Capítulo 28.

457 79 178
                                    

Y tal y como Liam nos había pedido el jueves, hoy domingo, Día del Padre, nos encontramos en casa del susodicho para ayudarlo a preparar el sancocho acompañados de su familia, que nos miran en desaprobación, sientiéndonos muy fuera de lugar.

Obviamente no es la primera vez que entro a éste departamento, pero sí la primera vez que lo hago con la presencia de la entera familia Payne. Su papá, su mamá, sus abuelos, tíos (padres de Leo) y Leonardo llenan los mueble estortillaos de la sala y el reducido espacio de la vivienda.

Reinaldo Armas llena el ambiente a través de las vocinas de la Canaimita de Leo mientras la tía de Liam baila un intento de joropo bastante descoordinado. Parecemos sardinas en lata, de paso con calor porque el aire acondisoplao es más chimbo que el coño y ajá; Maracay, calor.

Harry y yo llegamos juntos, y apenas postré la punta del pie en la residencia, pude sentir un arrecho olor a cagao' surcar mi nariz.

-¡COÑO DE LA MADRE, LIAM ANTONIO! ¡EL BENDITO GATO SE CAGÓ OTRA VEZ EN LA ALFOMBRA!

La que grita es la madre de mi amigo, Karen Payne, quien levanta los brazos en el aire con la tez tres tonos más roja. Sus brazos son flácidos y el pellejo le cuelga de ellos, balanceándose y creando brisita.

Son más efectivos que el aire horrible ese que tienen.

-A pues, ¿tienes un ga-...? -intento preguntar, pero el frente papa éste me pone su asquerosa mano con olor a cebolla en la jeta, llevándome a través del pasillo para que pasemos desapercibidos y no crear más alboroto del que ya hay.

Así de desconfianza me tiene.

Yo tomo la mano de Harry quién por inercia es arrastrado junto a mí (tropezando en el proceso, como siempre) hasta la pequeña cocina, el lugar al que desde un principio se acordó que estaríamos.

Una vez jugando con Liam y Zayn sin querer rompí una vajilla muy valiosa al hacer impactar un balón contra el estante. Pedazos de porcelana volaron por la cocina, vidrios, cubiertos y hasta jodí una olla a presión. Cuando Karen se enteró, me cayó a correazos y me prohibió volver a jugar en su casa. Mi mamá también me escoñetó cuando se enteró y más nunca volví a tocar una pelota.

Esa vaina fue en primaria y aún la mujer me tiene arrechera. Tiene que aprender a soltar, el rencor es malo.

Zayn tampoco se queda atrás: él tiene terminantemente prohibida la entrada al apartamento (a menos que, claro, lo haga escondido o cuando ella no esté) pues, malandro al fin, una vez la mujer lo pilló abriendo la nevera y llevándose varios kilos de pasta y arroz Primor, nagüeboná de muerto de hambre.

De pana que ese carajito sí jode.

Total, que estamos más rayados que la última pagina del cuaderno ante los ojos de esta familia. Harry aún no, por supuesto, pues aún ni lo conocen. Pero cualquier mariquera y su nombre estará junto al mío en la lista negra de los Payne.

¿Quién les manda a permitir que su hijo sea mejor amigo de un bojote de malandros, pues? Pa' eso lo meten en un colegio privado y borralo. Ellos tienen plata.

-Ajá, bueno, primero que todo gracias por llegar dos horas después de lo acordado -me habla a mí en tono sarcástico. Se ve hostinado y no lo culpo. Su familia es muy intensa, sobre todo si está toda junta. La reunión de las cuaimas.

Pero esa no es razón para que me reclame. Nojoda a mí me respetan.

-Marico, o sea, literalmente me vine caminando en chancleta desde Caña de Azúcar hasta La Floresta a buscar al chamito -hago un ademán hacia Harry y éste asiente- pa' despuéees venirme hasta acá y subir tus cinco pisos de mierda de escaleras porque el ascensor de ésta vaina siempre me deja trancao'. Deberías estarme lamiendo las patas, más bien.

AU. Pelando Bolas. l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora