๛ JungKook esconde un gran secreto bajo sus mangas largas y sus ojeras notables..
TaeHyung lo descubrirá y cuidara de JungKook como su tesoro mas preciado, convirtiendo sus vidas en una sola, entrelazando sus almas...
-mención de Black Pink, Twice y...
-¿Al menos sabes porque estoy así?-Preguntó refiriéndose a todo.
- Dime lo que ocurre, estoy aquí para tí.-Acarició su mejilla con la mano retirando una lágrima que había caído rebeldemente.
-Tengo miedo.-Dijo en un susurro casi inaudible.
-¿Por qué?
-Ayer... ayer pudiste haber muerto, e-ese tipo pudo haberte matado... P-por mí culpa.. -Su voz se rompió al recordar a TaeHyung tirado medio inconsciente y continuó con su llanto.
-Sí hubiera muerto, lo abría echo por haberte defendido, a tí a la persona que ha logrado sacudir mí corazón de un modo increíble, a la persona que me tuvó loco desde que interactuamos la primera vez. Y ¿Sabes qué? No me importaría morir sí es por tí.-Acarició sus brazos heridos y los besó sin importarle mancharse de los pequeños rastros de sangre que había ahí.
-No... No sé que decir. -Contestó con una sonrisa pequeña al comprobar que TaeHyung no se había enfadado con él, pues estaba besando sus heridas sin importarle nada.
Y aunque TaeHyung no lo supiera, curaba las heridas que JungKook tenía en el alma, con sus besos, las palabras, los toques tiernos y cargados de emociones ciertamente inefables, que a ojos del menor, TaeHyung era la mejor persona que podría conocer, que a pesar de tener sus momentos difíciles siempre sonreía y veía un lado lindo de la vida.
-Te contaré algo.-Habló TaeHyung y JungKook asintió-Cuando era niño, me quedaba de pijamada en casa de JiMin y a veces había tormentas eléctricas que hacían que quedaramos a oscuras, a mí me daba miedo y cuando me asustaba a mis cinco añitos por un relámpago o la oscuridad, su madre nos contaba una historia para distraernos hasta que la lluvia parara o suavizara... La historia trataba de un niño que estaba solo, no tenía a nadie a pesar de tener una familia, el niño se sentía solo hasta que un día llegó otro niño y fue su amigo, ese amigo siempre le hacía sentir importante, le escuchaba cuando tenía algo que contar a pesar de haberlo vívido juntos, el punto es que; el niño ya no sé sentía triste o solo, con su amigo se sentía feliz, sentía que tenía a alguien que le quería de verdad y no le importaba el precio con tal de ver a su amigo feliz. -Finalizó su anécdota.
-¿Eso qué tiene que ver con esto?
-Qué yo seré el amigo y tú el niño. -Explicó.
-Sigo sin entender.
-¡Qué yo estaré para tí siempre, no me importaría morir o algo así, lo que me importa es tú felicidad!-Para cuando acabó estaba riendo levemente, cuando su risa se calmó de a poco y quedó una sonrisa que finalmente se desvaneció por un beso.
-No puedo decirte que no lo hagas. ¿Cierto?
-Nop. -Hizo énfasis en la "p"
Rieron y se repartieron más besos tiernos y con mucho amor tratando de demostrarle al otro quererlo tanto, sin límites.
"Sin pensar en mí, pienso en tí, por favor quédate a mi lado, quédate conmigo.
Pasaré el resto de mis días contigo, lo siento desde mi tonto y débil corazón."
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