Capítulo 7.

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El panorama se encuentra nublado por las cantidades de humo que desprenden los cauchos quemados

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El panorama se encuentra nublado por las cantidades de humo que desprenden los cauchos quemados.

Esquivo perdigones y piedras con maestría, lanzados por lo policías que intentan ponerle fin a nuestras protestas.

O, bueno, las protestas de lo demás: yo sólo he venido a pasar el rato a cuestas de Malik.

Matrix se quedó pendejo al lado mío.

A la distancia diviso a Zayn, restregándose con gracia una camisa roja del PSUV por el culo.

Ahora escucho un grito ahogado: un perdigón ha dado contra su pierna.

Se me escapa una carcajada, la cual reprimo rápidamente esquivando un...¿cuchillo?

¿Qué se cree ésta gente, ninjas?

Para este momento lo que se suponía fuese una pacífica manifestación por la falta de agua y luz se ha salido completamente de control.

Ventanas de casas rotas, gente mentando madre, heridos, sangre y armas de todo tipo.
Noo, mano, yo ya piré.

Me dirijo con prisa al punto donde reposa en calma el cuerpo herido de mi amigo.

-Vente mi negra. Te voy a sacar de esta plomamentazón.

Paso un brazo por debajo de sus rodillas y el otro lo coloco en su espalda, teniendo cuidado con su pierna y tórax sangrantes, cargándolo al estilo nupcial.

Son heridas superficiales que máximo le generarán una costra como evidencia de ellas, pero es que showsero se nace, no se hace.

-¿Cómo que negra, chamo? Yo soy marrón británico -afirma, dejando caer su cabeza con cansancio.

-Si tú eres marrón británico entonces yo soy cantante famoso.

No decimos más nada. Sudo y gruño por el esfuerzo; no es que Zayn sea muy pesado, pero sí más alto que yo y soy quizá muy delgado.

Apenas salimos de la zona de fuego, extiendo los brazos y dejo caer su cuerpo en la acera caliente de una urbanización, librándome finalmente de la carga.

Sus ojos marrones me fulminan con arrechera, las pestañas espesas sucias de tierra. No me inmuto, total, ésta vaina es culpa suya.

Se arrastra como puede hasta el portón blanco de una gran casa recostando su menuda figura sobre éste, manchándolo de sangre.

-¡¿TU ERES MALDITO?! ¡MIRA COMO ENSUCIASTE ESA VAINA! -separo los párpados en demasía señalando la silueta roja.

Ya me ví vendiendo un riñón para comprar un cuñete de pintura Solintex, marvado Maduro.

-Cállate estúpido. Ni que me fuera a quedar viviendo aquí -espeta el herido-. Descansamos un poquito y nos vamos pal' rancho. No se van a dar cuenta -apunta, por lo que me quedo tranquilo. Bueno, por algo es malandro; el bicho sabe hacer sus vainas escondido.

-Dale pues.

Alzo la vista, detallando con mis pepas azules la mamarra casa frente a mí.


Estilo victoriano de dos plantas

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Estilo victoriano de dos plantas. Tiene múltiples ventanas enmarcadas; la fachada es de color gris y blanco con un jardín arrechísimo del que puedo apreciar poco, pues la estructura se encuentra rodeada por una reja bastante alta, igualmente blanca y de barrotes estrechos.

Algún día, cuando la Virgen de la Chiquinquirá me cumpla mi deseo, tendré una casa así de bella.

Se escucha un ruido, luego una voz, y mi convive y yo nos miramos a la cara en un mohín de espanto.

Ay, la cagamos.

Se abre la puerta y vislumbro la silueta de una mujer mayor en el umbral.

Ella cierra la reja con llave tras de sí. Voltea, y lo primero que observa es a mí, con piedras en los bolsillos y mi uniforme moteado de manchas rojo brillante; luego a Zayn, soltando quejidos en el suelo.

Si dijera que estaba por darle un infarto a la señora, sería poco. Realmente poco.

-¡UN MALANDRO! -grita despavorida, agitando las palmas en el aire- ¡HIJO, AYÚDAME! ¡UN MALANDRO Y UN NEGRO!

Mi morenazo forma la mirada de "no me jodas" más honesta que he visto en mi barriotera vida. Pobrecito vale,  yo no sé quién le mandó a irse de Petare.

La mujer agarra su senda cartera marca Tommy Hilfigher y se dedica a atacarnos con su contenido: lanza servilletas, un bolígrafo, un pequeño cuaderno, maquillaje...un frasco de perfume Factory acierta contra mi marcado pómulo y veo a Malik recogiéndo algunas de las pertenencias de la mujer y guardarlas en los compartimientos de su bermudas marca Graffiti.

Choro al fin.

Esquivo los objetos al igual que esquivo las balas cada vez que se forma un peo en mi barrio; y de un momento a otro, una cuarta persona sale a la acera junto a la vieja loca esa.

-¡PÉGALES, HIJO! ¡HAS ALGO! -ordena ella deteniendo su ataque. Busca refugio tras la espalda del que, intuyo, es su hijo, escondiéndose de nosotros.

Agarro a Zayn de la muñeca sin detenerme a mirar el rostro del que ha salido al rescate de su madre, tomando impulso para echar carrera a cualquier lugar lejos de aquí.

-¡Hey, espera! - escucho decir una voz detrás de mí. No es la de mi amigo, pues se encuentra corriendo ya unos veinte metros delante de mí.

Ya decía yo que ese dolor era puro show.

Detengo mi huída y me viro en dirección al hijo.

No me la calo, ¿otra vez él? Éste bicho como que me está persiguiendo.

-¿Harry?

-¿Louis?

AU. Pelando Bolas. l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora