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Narra T/N

Corro a mi cama.

Me lanzo y por un momento siento que vuelo.
Pero al final aterrizo en el mullido colchón.

Me tapo la cara con la almohada.

¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO!

Me estoy comportando como una tonta por el mero hecho de que he tenido un buen momento con ese idiota.

Me levanto y me miro en el espejo.

Estoy más roja que un maldito tómate.

Me siento tan estúpida.

Yo soy una persona muy tranquila y seria, ¿cómo es posible?

Me siento en el escritorio para dibujar, porque eso siempre me relaja.
Pero mi cara se sigue empeñando en ser prima hermana de los tomates.

Abro la ventana para que me dé el aire.

En seguida me llega una brisa que me ayuda a calmarme un poco.

Siento que mi cara deja de arder por momentos, y eso me alivia.

Entonces miro al frente y le veo mirándome.

Yo también le miro, y ya empiezo a odiar esta sensación.

Rápidamente bajo la persiana.
Al otro lado oigo su voz llamándome, pero se calla.

Me vuelvo a tirar en la cama y entonces me doy cuenta de que estoy muy cansada.

Y caigo en un profundo sueño, del que ni una explosión sería capaz de despertarme.


Me despierto al cabo de una hora.

Mis padres todavía no han llegado, y muy probablemente hoy cenaré sola. Como casi siempre.

Tengo varios mensajes de Izuku, que sigue insistiendo en que le cuente. Los dejo todos en visto y apago el móvil.

Veo las nuevas zapatillas de ballet en su caja, todavía en el suelo de mi habitación. 

No me reprimo y corro hacia ellas, llena de emoción. Me disgusta darme cuenta de esto, pero realmente me encantaría ser una jodida princesita. 

Entonces miro la caja que dejé encima del armario, la que dije que no volvería a abrir. 

En cuestión de segundos estoy subida a una silla intentando alcanzarla. Por fin, lo consigo y la destapo rápidamente. 

Me pongo la tiara que siempre solía llevar puesta. Al instante todo lo malo desaparece y yo soy una maldita princesa. Ya me acuerdo de por qué me gustaba tanto esta corona.

Empiezo a bailar con la diadema puesta. Bueno, más que bailar estoy revoloteando y mareandome a piruetas por la habitación.

Pero me siento feliz. 

SOY UNA PUTA PRINCESA Y ESTOY JODIDAMENTE FELIZ.

Cuando ya no puedo más caigo rendida en la cama.

Me quito la tiara y la miro detenidamente.

Quizás es porque vuelvo a vivir en esta ciudad, pero extraño un poco la vida que llevaba de pequeña. Aquellos momentos de verdadera felicidad.

Entonces me doy cuenta de que lo que he vivido hoy ha sido un momento de verdadera felicidad. 

Tal vez pueda volver a crear esos momentos.

¿Me pregunto qué clase de persona será aquel niño ahora?

Bakacchan. 

Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora