Capítulo 2.

843 119 483
                                    


-Louis William Tomlinson, no puedo creer que te hayas dejado robar las empanadas.

Ay, me van a 'escoñetar.

-De pana, ojalá te hubieses llevado el perol de celular tuyo. Total, tiene la pila mala -dice Félicité y las tres mujeres me fulminan con la mirada.

-Dime, Louis, ¡¿ahora qué vamos a comer?! -chilla Charlotte. Esa chamita lo único que piensa es en comer.

Qué arrecho como mi familia ni siquiera se preocupa por el hecho de que me acaban de robar a punta de navaja.

-Tranquilas, que yo les monto unas arepitas  y cruzo un momentico a donde la señora Clexaida a pedirle un pedacito de queso. Bórralo -les digo. Esa señora es un pan de Dios: el otro día me regaló una arepa con margarina cuando iba saliendo al liceo y no tenía nada de comer.

-¿Ah si? Qué fino. ¿Y con qué gas piensas montar las susodichas arepitas?

Ay, verdad.

Me encuentro ideando alguna objeción en mi cabeza, alguna excusa viable o solución para contentar a mi familia. No hallo qué decir.

Y es que ni siquiera tengo la culpa.

-Bueno mamá, quién te mandó a ti a votar por Chávez -espeto, hastiado.

Observo, petrificado, como mi progenitora se saca la sandalia para lanzármela en la cara con su experta puntería.

Entonces el sonido de una bocina irrumpe en la escena, y aprovecho la oportunidad de escapar cuando mi madre se distrae.

Salgo por la puerta principal, encontrando una moto Bera roja socialista estacionada frente a mi casa.

Alzo la vista y diviso a Zayn sobre la moto, de brazos cruzados y con una gorra de la oposición puesta al revés.

-¿Negro, y esa moto? -le pregunto en tono de advertencia, con una ceja alzada. El otro día me pidió prestado para comprarse una conserva de coco en el semáforo. A menos que se haya ganado el Triple Gordo, no me imagino de dónde habrá sacado plata para comprarla.

-Me la robé, qué más -responde con simpleza encogiéndose de hombros. Negro tenía que se-. Súbete pues, vamos a protestar. Están quemando caucho por Turmero.

Estoy a punto de decirle que no puedo ir: que soy el hombre de la casa y que debo encargarme de las necesidades de mi familia.

Entonces recuerdo que tengo diecisiete años, y que mi mamá estuvo a punto de partirme la jeta con su chancleta y me da arrechera.

-Arranca pues -mascullo, subiéndome a la parrillera de la moto y Zayn acelera.

Cuando llegamos a la manifestación, lo único que vemos es humo.

El moreno estaciona la moto por ahí y cuando me alcanza, me encuentro discutiendo con un miembro de la FAES.

-¡'Tas reclutado' , pana, 'tas reclutao'! -exclama él, tomándome de los brazos y esposándome a la fuerza.

-A PUES, CHICO. ¿TE PICA EL CULO? -le grito yo en respuesta. Me intento zafar de su agarre, pero soy muy bajo y delgado. No soy tan fuerte- ¡Negro, ayúdame!

Zayn interviene y se posiciona bastante cerca del FAES, encarándolo.

-¡¿Qué pasa aquí?!

-Nada, chico. Ahora 'tas reclutao' tu también -dice el guardia.

-¿Cómo que reclutado, ah? ¿Cómo que reclutado? -Zayn introduce una mano en el bolsillo de su pantalón, donde se puede apreciar un gran bulto que sobresale de él.

Entonces el hombre me suelta y sale corriendo en dirección a sus demás compañeros.

Eso estuvo cerca.

Le agradezco a mi amigo con un asentimiento. Lo miro unos segundos y entonces le pregunto:

-Mano, ¿de pana tienes una pistola?

-A vaina -suscita él, indignado-, malandro pero no tanto. Lo que pasa es que con esta cara de pran cualquiera se asusta.

-Ah.

Recorro la avenida con los ojos entrecerrados por el humo y la respiración agitada, aún pasando el susto. Las calles donde supuestamente estaban protestando se encuentran desoladas porque se han llevado detenido a todo el mundo; o algo así me explica mi amigo, pero no le presto mucha atención.

Quién me manda a mi a andar faranduleando en vez de calarme tranquilo los peos de mi casa.

-Ajá, ¿y ahora qué? -inquiero de brazos cruzados y con una ceja arqueada- No pienso quedarme aquí sentado a verte tu cara niche.

-¿Es que tú eres del Castaño, a caso? Bájale a tu sifrinería. Déjame llamar a Yonaiker a ver qué está haciendo.

Lo miro con los ojos muy abiertos mientras él marca un contacto en su gallito. Ah no, yo con Yonaiker y Yursaida no salgo más nunca: la otra vez se me adelantaron el la cola del Súper Líder y me quedé sin pasta de diente.

-No, menor. Yo mejor agarro una camionetica y me voy a mi casa a atender a las hembras. -me excuso.

Nos despedimos y tomamos caminos diferentes; Zayn en busca de la Bera robada y yo a ver dónde pasa algún autobús.

La vaina es que no tengo efectivo.

AU. Pelando Bolas. l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora