Capítulo 8.

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Harry lleva los rizos recogidos en un moño descuidado sobre parte alta de la cabeza; sus ojos me examinan con un destello de preocupación -o confusión, no lo sé bien- recorriendome de arriba a abajo

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Harry lleva los rizos recogidos en un moño descuidado sobre parte alta de la cabeza; sus ojos me examinan con un destello de preocupación -o confusión, no lo sé bien- recorriendome de arriba a abajo.

Esta vez no está usando una franela blanca, pero sí sus ajustados jeans negros acompañados de una camisa azul a cuadros que hace contraste con sus ojos verdes.

Si es verdad que el bicho vive en La Floresta...

-¿Estás bien? -cuestiona, indicando mi chemise salpicada de sangre y mi cabello sucio.

Recuerdo que aún tengo la camisa del PSUV de Zayn enrollada en la cintura y me la desprendo del cuerpo rápidamente, como si quemara. No vaya a ser que crea que soy Chavista.

Me seco el sudor con ella.

Estoy por responder cuando reparo nuevamente en la madre de Harry, que se encuentra recostada sobre la pared, visiblemente enyeyada.

-¡¿Lo conoces?! ¿¡De dónde lo conoces?! -pregunta a gritos y el de ojos verdes hace un ademán con la mano pidiendole que se calle la jeta, sin prestarle mucha atención.

Ay, lo van a 'escoñetar, pienso; pero la mujer solo guarda silencio, respirando con más calma.

-¿Qué haces aquí? -inquiere nuevamente con un dejo de diversión.

Yo me hago a un lado, posicionandome disimuladamente frente a la mancha que dejó mi amigo sobre el portón. Capaz así no lo ven.

-Yo...Estábamos protestando unas calles más abajo y se prendió esa verga -confieso apenado. No consigo inventar alguna mentira.

No es que me de pensa salir a protestar, pero sí me avergüenza decirlo frente a estas personas. Ellos no tienen necesidad de hacerlo, pero yo sí.

...La pobreza...

Me doy media vuelta, dispuesto a irme con mi poca dignidad de allí. No le he dicho a mi mamá que saldría ni mucho menos adónde iba, por lo que debe andar arrancandose los cabellos del estrés y hablando con los pranes de mi calle para que salgan a buscarme.

Doy un paso hacia adelante y algo me hace retroceder, la mano de Harry halándome hacia atrás.

Lo encaro, con los brazos en cruz y una expresión hóstil, enmascarando mi pánico.

Seguramente se dio cuenta de lo del portón.

-¿Quéloqué pues? Me tengo que ir.

-¿Adónde te vas? -cuestiona él, mirándome con gracia. ¿Este carajo piensa que vivo en la calle o qué?

-A mi rancho, pues. Pobre pero no desamparado. Los niches tambien tenemos familia -afirmo. Busco con la vista a la mujer detrás de él y me percato de que ya no está. Habrá entrado otra vez.

-Sí, yo sé, vale -Harry rueda los ojos y mi estómago genera un ruido extraño: un gruñido. Tengo hambre-. Era para ver si...no sé, ¿querías pasar?

AU. Pelando Bolas. l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora