Capítulo 10.

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En Venezuela, Semana Santa es una festividad repleta de tradiciones, siendo una de estas el Recorrido de los Siete Templos.

Dicha celebración se lleva a cabo el Jueves Santo, con el fin de conmemorar el recorrido hecho por Jesucristo al Huerto de Los Olivos, lugar al que se dirigió después de la última cena.

Me encuentro de brazos cruzados en la parada del autobús, esperando junto a mi mamá y mis hermanas a que se digne a pasar una camionetica.

-¿Ajuro tenemos que ir, mamá? Ya pasó media hora y no llega esa vaina.

-Cállese, Félicité Sofia -la reprende mi madre tensando la mano, como si le fuera a volar la jeta de una sola cachetada-. Y sí, tenemos que ir para honrar a Dios y pedirle que nos saque de esta situación, porque si uno es constante y obra bien el Señor nos recompensa con sus sagradas bendiciones y...

Y ahí va la cantaleta de Doña Johanna, más larga que las cadenas de Maduro.

La pepa abismal de sol, más el calor, más la lírica católica de mi mamá hacen que comience a dolerme la cabeza. Hace calor y siento como se me comienzan a formar sendas cachapas con full mantequilla bajo los brazos.

Hoy mi madre nos hizo vestirnos decentes, pues según ella "Diosito toma en cuenta nuestro esfuerzo de servirle y los pequeños detalles que hacemos por Él"; aunque honestamente no entiendo en qué le beneficia el hecho de que me vista bien o no.

Llevo puesta la camisa blanca de mi primera comunión: las mangas me llegan por los codos, pero igualmente me la tuve que poner porque no tenía nada más decente; me puse los pantalones de vestir azul marino del colegio con la correa, además de los zapatos negros del colegio, que tuve que pintar con un marcador Sharpie porque estaban pelados en las puntas.

Charlotte tiene el ceño arrugado y la boca fruncida en una boca de pato, pues mi mamá le trenzó unas clinejas para que se viera arreglada y ella odia peinarse el cabello. Esa niña parece el Tío Cosa con las greñas siempre en la cara, yo no sé cómo es que todavía no usa lentes.

Fizzy lleva el cabello atado en una coleta alta que la hace ver -debo admitir- más bonita, resaltando sus pómulos y sus ojos grandes. Los más grandes entre nosotros.

Ambas van vestidas con unos vestidos burda e' feos -de esos que usan la gente niche- con diseños florales que les regaló la señora Clexaida, pues eran de sus nietas y ellas se fueron del país. Los vestidos parecen trapos de cocina y les quedan gigantes, pero a regañadientes se los tuvieron que poner. El de Lottie es amarillo mostaza y el de Fizzy es rojo vinotinto.

Johanna tambien tiene el cabello recogido en una cebolleta y está usando una batola marrón, muy parecida a la que usa para cachifear.

-¡Hasta que por fín llegó, naguara! -exclama exasperada Lottie antes de subirse a la camionetica, que huele, como decía mi abuela, a mono tití.

Yo le iba a pedir a Zayn que me prestara un carro para así no pasar esta roncha, pero cuando mi mamá preguntara de dónde lo había sacado sendo zaperoco que se iba a formar.

Noooo mi amor. Mejor prevenir que lamentar.

Llegamos a la primera iglesia: la Juan XXIII, en San Isidro.

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AU. Pelando Bolas. l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora