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Narra el Narrador

En una casa cuya dirección no puedo mencionar, un cenizo muy peculiar se encontraba dormido en una mullida cama.
Parecía que estaba soñando algo bonito, por su cara de tranquilidad.
Pero, de vez en cuando, se movía de un lado a otro. Como si supiera que, en sus ensoñaciones, algo malo estaba a punto de suceder.
Se retorcía como un pez fuera del agua.
Y de la nada se calmaba como si todo estuviera en orden.

- Nn-no, ______ - dijo de la nada.

Pero, al estar él dormido, no podía saber que su madre, que ya se había cansado de que no se despertara, pues lo había llamado cuatro veces, acababa de entrar justo cuando a el muchacho se le había escapado ese nombre en un suspiro.

- Estúpido, no sueñes nada indecente maldito - dijo la madre refunfuñando.

A pesar de que había ido a despertarle de su siesta, decidió dejarle descansar un rato más. Y la razón no era otra que porque su hijo se veía como un ángel cuando dormía. Y la madre necesitaba un poco de tranquilidad ese día.
Si bien parecía un ángel dormido, su carácter despierto era peor que el de mil demonios.

La mujer, cansada, miro a su hijo, suspiró, y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora