24.1 Amor hasta el final (extra +18)

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No bien llegamos a la habitación atraje a Agnes hasta pegar su cuerpo al mío y besarla tan efusivamente como lo deseaba desde que desperté

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No bien llegamos a la habitación atraje a Agnes hasta pegar su cuerpo al mío y besarla tan efusivamente como lo deseaba desde que desperté.

Su cuerpo era tan suave y dúctil, acoplándose de forma perfecta al mío, más duro y frío, era delicioso. Sus besos mostraban la misma necesidad efusiva que la mía y así, sin separarnos, la fui dirigiendo lentamente hasta la cama, donde la dejé suavemente. Me demoré solo un par de segundos mientras me deshacía de la playera negra que me habían puesto mientras dormía, no llevaba nada debajo.

Justo cuando iba a recostarme con ella Agnes levantó una mano.

—Espera... —me miró unos momentos como si dudara, sentí que mi corazón se aceleraba de preocupación hasta que en ella apareció una enigmática sonrisa—. Quítate también el pantalón, por favor.

Así lo hice, afortunadamente sí me habían puesto ropa interior por lo que quedé de pie frente a ella solo con unas braguitas blancas. Agnes entonces se arrodilló en la cama y se acercó a mí, pasé mis manos en sus hombros mientras sentía cómo sus labios se posaban en la blanca cicatriz casi imperceptible que tenía debajo del pecho izquierdo desde que la había conocido.

Ella besó aquella cicatriz varias veces logrando que el resto de mi piel se erizara ante el cálido contacto. Se movió un poco hacia el centro y besó otra pequeña marca que tenía luego del encuentro con Angel.

Un suspiro de placer salió de mi garganta mientras Agnes comenzaba a subir sus besos a través de mi pecho, me tenía totalmente indefensa y a su merced.

Subió más hasta llegar a mi cuello, donde sus besos y algunas mordiditas me volvieron tan loca como aquella primera vez que había hecho eso. Jadeé y creo que en mi ímpetu rasgué la blusa que ella llevaba, deseosa de sentir su calidez contra mí. Ella se quedó un rato jugueteando allí en mi cuello antes de por fin subir hasta mi rostro.

Me moví para encontrar sus labios con los míos pero ella me tomó dulcemente del rostro y me movió hasta alcanzar la cicatriz en mi mejilla, la más icónica de todas aquellas marcas y ella la besó con su dulzura habitual, bajando poco a poco hasta por fin besar mis labios.

Fue mi turno entonces de probar aquella piel suave y deliciosa. Una parte de mi mente se dio cuenta que Agnes se movía pero no fui plenamente consciente de lo que hacía hasta que me dí cuenta que se había quitado el resto de la ropa.

Se separó de mí y se recostó en la cama, completa y deliciosamente desnuda. Repté hacia ella, bebiendo de esa imagen como bebería de su sangre, hasta que quede exactamente sobre ella, vi como su sonrojo se extendía por sus mejillas hacia su cuello y su pecho. Era en definitiva la imagen más erótica y deliciosa que había visto en toda mi vida.

—Mi hermosa Agnes, eres totalmente apetecible —le susurré contra sus labios.

—Scar... mientras dormías tomé una decisión —me dijo con el mismo tono apasionado.

—¿De qué se trata? —pregunté contra su oreja.

Luego de un pequeño gemido sentí como una de sus manos tibias comenzaba a acariciar mi sexo aún por encima de la tela delgada. Todo mi cuerpo se tensó tanto de la sorpresa como del placer que aquel contacto me provocaba, incluso me arrancó un leve jadeo.

—Agnes... ¿Estás segura? —balbucí

En lugar de contestarme ella continuó acariciando aquella sensible zona, Su otra mano también cobró valor y pronto la sentí amasando uno de mis pechos, y lo único que yo podía hacer era detenerme con los brazos para evitar caer sobre ella y disfrutar de aquellas exquisitas sensaciones.

Después de un rato así ella me empujó para quedar recostada de lado, frente a ella. Con las manos al fin libres pude también acariciarla y sentir la humedad que ya se había comenzado a concentrar entre sus piernas.

Seguí el mismo ritmo que ella marcaba hasta que sus gemidos se volvieron más constantes y su respiración bastante acelerada. Me separé solo un poco de ella para poder ver su rostro mientras uno de mis dedos se colaba a su interior. Atenta a cualquier gesto de dolor o molestia, solamente pude percibir su excitación en sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos y la manera en que empujaba la cadera contra mi mano.

Comencé entonces a mover ese único dedo disfrutando de todos los aspectos de ésta unión, que ella se entregara a mi e incluso olvidara su propio movimiento, pero en ese punto no necesitaba más estimulación que el verla y sentirla así. Mientras jadeaba y se sostenía fuertemente de mí me dí cuenta que se estaba acercando al clímax... al primero de todos los que planeaba darle, claro.

Así que, como en otras ocasiones, mordí mi propia lengua hasta que el sabor dulzón de mi sangre llena mi boca. Me acerqué de nuevo a ella para poder besarla con aquel elixir y de inmediato sentí su reacción en la manera que se contraía a mi alrededor, su temperatura subía tanto como el volumen de sus gemidos.

Demasiado ansiosa para esperar solo rasgué la ropa interior que aún tenía puesta antes de acomodarme entre sus piernas, tomé también una de las almohadas para colocarla debajo de su cadera hasta que por fin quedó en la posición indicada. Me incliné entonces sobre ella y para cuando nuestros sexos se tocaron un escalofrío de placer nos recorrió a ambas.

Agnes clavó en mí sus hermosos ojos grises, nublados por el placer y el amor.

—Scar, me encanta, no pares —me susurró extasiada y no podía hacer menos que obedecerla.

Así que comencé a ondular mi cuerpo creando aquel delicioso roce que sabía nos llevaría a ambas a un vórtice de éxtasis. Sus manos se aferraron a mis brazos y arqueó su cuerpo para aumentar la presión.

Aquello era demasiado, sabía que no podría resistir mucho más y podía notar que ella tampoco, así que sin dejar de moverme me incliné hasta llegar a su pecho, sentí sus brazos rodeándome el cuello como si fuera un náufrago. Clavé por fin mis colmillos en su suave piel, la sangre ahogó el gemido de placer que salió de mi boca no bien el de ella, que llenó mis oídos y todo el cuarto también.

Y con aquel sabor y nuestro vínculo abierto de tal manera, el éxtasis explotó en ambas de una manera arrasadora. El placer recorría nuestros cuerpos en oleadas que iban de ella a mi y de regreso, lo que multiplicó nuestro orgasmo hasta que ambas acabamos rendidas en los brazos de la otra.

Cuando la intensidad pasó me moví para poder cubrirnos con la cobija y así descansar con ella entre mis brazos.

—Eso a sido delicioso, Scar —murmuró adormilada.

—Me alegra que lo hayas disfrutado tanto como yo.

No me dijo más pues se quedó dormida, acurrucada en mi hombro. Me quedé observándola durante todo aquel tiempo, maravillada con mi suerte por poder tenerla a mi lado y que ella también me amara. Todo lo que había pasado o lo que fuera que tuviera que pasar valdría la pena con tal de poder tenerla así conmigo.

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Lo prometido es deuda :) 

Red velvet (2° parte de Blue Velvet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora