Capítulo 4.

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Escucho el eco de una voz retumbar en mi cerebro: "Epa, despierta". Suena gruesa, ronca y lenta. De un hombre.

No quiero abrir los ojos, no quiero moverme.

"Me violaron, me secuestraron, me robaron" es lo único que pasa por mi mente.

No tengo dolor además de el de al costado de la cabeza y siento calor en la frente: debo seguir tirado bajo el sol.

-¿Estás bien?

-Creo que se murió -escucho otras voces. Abro los ojos.

Efectivamente sigo en el suelo fuera del Makro, pero la diferencia es que ahora hay un círculo de personas agrupadas a mi alrededor observándome, un niño pequeño puyandome reiteradas veces con una rama.

-Mi niño, ¿estás bien? -me pregunta una de las señoras en el círculo. Viste con una batola blanca ruñida, tiene el cabello canoso revuelto en todas direcciones y delgada hasta el hueso, chupada por la situación del país al igual que yo.

No respondo, me limito a asentir incómodo bajo la atención de unos diez pares de ojos que me observan atentamente.

-Párate chamo, que ahí se mean los gatos -espeta el de ojos verdes tendiendome su mano.

La acepto rápidamente y me pongo de pie; me percato de que me sangra el labio, seguramente por la caída.

La gente regresa a sus respectivos puestos en la cola, pero él permanece en su sitio.

Lleva el cabello rizado un poco más abajo de la barbilla. Los ojos grandes y verdes y la piel blanquecina. No decimos nada y él me mira en una expresión indescifrable.

Coño, ¿dónde estará Liam?

-Te desmayaste -me informa el chico, como si ya no lo supiera.

-No me digas.

-Estaba tratando de romper el hielo y ser amable, pero bueno, si ya lo sabes entonces me voy.

Se cruza de brazos, pero no se mueve.

Lo ignoro. Me meto una mano en el bolsillo para asegurarme de que no me hayan robado el BlackBerry.

El coñísimo de su madre.

-¿Y ahora qué pasó? -pregunta desinteresadamente.

-Nada, lo normal: que me robaron el celular -respondo masajeandome el puente de mi nariz respingada. ¿Habrá sido él? No, no lo creo. No tiene cara de malandro.

Maldito gobierno, maldito Maduro.

Y yo que ya me había encariñado de ese perol.

-Chiamo... -masculla, llevándose una mano a la nuca-. ¿Y tienes plata?

-No. ¿Por qué?

Ojalá.

-Estoy vendiendo pastelitos y papelón con limón por allá, a ver si me compras -señala. Me limpio la sangre que me baja por la mandíbula-. Es por la promoción, tú sabes. El bonche de graduación.

-Literalmente acabo de desmayarme, de ser robado...¿y tú me quieres vender un pastelito? -observo, una ceja arqueada.

-Eh, ¿sí? Necesitamos fondos para la fiesta. Ya falta poco y queremos que sea en el DaLuigi.

Éste tiene que ser de Valencia, porque si no no me lo explico.

Lo miro con cara de "o eres o te la das".

-¿Y estás solo? -inquiere después de un rato. Una mano metida en el bolsillo de su jean negro.

-Estaba con un amigo. El pana se preocupa tanto por mí que me muero y ni se entera.

Tremendo peo es el que le voy a formar a la Daniela esa cuando la vea. Todo por su culpa, por tenerme al Liam embelesado.

Ojalá se vaya del pais pronto.

-Bueno, quién te manda a tí a fugarte del liceo -dice, apuntando mi chemise sucia.

-Bueno, yo por lo menos sí fui. No ando faranduleando por ahí con los de la promo.

-No ando "faranduleando", como tú dices. Estoy produciendo plata. Lo que pasa es que hoy fumigaron y aprovachamos este día -explica.

'Weboná, en mi liceo no fumigan si que se metan los chavistas. Debe estudiar en un privado.

-¿En dónde estudias tú, pues?

-En el Araguaney.

Ah, con razón está tan limpio. Y yo aquí holiendo a cebolla y con aliento a mojón.

¿Y tú? ¿Dónde estudias? -pregunta jugando con el dobladillo de su franela blanca.

-Te lo voy a decir, pero no te vayas a asustar -él asiente con extrañez-. Estudio en Caña de Azúcar, en el Padre Antonio Leyh. Pero tranquilo que no soy malandr...Epa, ¿dónde estás?

Levanto la vista y veo su cabello color chocolate moviéndose contra el viento alejándose a toda prisa de mí. Bufo.

Siento una mano sobre mi hombro y giro mi cabeza rápidamente hacia esa dirección, exaltado.

Aunque no sé por qué. Igual, ya no me pueden robar nada.

-Naguará chamo, aquí estás. Te estaba buscando, carajito.

-Bueno Liam, con las pelotas que me estabas parando podía montar mi propia academia de Fútbol.

"Tomlinson Futbol Club Academy". Iríamos a cada torneo, derrotaríamos a la Vinotinto. Ya lo puedo ver el título impreso a los costados de los autobuses Yutong del Gobierno.

Aunque ni siquiera me gusta el fútbol.

-A pues, supéralo -farfulla metiendome soberano lepe en la nuca. Este carajo como que se quiere morir- ¿Qué estabas haciendo?

-Nada, aquí hablando con un chamo del Araguaney.

-Mmm. No le vayas a decir que eres de Caña de Azúcar.

-Coño, gracias. Tremendo consejo, mamagüevo.

Cuando llegamos al liceo la coordinadora de piso nos echa sendo regaño por habernos ido, pero sobre todo por no haber avisado que había llegado harina. "Ese sí que fue un golpe bajo", nos dice.

Suena el timbre de la salida y todos salen en grupo, cada quien con su combito.

-Toma Louis, te lo regalo -me dice Payne, que camina junto a mí. Primero lo miro arrugando la cara con expresión de "ja ja, qué gracioso" pero habla enserio, y relajo el rostro.

Miro el paquete que me tiende entre sus manos y el color me sube hasta las orejas.

-No, chamo ¿estás loco? Eso es tuyo -medio tartamudeo, apenado.

Mi cara de indigente debe ser tal que ahora mis amigos me regalan comida.

-Agárralo, chico. Te lo estoy regalando, tranquilo -sonríe, mirándome con sus orbes miel a los ojos. Ay, ¿dónde habrá un trapo para taparme la cara? Qué pena-. Llévaselo a Johanna para que por una vez en la vida se sienta orgullosa del piazo' hijo que tiene.

Yo le devuelvo la sonrisa sin verlo a la cara. Le murmuro un "gracias" y dudo en abrazarlo, pero no lo hago porque eso sería muy marico y la gente nos está viendo.

Mas metía' que gaveta de mueble. Búsquense una vida, nojoda.

Entonces tomamso caminos diferentes: él para Calicanto y yo para mi barriesito, caminando con la sonrisa más grande que he tenido jamás.

Liam Payne podrá ser un imbécil a veces, jalabolas con quien le conviene y burda de gafo; al igual que Zayn podrá ser un opositor ladilla y extremista e inconsciente...

...Pero esos dos están siempre ahí para mí.

Arribo a mi casa, que es la que tiene un techo de zinc. Abro la reja blanca, que tiene la pintura pelada en los barrotes y rechina cuando se abre. Las paredes son de cemento gris y el monte del patio me llega hasta las rodillas.

Mi ranchito.

Mi mamá me observa con ojso incrédulos cuando le entrego el kilo de pasta Capri que me obsequió Liam, aunque claro, no le digo esto último.

Me abraza y me susurra al oído:

-Por fin sirves de algo, carajito. Ya te iba  a mandar a pedir en la panadería con tus hermanas.

Sus ojos azules, muy parecidos a los míos, brillando.

Nos disponemos a salir a la calle, preguntando de casa en casa quién nos permite una ornilla para montar la pasta rapidito.

💛💙❤

AU. Pelando Bolas. l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora