AU. Pelando Bolas. l.s.

Capítulo 3.

-¿Quién me dice cómo se llamaban las tres carabelas de Cristóbal Colón? ¿Si, Luis Tomás?

-Louis Tomlinson -la corrijo por septuagésima vez en el lapso-. Eran la Pinta, la Niña y la Santa María.

Hay un gran barullo formado en el salón: aviones de papel volando por el aire, maldiciones a Maduro, chistes de todo tipo e incluso una corneta inalámbrica sonando al fondo del salón (que seguramente se la robaron a algún carajito de Las Delicias) con la última canción de Anuel.

Nadie le está parando bolas a la clase de História de Venezuela a excepción de mí, pues quiero graduarme y que me entreguen mi título de bachiller para poder irme de una vez pal' coño y salir de este barrio.

Me aburro después de unos minutos descartando aquella idea, saco el BlackBerry para ver la hora: mardita sea que apenas son las 8.30.

Miro a Liam quien está sentado a mi lado, encontrándose igual o incluso más ladillado que yo. Su dedo índice dentro de su fosa nasal izquierda.

-Mano -me llama él-, Daniela me está dice que y que en Makro están vendiendo combo a partir de diez mil bolívares. Vamos a llegarnos.

-Sí Luis. ¿Tú crees que yo tengo capital pa' un combo? Ese serás tú, que vives en Calicanto.

Liam me ve con el ceño arrugado.

-No pues, yo decía a ver si le decías a Zayn y simulábamos un quieto. Tampoco es para que me insultes.

El negro, el azote de barrio...

No es mala idea.

Hoy no me encuentro de buen humor: ayer se me fue la luz todo el día y en la noche me atacaron los zancudos. De paso, una vecina le recomendó a mi mamá que nos restregaramos cebolla en el cuerpo porque "es un excelente remedio para la plaga" (mentira).

Y ahora, a parte de que creo que me va a dar chinkungunya o Dengue, estoy picado y huelo piche.

Busco a mi alrededor sin divisar a mi amigo.

-Gordis, Malik no vino -informo.

-Nojombre, ese carajo debe andar metido en alguna marcha.

-De pana.

[...]

-No puedo creer que me hayas obligado a venir a hacer la cola. De verdad que no pinto nada aquí -le reclamo a ojimiel.

Estoy junto a Liam haciendo la cola en Makro bajo el inclemente sol maracayero para comprar harina y, con suerte, conseguir un combo. Aunque no sé qué coño hago aquí, si total no tengo plata.

Volteo a ver a mi amigo castaño, quien no me presta atención pues está embelesado escuchando los chismes de Kimberly, Luzneidi y Daniela, la chama que lo trae loco.

Lo empujo para llamar su atención, lo pateo, le halo el escaso cabello que tiene -porque lo lleva en corte militar- y ni así me para bolas.

Es que el queso que le trae a esa chama es tremendo...

Resignado, me aparto de mi grupo y paseo entre la gente en la cola a ver a quién me consigo, o con quién puedo quejarme y hablar mal de gobierno, como hace mi mamá en todas las colas.

Pero qué va. Hace demasiado calor y no he comido nada, aparte que ya puedo sentir como me va dando la yeyera.

Me hubiera quedado en el liceo vale, allí por lo menos me hubiesen dado, no sé, un vaso de agua con azúcar.

Tomo mi celular para marcarle a Zayn y pedirle que se robe un carro para que me venga a buscar, pero me percato de que no tengo batería y la arrechera que me entra no es normal.

Marvada sea la batería mala.

Mientras camino, la fila ha multiplicado por lo menos tres veces su tamaño. El sudor me gotea del flequillo hasta el puente de la nariz y me baja por la espalda, manchando mi camisa beige del liceo. Entrecierro los ojos para buscar a Liam, pero no lo encuentro y creo que me perdí.

Me tiemblan las piernas, mi estómago gruñe. Hace mucho sol y me duele la cabeza.

Estoy por gritar su nombre pero se me seca la garganta. Noto una gran mancha oscura frente a mí, ¿de adónde ha salido?

Flaqueo y siento un dolor punzante al costado de mi cráneo.

Y ya no siento nada.

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Wuuu! Nuevo capítulooo! Espero lo disfruten. Actualizaciones cada dos días, biba.