15.- La verdad

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De nuevo me era imposible saber cuánto tiempo pasó antes de que las voces regresaran a interrogarme

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De nuevo me era imposible saber cuánto tiempo pasó antes de que las voces regresaran a interrogarme. Tampoco podía definir si eran las mismas personas que la noche anterior, pero me lo parecían.

—Buenas noches Scar ¿Te sientes un poco más propensa a contestar nuestras preguntas luego del día que has tenido que pasar?

—Ya les dije, yo no cuento, con las respuestas que desean...

—Me decepcionas, Scar, cualquiera creería que eras más inteligente que esto.

Volvieron a abrir la herida en mi cuello, el hambre solo se sumaba al resto de dolores que me atormentaban. Luego regresó aquella maldita sustancia que parecía incinerarme por dentro, pero en ésta ocasión, luego de inyectarla pusieron sobre mi piel un par de metales fríos que de pronto me dieron una descarga eléctrica, aumentando y sosteniendo el dolor hasta niveles insufribles.

—Ahora responde Scar ¿Dónde está Agnes Dumont y quién más sabe lo que ella puede hacer?

—¿Qué es, lo que ella, puede hacer? —jadeé, con lo que me gané una nueva descarga tanto de la droga como de electricidad.

—Sabes perfectamente de lo que hablamos, Agnes es "nuestra" piedra filosofal, tu maldita Unión no tenía derecho a tomarla.

—La Unión n-no ha tomado nada, ni ha nadie... 

Era demasiado el dolor, tanto que casi nublaba mi juicio, pero la simple idea de que Agnes pudiera vivir algo siquiera parecido a ésto me obligaba a guardar silencio con respecto a su paradero. Estaba completamente segura que mientras permaneciera en la Unión estaría a salvo, los mismos Dragon y Dust no permitirían que algo le ocurriera.

Y así continuó aquella noche, al parecer habían reñido a ese tal Oliver por hablar de más pues, además de las preguntas insistentes que me hacían, ya no dijeron nada. Aunque la tortura siguió y siguió hasta que, cuando por fin se marcharon, yo apenas tenía fuerzas para seguir respirando; cada vez que estaba cerca de perder la consciencia el maldito dolor en el corazón me espabilaba.

No sabía cuánto tiempo más podría aguantar y aquellos infelices no parecían estar cerca de soltarme o matarme. Solo esperaba tener la fortaleza suficiente para seguir guardando silencio con respecto a mi Agnes.

De pronto unas manos se acercaron y rozaron mi cabeza, sobresaltándome.

—Tranquila, no te haré daño. —dijo una voz, ésta vez femenina.

Sentí como aquellas manos aflojaban la venda hasta que cayó de mis ojos, había poca luz en el lugar y, contrario a lo que hubiera ocurrido en el pasado, me costó trabajo identificar a la mujer que estaba frente a mí, tuve que entrecerrar los ojos para poder mirarla. Al reconocerla me sorprendió.

—¿Damaris? —había una mirada rara en sus ojos.

—¿Por qué? ¿Por qué sigues negando conocer a Agnes? Yo te vi con ella, y cuando me seguiste... —guardó silencio.

—Cuando me trajiste a ésta trampa, quieres decir. 

Ella negó con la cabeza.

—Tú me seguiste pensando que ella estaba en peligro, así que no puedes negarme que la conoces.

Fruncí por unos momentos el ceño intentando apartar mi mente del dolor constante para enfocarla en aquellos recuerdos.

—Tú, olías a ella. Por eso pensé que estaba contigo, ella estaba triste por no poder seguirlos viendo.

—¿Y por qué no podía seguirnos viendo? —parecía a punto de llorar, no entendí su comportamiento.

—Su familia, la rechazó, ella pensó que todos ustedes lo harían y no quería enfrentarse a ello.

—¿Dónde está? —una sombra de duda cruzó mi mente, era cierto que a ella no podría negarle que conocía a Agnes e incluso que la amaba, pero si estaba coludida con éstos alquimistas no les daría fácil acceso a ella.

—Ella está a salvo —dije solamente, si la quería eso era lo único que debería importarle.

—¡Maldita sea! ¿Por qué no quieres decirnos dónde está? Ellos van a matarte. —Esta vez había lágrimas en sus ojos y en su voz.

Antes de que pudiera contestarle el dolor del pecho volvió a crecer hasta tensar todos mis músculos y arrancarme la respiración. Pasaron varios instantes antes de que pudiera recuperarme un poco, Damaris continuaba a mi lado y se cubría la boca con una mano. Ante su mirada aterrorizada me pregunté si ella había estado realmente presente en las sesiones anteriores de tortura, ahora lo dudaba.

—Este dolor, alguien capaz de ocasionárselo a otro ser, no dejaré que alguien así esté cerca, y ponga en peligro a mi Agnes... —forcé a las palabras a salir.

Entonces Damaris se derrumbó frente a mí, poniendo ambas manos en mis piernas, y sollozó. No había nada que pudiera decirle así que me dediqué a ver a mi alrededor ahora que podía hacerlo, mi vista estaba igual de nublada que el resto de mis sentidos, pero pude diferenciar que estábamos en una cámara subterránea, pues no había ninguna ventana, todo era paredes de piedra sólida y al fondo estaban unas escaleras que subían hasta perderse en la oscuridad.

En los pilares irregulares colgaban algunas luces, muchas de ellas apagadas, y al centro un círculo de unas ocho sillas iguales a la que me detenía a mí. Eran de la misma piedra que las paredes y el techo y solo las correas de plata brillaban en cada una de ellas.

Sentí que Damaris se recuperaba poco a poco hasta que dejó de llorar, entonces se levantó con la venda negra en una mano.

—Tengo que irme, no se supone que esté aquí... —dijo como si se disculpara mientras se inclinaba para volver a cegarme.

—Damaris espera, por favor. —El dolor quería volver a paralizarme pero era necesario que dijera ésto—: Agnes confía en ti, por favor, te lo suplico, no la traigas aquí, no dejes que ellos la lastimen...

El dolor me impidió continuar, no tenía el menor reparo en suplicar si con eso ella estaba a salvo, gustosa daría mi vida para que lo estuviera y me temía que, de hecho, pronto tendría que hacerlo. En cuanto a estos alquimistas se les acabara la paciencia me matarían, ella misma me lo dijo.

—Lo lamento —me pareció escucharla decir.

****************

¿Pensaron que los dejaría sin capítulo nuevo esta semana? ¡Pues no, aquí estoy! No podíamos quedarnos atrás cuando ya vamos a poco más de la mitad de la historia. 

Ahora la infaltable pregunta ¿Qué opinan de Damaris? ¿Harían algo así por algún amigo/amiga suyo? Déjenme leerlos pues me alegra hacerlo.

Y ésta vez les deseo que sean más felices que yo,

Red velvet (2° parte de Blue Velvet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora