarme, estúpida?

Pasa de mí.

YO LA MATO.

- ¡Qué me mires, fea!

- No.

Está tía es realmente idiota.

Agarro su silla y, a pesar de que intenta mantenerla hacia el frente, consigo girarla.

Tiene la cara roja como un tómate.

No sé ni porqué, pero empiezo a sentir un puto ardor en mis mejillas.

- Joder, ¿por qué te sonrojas tonta?

- ¿Por qué lo haces tú imbécil?

- ¿Ah?

- Es el estrés.

- Ya. No me digas que vas a volver a marearte.

- Cállate idiota.

Está tía me está poniendo de los nervios.

Saca el móvil, y sin ningún escrúpulo pasa olímpicamente de mí en mi cara.

Empieza a hacer muecas raras, por lo que deduzco que esta mirándose en la cámara.

- Si te digo que estás roja es porque lo estás - le digo.

Se sobresalta y me mira extrañada.

- ¿Cómo has sabido que me estaba mirando?

- No se suelen poner muecas a todas horas.

Se vuelve a quedar callada y yo también decido sacar el móvil.

También activo la cámara, y estoy de un puto color rojo que me cabrea.

Pero al contrario que ella, yo me muestro impasible.

Entonces, sin que se note, activo la cámara trasera.

Sin necesidad de mirarla puedo verla desde mi móvil.

Sigue un poco sonrojada, pero ya no tanto.

La veo mirándome, pero obviamente ella no sabe que la estoy viendo.

Desconecto el flash.

Y, sin que se entere, le sacó una foto mientras que me está mirando.

Vuelve a mirar su pantalla y le sacó otra foto.

Entonces pienso en la estupidez que acabo de hacer.

PAREZCO UN MALDITO ACOSADOR.

Me meto en la galería, dispuesto a borrar las fotos.

Pero en vez de borrarlas, creo una nueva carpeta a la que nombro como:

La Loca De Mi Vecina.

¿Pero qué me está pasando?

Me siento jodidamente extraño y no me hace ninguna gracia sentirme así.

Gruñendo muevo sus fotos a la nueva carpeta.

Y apago el móvil, porque quiero sacarle más fotos.

Pero no quiero.

Agh, TODO ESTO ES UNA MIERDA.

- Oye - la llamo.

- ¿Qué?

- No pases de mí.

Me mira. Ya no está sonrojada, y eso me molesta un poco.

Ahora solo se la ve un poco nerviosa conmigo.

- ¿Quieres hablar? Vale, ¿sobre qué?

- No sé.

- Habla cuando tengas algo que decir, pero hasta entonces... - dice, y vuelve a su teléfono.

Le quito el móvil de un manotazo.

En seguida se pone roja, y me entra la curiosidad por saber qué mierda estaría viendo.

Pero antes de que lo consiga que lo quita ferozmente.

- Vale hablamos, pero no toques mi móvil.




Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora