La guarida del lobo

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Sandra

Cuando Dorian comenzó a subir las escaleras del edificio donde vivía, Sandra se quedó ahí parada.

Al momento que había hecho la sugerencia Sandra aún se encontraba un poco aturdida por todo lo que había sucedido. Además el prácticamente la tomo de la mano y la llevo corriendo cuadra tras cuadra entre la lluvia sin dejarla protestar. Cuando al fin habían llegado la lluvia helada y el viento la habían despertado de su letargo. La idea de ir al apartamento de Dorian le atraía cada vez menos, se quedó ahí estática mirando como Dorian se alejaba por las escaleras

Su mente se había quedado totalmente en blanco, ¿qué debería hacer? ¿Salir corriendo? ¿llamar a un taxi y regresar a casa? Y a todo esto ¿Dónde estaba?

- ¿Sandra? – escucho a Dorian llamándola a lo lejos - ¿Sandra, donde estás?

- Aquí... estoy aquí – suspiro – en la casa de un desconocido, en un lugar que no se ni siquiera donde es. Estoy aquí - dijo en un susurro mientras miraba tentativamente la puerta

- ¿Qué sucede? – Dorian rápidamente regreso a su lado

- Nada. Yo.... – comenzó a temblar, no supo si por estar empapada de pies a cabeza o a causa de los nervios

- Estas helada ven, necesitas quitarte todo eso y entrar en calor

Eso no le ayudó en lo absoluto. Cuando Dorian trato de tomar su mano ella instintivamente se alejó un paso hacia atrás, aquello no pareció notarlo Dorian que tomo su mano y la guio escaleras arriba.

Ella realmente no sabía si cuando llegara a su apartamento saldara corriendo. De pronto escucho a Dorian decir:

- Lo siento, de verdad lo siento, si esto no fuera necesario te juro que te llevaría inmediatamente a casa, pero con este clima

Aquellas palabras la tranquilizaron un poco. Era verdad él no había intervenido de ninguna forma con el clima, la situación se había presentado sin más.

El destino jugándome una broma. Se dijo Sandra mientras continuaban subiendo las escaleras. Por fin se detuvieron en una puerta.

- Este es mi departamento – dijo Dorian mientras soltaba sus manos y buscara unas llaves entre sus ropas – espera, no te vayas corriendo

Aquello lo dijo con una sonrisa sin saber que acababa de leer los pensamientos de Sandra.

- Tratare de no hacerlo

Cuando la puerta por fin estuvo abierta Dorian tomo nuevamente su mano, y la ayudo a entrar al departamento detrás de él.

Una vez dentro no fue capaz de ver nada en absoluto.

- Espera – y mientras lo decía estiro la mano para encender las luces

El apartamento era bastante amplio para un chico soltero. Un lugar bien iluminado, pulcro y con cada cosa en su lugar. Era un sitio donde podría sentirse cómoda si la situación fuera otra.

Miro a Dorian y no pudo evitar sonrojarse, aparto la mirada y la fijo en el suelo de la habitación ¿qué pasaba con esa actitud de virgen adolescente? Por dios ella era una adulta, tenía que comportarse como una o por lo menos aparentar ser una adulta sofisticada y nada temerosa de ese hombre con la ropa mojada y un cuerpo envidiable. Trato de decir algo pero su garganta solo produjo un leve quejido que salio de sus labios. Eso no le ayudaba para nada a parecer una mujer segura de sí misma. Cuando levanto la vista se dio cuenta de que Dorian tenía los ojos clavados en ella. Sonriente, encantado, feliz.

- ¿Qué sucede? – pregunto Sandra y deseo que su voz no hubiera sonado como un leve susurro.

- Yo... - Dorian pareció reaccionar finalmente – Espera un momento iré por unas toallas, si quieres quítate los zapatos y déjalos ahí para que se seque

- Claro así no empapare el suelo – comento tratando de parecer sarcástica

- Por mi podrías venir a ensuciar mi suelo cuantas veces quieras –

Sonrió con esa mueca sexy tan característica de él ¿Por qué todo lo que decía sonaba a insinuación en ese momento?, dio la media vuelta y se perdió en el apartamento.

Sandra hizo lo que le indico Dorian. Se quitó los zapatos y los dejo justo en la entrada entonces decidió que era momento de echar un vistazo al departamento de un soltero.

Miro la televisión, el grandioso equipo de audio y fotos, fotos por todos lados. De él, de su familia, de niños, y por último y para su sorpresa una fotografía de ella, era una foto de ella. De hecho ni siquiera se podría saber si realmente era ella o no, pero sabía que en esa foto estaba ella y su esposo. Se acercó a la foto y deslizo la yema de los dedos a lo largo de la silueta de su difunto marido. Antes de que pudiera decir o pensar cualquier cosa sintió que algo caía sobre su cabeza, volvió la mirada y vio que Dorian había colocado una toalla sobre su cabello mojado.

- Lo siento pero en verdad adoro esta foto – dijo mirándola a ella y después la fotografía

- ¿Por qué? – pregunto y también poso los ojos en la imagen

- Es perfecto. El lugar, el momento, el sentimiento, antes de esta foto, simplemente lo hacía por diversión, pero después de ella decidí que realmente quería aprender de ello, plasmar momentos, historias sin palabras, instantes – toco la foto – ese instante era perfecto

- Lo era, era lo más perfecto que podría haber – extendió la toalla y seco su cabello y las lágrimas que intentaban salir de sus ojos – disculpa ¿el baño?

- Oh, si claro, es por aquí

La guio a lo largo de un pasillo hasta una parte donde había tres habitaciones.

- Este es el baño – dijo mientras abría la puerta – traeré algo de ropa para ti

- Gracias

A pesar de que no había hecho nada o más bien a pesar de que solamente lo había besado se sentía culpable.

Negó con la cabeza, no solo lo había besado cuando apoyo su cabeza en su pecho, cuando tomo sus manos y entrelazo sus dedos con él había tomado una decisión. Permitirle estar a su lado, permanecer junto a ella, dejar que la enamorada eso era lo que había hecho, eso era lo que la hacía sentir tan culpable y nerviosa.

No importaba que antes hubiera besados a otros, no importaba con cuantos hubiera pasado una noche nunca había hecho promesas o compromisos. Esto era diferente lo sabía y aquello la aterraba. Respiro profundo y trato de serenarse. No era momento de pensar en eso, ya habría tiempo después ahora tenía que evitar que pescara un resfriado.

Se quitó el blazer y la blusa que llevaba puesta, si no quería resfriarse tendría que secarse un poco más, de pronto escucho que alguien llamaba a la puerta

- ¿Si?

- Lo siento aquí traigo un poco de ropa, es mía pero creo que podría servir – dijo Dorian junto a la puerta cerrada

- Gracias – dijo Sandra mientras abría la puerta

- Yo, estaré preparando algo de café para que entres en calor

- gracias

Miro la ropa y no le impresiono ver que era una camisa negra y un pantalón deportivo que le quedaría enorme, adema de una sudadera. Termino de deshacerse de la ropa mojada y se colocó la ropa que le habían prestado. Antes de salir decidió echarse un vistazo al espejo, y la imagen que encontró la sorprendió.

Su cabello estaba hecho un desastre, además el poco maquillaje que siempre llevaba había acabado manchando su rostro. Suspiro, abrió rápidamente la llave del lavabo y decidió lavar su cara y deshacerse por completo del maquillaje, en cuanto al cabello no tendría mucho problema simplemente sería necesario arreglarlo con los dedos. Unos minutos después volvió a mirarse al espejo. No era su mejor cara, pero con eso debería bastar.

La travesía de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora