-¡Párate pues, que ya es la tercera vez que vengo a despertarte, nojodaaaa!
Mi madre es la que habla, escupiendo un poco en mi cara cuando lo hace.
Es lunes y las vacaciones por Semana Santa han, por desgracia, concluido. Debo ir al liceo y he perdido la costumbre de levantarme temprano, por lo que el hecho de abrir los ojos me es incapaz, imposible, impensable.
Estiro el rostro, pasando una mano sobre éste para limpiar las gotas de baba sobre mis pómulos y nariz.
Mi voz suena espesa cuando hablo:
-Sin efectos acuáticos, por favor.
Johanna Tomlinson pela los ojos de tal manera que temo que puedan zafarse de sus cuencas; y es cuando reúno todas mis energías que poseo para levantarme de la cama y comenzar a correr.
Mi sexto sentido me indica que me agache, esquivando de chiripa la chancleta Traki de mi madre.
Aparto la cortina que cuelga de la barra metálica sobre el marco de la puerta, que es la que separa a la cocina del área de la sala.
-¡HUELE A QUEMADOO! -advierto cuando cierto aroma irrumpe en mi nariz.
Cuando entro, dudo encontrarme en algún lugar del páramo andino y no en mi cocina.
-¡¿Qué es esta niebla?!
No veo nada; el humo caliente cubre casi por completo el panorama y quema sobre mi piel.
Camino a ciegas, preguntandome qué es lo que haría Sandra Bullock en Bird Box. Voy tanteando con las manos: primero rozando la vieja nevera, el fregadero, me tropiezo con un botellón de agua y finalmente alcanzo algo de dónde sostenerme. Algo aspero, pajoso.
-¡AAAY, MI PELO! ¿TÚ ERES LOCO?
El sonido me espanta, haciendome saltar en mi lugar.
-¡Verga, la Sayona! -exclamo y golpeo la figura con lo primero que encuentro: una cuchara de Hello Kitty.
El humo se ha disipado en su mayoría, permitiendome ahora divisar el rostro de mi rubia hermana Lottie, quien me mira fúrica y con los labios fruncidos.
Está arrecha.
-¡Coñoetumadre me pegaste duro! ¡Sale! ¡Pa' fuera! -ordena ésta vez golpeándome ella con la misma cuchara.
Es de plástico y la compramos junto a un juego de platos de la gata en Mango Bajito, pero me doy cuenta que sí pega duro.
100% calidad china.
-¡A pues! ¡A mí me respetan, engendros!
Es mi madre la que grita, entrando en escena.
¿Dónde está Mtv o TLC para ofrecerme mi propio reality show? Están como que lentos, aquí hay full material.
-¡¿Por qué hay tanto humo?! -pregunta Felicite avanzando tambien hacia nosotros.
Cálida reunión familiar, sí.
Yo ya veo los posibles títulos: "Into the house", "Los Tomlinson", "Sobreviviendo a las hembras" o "House of freak".
Me gusta.
Charlotte se encuentra frente a la ornilla, ocultando algo tras su estrecha espalda. La aparto a pesar de que infringe resistencia; no soy fuerte, pero sí más que ella.
Macho alfa, nojoda.
-¡Coño de la madre Charlotte Andreina! ¡Quemaste las arepas otra vez! -remilga Fizzy, señalando en dirección al budare.
-¡DIJE QUE ME RESPETARAN, VALE!
Hay seis arepas carbonizadas sobre el budare, el cual nadie se ha molestado en apagar aún, todos muy concentrados en la disputa matutina Tomlinson.
-¡SI NO QUIERES QUE SE QUEMEN ENTONCES HAZLAS TÚ!
Me acerco cautelosamente a la orinilla, apagando la candela. Me alejo nuevamente a observar el espectáculo desde una esquina del lugar.
-¡DALE PUES, LAS HAGO YO, NO ME IMPORTA!
-¡DALE, ÉCHALE BOLAS! ¡YA QUIERO VERTE MAÑANA!
-¡MONGÓLICA!
-¡PATULECA!
-¡¡¡DEJEN DE GRITAR!!!
Eso, así se hace: hay que derrocar a los de Acapulco Shore y a las Hermanas Gitanas. ¡Sí se puede!
Camino a la sala y me siento en el sofá roto para terminar de amarrarme las trenzas. Ya son las 6.30, no tengo desayuno -o bueno, sí tengo: uno incinerado-, mis hermanas todavía no se han vestido y Zayn no puede buscarme hoy porque no consiguió vehículo.
Voy a llegar tardísimo y tengo prueba a primera hora, qué bello.
Volteo un segundo y por la ventana distingo un carro estacionado frente a mi casa.
Alguien está golpeando la reja y nadie se ha dado cuenta gracias a la pelea, que sigue bien candela.
¿Será que la negra consiguió carro?
Ay, ojalá.
Salgo por la puerta para recibir a Zayn, pero se me revuelve el estómago al darme cuenta de que no se trata de él.
-¿Qué haces aquí? No, no. ¿Cómo sabes dónde vivo, tú? -pregunto. Esta vaina ya me está dando miedo.
Harry se encuentra de pie frente a mi reja desconchada vistiendo su uniforme del Instituto Araguaney, parado sobre un pie mientras me sonríe levemente.
Me lo encuentro en la cola, me lo encuentro en el Hyper Jumbo, en La Floresta, en la iglesia...
¿Y ahora me lo encuentro en mi propia entrada? ¿Qué sucede aquí pues?
-Te vine a traer el otro día que estabas en mi casa, duh. Y buenos días a tí también.
Verda'.
-He venido a ofrecerle a usted, colega y monseñor, mis servicios de transporte en vehículo terrestre -anuncia de manera teatral, abriendo la puerta del co-piloto de la Kangoo plateada.
Ridículo.
-¿Y más o menos por qué? Si se puede saber. ¿Qué sabes tú si ya tengo quien me lleve? -me cruzo de brazos, respondiendo de manera altanera.
No me gusta que la gente dé por sentado que dependo de los demás, que no puedo por mi cuenta.
-Pues qué mal servicio ofrece tu cola, si es que tienes, pues ya vas tarde y aún no te viene a buscar -observa con picardía y yo le lanzo una de esas mirandas hirientes, cargada de odio.
Pero no digo más nada porque tiene razón: me quedan quince minutos para llegar al colegio y presentar el exámen de química por el que me he estado halando los pelos toda la semana. Puedo sumarle diez minutos más, contando el lunes cívico; pero caminar hasta allá me tomaría como mínimo una hora.
Me subo al carro, ajustándome el cinturón de seguridad y apretando mis dedos al rededor del sujetador arriba de la ventana.
-¡Apriétalo, Vladimil! -bramo, y el auto emprende marcha.
Harry conduce rápido, quizá demasiado, pero no me quejo porque voy con retraso y necesito -debo- llegar lo más de prisa posible. No importa si me cuesta la vida.
-No sabía que eras chófer -comento tras no haber intercambiado palabra durante todo el trayecto.
-No lo soy. Digamos que es un favor.
Con tal que no me lo cobres después...
Le voy a preguntar a qué se debe el susodicho favor, pero decido que me es más conveniente repasar un poco los apuntes en mi cuaderno.
El camino es silencioso. Vamos con las ventanas arriba pues el aire acondicionado sí funciona -lo que no es muy común hoy en día-, con la radio encendida y la voz del Profesor Briceño haciendo eco de fondo.
Le meto un mordisco al taquito de hojaldre relleno con queso guayanés que me ha ofrecido el rizado al volante, el cual acepté sin pensarlo dos veces pues no traía desayuno.
No quiero decir que estoy disfrutando ésto, pero estoy disfrutando ésto.
Y se lo hago saber a Harry cuando volteo a verlo con una sonrisa sin dientes y mi boca llena de hojaldre. Mis ojos arrugados a los costados.
Él me mira de vuelta, despegando su mirada de la carretera sólo un segundo.
Cuando llegamos al Padre Antonio Leyh me bajo del vehículo, no si antes agradecerle y despedirme. Camino hacia la entrada y noto el peso de su verde mirada todavía sobre mí.
-¿No vas tarde tú también? -pregunto.
Harry hace un ademán con la mano restandole importancia.
-Meh.
Y cuando pongo un pie dentro de la institución, escucho el sonido del acelerador y el auto se ha ido.
Estaba esperando a que entrara.
Son las 7.10 y corro desbocado como el Caballo Viejo, esperando que la coordinadora me deje entrar al salón.
La caraja me tiene arrechera, no sé por qué.
Cuando subo las escaleras hasta el segundo piso y coloco mi mano sobre la manilla de la puerta, siento un zumbido rozar en mi oído.
-Tomlinson, llega tarde. Se le acabaron los pases la semana pasada, va a tener que esperar hasta el siguiente bloque en mi oficina -informa la wachiman.
No me jodas.💛💙❤
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AU. Pelando Bolas. l.s.
FanfictionAU ambientado en Maracay, Venezuela. En Venezuela hay crisis, pobreza, inseguridad y escasez. El país está jodido, pero Louis, Zayn, Liam, Niall y Harry lo están mucho más. Donde las únicas fronteras para el amor son las de Colombia y Brasil. Todos...