53.

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Narra T/N

¿Qué está pasando?

Llevo dos semanas intercambiando miradas, besos y manitas con el perro rabioso.
¡DIOS!¡Ni yo me lo creo!

Sigue siendo un imbécil, pero... Pero...

¡ES MUY TIERNO!

Joder, nunca pensé que acabaría sintiendome así por él.

Hemos decidido mantener nuestra relación en secreto, porque no queremos que los demás interfieran en ella.
Aún así, cada vez que hablo con un chico, Katsuki está cerca con aire amenazante.
A este paso, se acabarán enterando en menos de un mes.

Bueno, cambiando de tema.
Mañana es la excursión al festival. Todoroki dijo que me enseñaría todo, y estoy deseando ver los fuegos artificiales.

Salgo de mi casa con la mochila al hombro y un leve mareo.
Llevo desde que me desperté con un zumbido extraño en la cabeza.
Será que he dormido mal, o algo así.

Cuando llego a clase, veo que ya hay bastantes personas dentro.
Todos parecen muy emocionados por la idea de hacer algo divertido juntos mañana.
Izuku da saltitos de alegría y Uraraka sonríe como si le fuera la vida en ello.

Sonrío y me siento en mi pupitre.
Me apena un poco ver que mi estúpido todavía no ha llegado.

De pronto, siento un pinchazo en la cabeza. Me llevo las manos a las sienes y masajeo lentamente para que se me pase. Joder, duele bastante.

Alguien me da un toque en el hombro, y me giro esperando ver a Katsuki.
Pero me encuentro con el rostro de un Todoroki preocupado.
Me pone una mano en la frente y, al estar su mano tan fría, me alivia el dolor.
Poco a poco se me pasa, y el debe de notar mi cara de relajación porque retira la mano.

- Akiyama - san...

- Estoy bien, estoy bien... Tranquilo.

Él asiente un poco inconforme y se sienta en su sitio.
Me giro hacia la puerta con un escalofrío y hay esta Katsuki, fulminandonos con la mirada.

Se sienta detrás mía y ni siquiera me dirije la palabra.
Pues genial, el tonto este se enfada por todo.

Entra el profesor de gimnasia y nos pide que bajemos al pabellón.

Tenemos que hacer unos ejercicios extraños de subir y bajar un escalera de madera con mucha velocidad.

Al llegar mi turno, me subo y me sujeto bien fuerte. Descubro, preocupada, que las barras para apoyar las manos y los pies resbalan, por lo que me sujeto fuerte, teniendo cuidado de no caerme.

Subo con velocidad y toco una pequeña campana. El ruido hace que mi cabeza duela de nuevo, y casi pierdo el equilibrio. Por suerte, soy rápida y fuerte, por lo que me agarro de nuevo resistiendo al dolor.

Subo y bajo unas cuantas veces más, y al bajar me tumbo en el suelo, respirando con dificultad a causa del esfuerzo y el dolor.

Vuelvo a ver a Todoroki mirándome con preocupación, y recuerdo que el me habló de ir al médico. Como sea, no pienso volver a un lugar así.

Le llega el turno al rubio enfadón, que se agarra con fuerza a los barrotes.

Sube y baja una y otra vez, con velocidad y precisión.

Pero entonces, su manos resbalan en un barrote y sus pies se sueltan.

Cae estrepitosamente al suelo.

Estoy apunto de correr cuando escucho algo que me deja helada.

- ¡Kacchan! - grita Midoriya, y se apresura por llegar a su lado.

Iría a ver como está, si no me hubiese quedado petrificada.

Kacchan.

Kacchan.

Kacchan.

Yo he oído esto antes.

Hace mucho tiempo.

Era la forma en la que el bebé llorón llamaba al niño mandón.

Miro a Katsuki fijamente, pálida como si hubiese visto un fantasma.
Porque realmente, estoy viendo ante mi al fantasma de mi pasado.

El zumbido en mi cabeza se hace insoportable, tanto que amenaza con volverme loca.

Pero no puedo moverme. No puedo.

Solo puedo ver como todos acuden a ayudar a Katsuki.
A Kacchan.

A Bakacchan.

Él me mira y me ve congelada, mirándole sin creérmelo.

Entonces veo en sus ojos horror.

Él sabe que le he descubierto, por lo que él sabía quién era yo.

Todo este tiempo.

Y no me lo dijo.

¿Estuvo jugando con mis sentimientos?

Todos esos besos, miradas... ¿No fueron reales?

Eran de mentira.

Siento que me va a estallar la cabeza.

Él se incorpora e intenta acercarse a mi, pero yo retrocedo.

La gente empieza a mirarnos, confusa ante lo que está pasando.

Pero yo no puedo seguir allí. El dolor me consume. Siento que no puedo respirar.

Salgo corriendo de ahí.
No puedo parar de correr, y ni siquiera puedo llorar. Todo esto. No puedo con esto.

Un nuevo pinchazo me hace gritar, y me tropiezo con alguien.

Me alejo lo más rápido que puedo y encuentro la sala del conserje.
Está vacía y me meto dentro, echando el seguro para que nadie pueda entrar.

Siento que me quedo sin oxígeno y doy grandes bocanadas para coger algo de aire, pero no da resultado.
No puedo respirar, y un dolor enorme se asenta en mi corazón.

¿Todo era mentira? Lo era.

Y yo... Caí como una tonta.

Mi cabeza parece estar a punto de explotar.

Necesito...

Ne... Necesito... Aire...

Saco el móvil y llamo a alguien.
Sé que vendrá corriendo.

Contesta, y yo reúno fuerzas para poder hablar sin desmayarme por el esfuerzo.

- To.. Todoro... Ki...

Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora