12.- Intriga

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Era la tercera ocasión que el anti veneno se me arruinaba, comenzando a humear peligrosamente

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Era la tercera ocasión que el anti veneno se me arruinaba, comenzando a humear peligrosamente.

Me apresuré a buscar el catalizador que terminaría la fusión de los ingredientes pero no lo encontraba en ningún lado y la pócima cada vez comenzaba a burbujear con mayor intensidad.

—¡Maldición! ¿Dónde está? —gruñí.

Elia apareció de pronto a un lado de mí y vació el catalizador en la pócima defectuosa.

—Ya, tranquila, ya quedó —dijo conciliadoramente—. ¿Qué ocurre Agnes?

Me dejé caer pesadamente en la silla.

—No lo sé, ayer esa pócima me quedaba bien, no entiendo qué pasó ésta vez —refunfuñé.

Elia jaló otra silla para poder sentarse junto a mí.

—No hablo de la pócima ¿Qué ocurre contigo Agnes?

—¿A qué te refieres?

—Sé que eres muy buena con la alquimia, cuando algo no te sale continuas practicando y hasta experimentando hasta lograr el efecto deseado, te he visto hacerlo. Pero hoy no solo estás distraída —señaló el frasco que, según yo, debía contener Vitaceae triturada pero al ver bien la etiqueta era Violaceae—. Si no que te frustras al no poder conseguir la fórmula correcta, eso es impropio de ti.

Volví a suspirar y clavé la vista en el anti veneno defectuoso.

—Sinceramente, no estoy segura. Desde ayer, cuando ya casi amanecía, no he podido concentrarme bien. Me siento ansiosa, como si algo malo fuera a pasar —confesé, sintiéndome un poco tonta pues, en realidad, no podía ubicar del todo bien lo que me pasaba.

—¿Ya te había pasado algo así antes?

—No que yo recuerde, cuando estaba en casa y me sentí triste mamá siempre nos preparaba chocolate caliente. Si estábamos muy nerviosos o estresados por un examen podía llegar a ponerle unas gotas de belladona para que nos fuéramos a dormir. —Me entristecí por el recuerdo de mi familia.

—Has pasado por tanto Agnes, que tal vez tu cuerpo te esté pasando factura.

—¿Hasta ahora?

—Recuerda que cada cuerpo tiene un ritmo distinto, tu perseverancia y tu voluntad son fuertes, pero, tal vez, tu cuerpo ahora te está diciendo que debes descansar un poco y recuperarte.

—Puede que tengas razón. —susurré pensativa.

—Anda, por hoy no practicaremos más. ¿Por qué no le pides a Scar que te prepare un té caliente mientras tú te relajas un poco? Después podrás dormir.

Sus palabras ocasionaron que la presión en mi pecho creciera.

—Ella aún no ha vuelto de su última misión, pero seguiré tu consejo e iré a dormir. Gracias Elia. —Me levanté con cierta pesadez y salí.

No tenía ganas en realidad de prepararme nada así que subí directamente hacia mi habitación, aunque antes de llegar tuve otra idea y entré al cuarto de Scar. Pasaban mucho tiempo con ella cuando estaba aquí pues solíamos dormir juntas, aunque al inicio me asustaba un poco despertar y verla como si estuviera muerta, poco a poco me fui acostumbrando, sabiendo que ella siempre despertaba al anochecer o aún antes si mi malestar era demasiado.

Sin encender la luz ni nada, me deje caer en la cama y me acomodé de manera que pudiera abrazar la almohada que ella siempre utilizaba, en esa posición me sentí un poco más tranquila.

Saqué mi celular pero aún no tenía respuesta de Damaris, supuse que era normal pues necesitaría encontrar un momento a solas para poder contestarme y que no la castigaran por ello.

Dejé el celular en la mesita y aspiré profundamente el olor de Scar de la almohada, con esa sensación pude comenzar a dormitar hasta que por fin me quedé profundamente dormida.

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Lo prometido es deuda, el segundo capítulo del día para que puedan disfrutarlo

Red velvet (2° parte de Blue Velvet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora