43.

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Narra T/N

Todoroki y yo caminamos en silencio llevando las copias que nos han pedido a secretaría.

A veces le miro de reojo, pero creo que no se da cuenta.

No me siento incómoda, más bien tranquila.
Él tiene algo que me relaja, creo que por su forma de ser.

No es que sepa mucho de él, pero parece alguien reservado y serio.
La marca en su ojo me hace pensar que su pasado no ha sido del todo bueno.
Aún así, él se ve buena persona.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - me dice de la nada, sobresaltándome un poco.

Asiento con la cabeza y me paro, porque él ha dejado de caminar.

- ¿Sabes qué te pasó cuando te desmayaste?

No me esperaba eso, y la verdad es que en cuanto lo menciona me incómoda un poco.
Pero decido ser sincera.

- No...

- ¿Y has ido a que te lo miren?

Mi silencio responde todo.

Él me mira, y creo advertir preocupación en sus ojos.

Llegamos y dejamos las copias en la mesa.

Él habla de algo con la secretaria y yo salgo por la puerta.

Me alejo, y en seguida oigo pasos venir hacia mí.

Una mano sobre mi hombro me obliga a girarme y me encuentro con esos ojos de distinto color.

- No soy quién para decirte esto, pero te recomiendo que vayas a ver a un médico.

- Esto no es nada, no hay que alarmarse.

- Ya, pero...

- Agradezco tu preocupación, pero nunca he necesitado a nadie. Tranquilo, puedo yo sola.

Me separo de él y me voy de allí.

Como no quiero que me vuelva a alcanzar tuerzo por un pasillo y me escondo en los baños.

No debería haberle dicho eso, pero aún recuerdo a aquel médico gilipollas.

Hace mucho tiempo, tuve que estar en un centro médico porque me estaban haciendo pruebas de salud y esos rollos.
Era por el tema de la adopción.

Pues, el médico encargado de mí, bueno, digamos que no me tocó alguien profesional.

Un día, cuando ambos estábamos en la sala, intentó aprovecharse de mí.

Y le clave una inyección en la mano.

Estaba vacía, pero supongo que le dolió.

Aún recuerdo la sensación del metal atravesando su carne, tanto como la cara que puso cuando me tiró al suelo.

Desde aquel día no he vuelto a un centro médico.

Han tenido que venir especialistas privados a mi propia casa, porque me negaba a entrar de nuevo en aquellos lugares.

A ese hombre le llevaron a la cárcel porque, aunque a mí no llegó a hacerme nada, violó a otras chicas antes.

A mí no me impusieron cargos, porque fue en defensa propia.

Pero el problema de los mareos no es algo que puedan solucionar en mi casa.
Aparte de que tendría que contárselo a mis padres, y ya tienen bastante con cuidar de mí como para todavía sumarle preocupaciones.

Me relajo un poco y vuelvo a clase.

Todoroki ya está sentado en su pupitre, pero mira a la mesa distraído.

Me siento y el perro me tira del pelo.

Me giro, y en ese momento me doy cuenta de que todos están sentados por parejas.

- ¿Qué pasa aquí? - pregunto.

- Que tenemos que hacer un trabajo juntos, idiota.

Destinos Entrecruzados (Bakugo Katsuki y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora