Remordimientos

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Sintió los labios de Dorian Besando los suyos.

Era un beso devastador, que la desarmo por completo, estar con él la confundía pero acababa de descubrir que sus besos la volvían loca. Era una sensación tan diferente y a pesar de besar a tantos otros, era un sentimiento tan nuevo. Dulce, suave, atrevido, devastador para sus sentidos. Todo aquel torrente de sensaciones estaba envuelto en una suave brisa nueva que arrasaba con cualquier cosa que tuviera a su paso. Cálido, fresco, ardiente, eso y muchas más sensaciones produjo Dorian en Sandra y entonces cuando deseaba más y más, término.

- Lo siento – dijo Dorian quien tenía una mirada encendida por nuevas esperanzas

- Yo...

Sandra no quería que aquello terminara, quería volver a sentir aquellos labios sobre los suyos. Quería tener de nuevo todas aquellas sensaciones eclipsando sus sentidos y dejándola varada en un mar de sensaciones placenteras. Sin ser consiente de sí misma tomo la chaqueta de Dorian y justo cuando estabas dispuesta a atraerlo hacia ella escucho una voz dentro del apartamento.

- ¿Dónde podrá estar?, el doctor Cabrera dijo que ya venía hacia acá

La voz de su madre la hizo reaccionar y volver a la realidad.

- Lo siento, me tengo que ir – dijo apartándolo

- Pero...

- Adiós – se despidió antes de abrir la puerta de su departamento y desaparecer tras ella

Cuando cerró la puerta se encontró de cara con su madre

- Dios me tenías preocupada ¿dónde estabas? – le comenzó a preguntar su madre

- Yo... - trato de controlarse, dio una respiración profunda

- Sandra ¿eres tú?

El accidente, el beso, la confusión con sus sentimientos, todo aquella provocaron que al ver el rostro de Jonathan hicieran que el corazón de Sandra diera un nuevo vuelco. Tuvo la sensación de que de pronto todo se caía por la borda. La culpa y el dolor de engañar a su esposo la abrumaron. Sus ojos se llenaron de lágrimas y de su pecho se escapó todo el oxígeno. Dolía, cada latido, cada respiración le dolió. ¿Cómo se había atrevido a hacer eso? ¿Cómo había pensado siguiera en estar con otro hombre? ¿Cómo se había atrevido a desear los beso de alguien más? la culpa volvió a apoderarse de todo, las sombras volvieron a cubrir de nuevo su rostro y donde antes había aparecido una sonrisa traviesa se instauro una cara llena de vergüenza y remordimiento.

- ¿Sandra estas bien?¿qué pasa? – pregunto su madre al ver el cambio en su rostro

No dijo nada, simplemente se recargo sobre la puerta y no dejo de mirar a Jonathan, ahora no lo veía a él, no veía las diferencias sutiles, no encontraba las divergencias entre uno y otro, en ese momento solamente era él. Rodrigo frente a Ella, mirándola desconcertado, sin saber lo que había hecho

- Perdón – dijo mientras cubría su rostro y se dejaba caer – perdón, lo siento, lo siento...

- Sandra cariño – su madre la siguió llamando

- Perdón, perdón...

Lo repitió las veces que pudo, una y otra vez, ocultando su rostro para tratar de ocultar su vergüenza, su madre la tomo en brazos y trato de consolarla aun cuando no comprendía por que se disculpaba.

- Todo está bien cariño, todo está bien

Decía su madre mientras la tomaba en sus brazos, mientras Sandra no dejaba de repetir una y otra vez disculpas.

- Creo que será mejor que las deje solas – comento de pronto Jonathan mientras se alejaba

- Si, gracias

Su madre le ayudo a levantarse, la llevo a la habitación y la recostó en la cama, le dio el coctel de pastillas que tomaba cuando tenía alguna crisis y al final Sandra se perdió en sueños negros e inexistentes donde la culpa y el remordimiento no podían seguirla.

Cuando volvió a abrir los ojos se encontró con su madre a su lado, se incorporó y trato de sentarse cuando recordó el dolor que tenía en el hombro, decidió que era mejor llamar a su madre

- ¿Te encuentras bien?

- Si, lo...

- Por favor, no pidas más disculpas por el día de hoy, escuche demasiado esa palabra

- ¿Fui una molestia?

- No, simplemente me asustaste algo

- Y ¿Jonathan?

- Oh, se fue hace un momento tenía trabajo

- Ya veo

- Querida creo que el tenerlo aquí es....

Aun podía recordar el Shock que tuvo su madre al ver a Jonathan por Primera vez, primero se quedó parada sin decir palabra y después sin más lo abofeteo, comenzó a gritarle una tras otras palabras, reclamos, amenazas, al final cuando se hubo calmado pidió disculpas encarecidamente y simplemente dijo que si fuera ella no hubiera permitido que alguien tan parecido entrara nuevamente en sus vidas, obviamente ella no sabía cuál era la finalidad de Jonathan en la vida de Sandra, al recordarlo ella simplemente sonrió.

- Descuida

- Pero...

- No pasa nada de verdad – se incorporó en la cama – simplemente estaba sorprendida

- ¿Porque?

Sin se consiente llevo sus manos a sus labios. Aquel beso había hecho demasiados estragos en ella. Al instante recordó que Dorian había colocado su número telefónico, pero cuando miro su mano no encontró nada

- Mis manos...

- Ah, las tenías llenas de tinta así que las limpie

- Oh – Sonrió algo desconcertada. Si fuera como Dorian entonces culparía al destino que le negaba el poder comunicarse con él, pero ella no creía en eso, simplemente suspiro y miro a su madre – seguramente se me ensuciaron con cualquier tontería

De pronto escucho que su teléfono comenzaba a sonar, miro la pantalla y en nombre de Jonathan apareció ante ella, pulso el botón y respondió con la mejor voz alegre que pudo

- Parece que te encuentras mejor – replico la voz al otro lado del celular

- Si, lo siento creo que te asuste

- Descuida debes de tener tus motivos

Y sin más de nuevo pudo encontrar las diferencias entre Jonathan y Rodrigo. Si hubiera sido Rodrigo no se hubiera despegado de ella, si no le hubiera dicho que sucedía, seguramente Rodrigo la interrogaría una y otra vez para saber qué había ocurrido. Sutiles pero presentes, siempre presentes.

- Creo que no podré ir a recogerte el día de hoy – comento Sandra tratando de tener una conversación amable

- Descuida Álvaro me invito a cenar

- Perfecto – miro sus manos– disfruta y divierte

- Entonces nos vemos más tarde

- Si

Colgó el teléfono y permaneció ahí, mirando sus manos y deseando nuevamente que no estuvieran tan solas.

La travesía de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora