Confesiones

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Jonathan trato de procesar aquello pero Sandra aun no terminaba de hablar

- Soy viuda. ¿Contento? ¿es lo quería escuchar?, mi esposo está muerto desde hace algunos años, y yo... la gente no lo dice, la gente no habla de eso, y es por eso que no quiero guardar fotos, ni retratos de nosotros, y no quiero compartir esto con todos lo que conozco. No quiero eso, así que si no te molesta, me gustaría que dejaras de investigar sobre mi

- Lo siento... yo lamento tu perdida – dijo Jonathan mientras procesaba lo que estaba escuchando

Si en aquel momento Jonathan había creído que Sandra estaba enojada por aquello, se equivocó. Cuando de sus labios salieron las disculpas, los ojos de Sandra llamearon con mayor furia.

- ¡¡NO QUIERO ESCUCHAR ESO!! – la chica lo miro furiosa – no te disculpes, no me mires con condescendencia. Odio eso

- Yo...

- No quiero que la gente me diga que lo lamenta... que entiende mi dolor, no es verdad, ellos no lo saben, ¿acaso murió tu esposo? ¿acaso vivieron lo mismo que yo?

- No...

- No lo saben, estoy harta de escuchar eso, así que te agradecerías que te guardaras tus disculpas

- Yo...no...- Jonathan realmente no sabía que decir

Sandra lo miro, suspiro y coloco sus manos sobre su rostro.

- No pongas esa cara que si no la mala de la historia seré yo

- Yo...

Sandra extendió la mano frente a él para que no hablara

- un minuto.... – dijo y se quedó callada. Jonathan se quedó ahí esperando dejando que los segundos pasaran uno a uno – Lo siento... yo... perdón, es solo.... Lo he dicho tantas veces y la gente sigue abrazándome y poniendo esa cara... esa mirada que... No quiero ver eso una vez más – miro sus manos - ser viuda no me define, tal vez haber estado con él lo haga pero no la falta de él

Miro sus manos y Jonathan pudo ver como sus ojos se volvían llorosos.

- Trato de ser lo que era cuando él estaba aquí. No en lo que me convertí cuando él se fue

Suspiro, no dijo nada, ni siquiera lo miro. Pero en ese momento Jonathan pudo entender un poco. La persona que estaba frente a ella no era realmente Sandra.

Aquella mujer. La de la sonrisa melancólica, la de la mirada triste, la de los desvelos, la que se aislaba, la de las paredes vacía no era realmente Sandra. Aquella mujer no era más que un vestigio de lo que había sido, un simple trozo de lo que un día fue. Aquella vida solamente era la que se obtuvo de unir de forma precaria los restos de una vida para formar una existencia incompleta. Eso era ella. La mujer frente a él, estaba formada por los resto de una vida que fue. Lo vio en la sonrisa, lo vio en su mirada lo vio por primera vez y lo comprendió solo un poco

- Lo siento – dijo de pronto sin saber realmente por que se disculpaba, si por lo que había dicho, por lo que ella había vivido, por lo que había pasado, o por tratar de comprender algo que no conocía

- Discúlpame a mi yo solo... solo... necesitaba 30 segundos

- ¿Qué?

- 30 segundos para ser miserable – dijo la chica mientras miraba al suelo

- ¿Qué? – volvió a repetir el chico

- Un segundo para decidir entre sí y no. 5 segundos para arrepentirte, 10 segundos para tranquilizarme, 30 segundos para ser miserable, un minuto para pedir disculpas, 24 horas para pensar detenidamente... una vida para seguir

- No...

- No espero que lo entiendas pero así es como yo me rijo – lo miro un instante – solo... dame 24 horas y podre acomodar mis ideas, después de eso hablaremos

- S...si – pareció nervioso

Sandra lo miro y de nuevo su mirada triste se apodero de sus ojos, trato de sonreír y volvió hacia su habitación.

Esta vez no dijo nada, solamente dejo que semarchara esa alma rota

La travesía de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora