13.- En un serio aprieto

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Un agudo dolor punzocortante me arrancó de las sombras de la inconsciencia

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Un agudo dolor punzocortante me arrancó de las sombras de la inconsciencia. Algún arma de plata estaba cortando un lado de mi cuello y podía sentir cómo mi sangre caía por mi cuerpo.

De mi garganta escapó un gruñido bajo y quien sea que me hubiera cortado se alejó apresuradamente. Revisé de forma rápida mi estado: estaba inmovilizada contra una gruesa silla de piedra, atada por correas de plata lo bastante puras como para quemar directamente mi piel además de impedirme romperlas, estas detenían mis brazos, hombros, piernas y tobillos

Levanté la cabeza pero aún no podía ver nada, me habían amarrado alguna tela oscura en los ojos. Y no solo mi vista estaba bloqueada, era como si le hubieran puesto un velo a mi cerebro que limitara todos mis sentidos. Podía sentir que había alguien cerca, probablemente varias personas pero no podía identificar más.

—¿Dónde estoy? —pregunté mientras probaba las ataduras que me detenían pero era inútil.

—Lo único que necesitas saber, maldita chupasangre, es que tus amiguitos no podrán llegar hasta aquí para ayudarte —habló una grosera voz masculina.

Tenía que concentrarme para poder entenderlo por encima del mareo y las náuseas que aún me carcomían. Temía que esto fuera algo más que un grupo de traficantes, me habían atacado con una sustancia desconocida a todo lo que habían utilizado, pero ¿qué otra cosa podrían querer de mi?

—¿Por qué? —pregunté.

Y es que un miedo profundo comenzaba a nacer en mi mente y a expandirse al pensar en la razón por la que había caído en esa trampa. Aquella voz masculina no tardó en corroborar mis temores.

—Dinos dónde está Agnes Dumont y quién más sabe de ella —ordenó, ni siquiera podía ubicar la dirección correcta de la que procedía su voz.

A pesar del escalofrío que me recorrió intenté no demostrarlo.

—No sé de quién me están hablando, no conozco a nadie con ese nombre...

De pronto una mano tosca tomó mi rostro, haciendo que me sobresaltara pues ni siquiera le sentí acercarse.

—¡Oh vamos! Sabemos perfectamente quién eres "Scar" —remarcó la última palabra mientras clavaba la punta de su arma en mi mejilla y la bajaba lentamente, siguiendo el mismo patrón de mi cicatriz—. Y sabemos que tu maldita Unión se la llevó.

Jadeé al sentir como la piel se abría y el sabor de la sangre llegó hasta mi boca, encendiendo el hambre incandescente

El hombre soltó bruscamente mi cabeza, que terminó cayendo hacia adelante mientras reunía la fuerza para volver a levantarla, aunque de poco servía pues no podía ver ni percibir nada.

—De nada te sirve luchar contra nosotros Scar, somos una rama de alquimistas demasiado antigua como para que puedan enfrentarnos —habló una segunda voz masculina, aunque esta parecía más joven que la anterior.

Quizá esa segunda voz podría darme algunas respuestas. Aunque no sabía si podría salir de allí con vida lo mejor era contar con ellas.

—La Unión jamás ha enfrentado a los alquimistas.

La risa burlona que me respondió parecía rodearme, girar a mi alrededor sin parar.

—Nos enfrentaron al robar nuestra piedra filosofal. Además, ¿Qué parte de "muy antigua" no entendiste? Nuestra estirpe se remonta a muchas años antes de que que tu dichosa Unión siquiera apareciera. ¿Quién crees que controlaba a tu raza maldita antes de que todo el caos comenzara?

—No entiendo, a qué, te refieres —mentí para instarlo a seguir hablando

—Los alquimistas surgieron en un inicio para contrarrestar el poder de los vampiros sobre los seres humanos, teníamos los medios para contenerlos y, en última instancia, eliminarlos. Cuando nació esa "paz" entre ambas especies para combatir a los traficantes de desmodontinae, nuestra rama se ocultó entre las sombras, pero nos cuidamos de mantener alejada nuestra mayor arma de ustedes.

—Por eso la mayoría de alquimistas detestan a la Unión. —deduje antes de que un golpe en el pecho me silenciara, sacándome el aire.

—Es suficiente Oliver, estás hablando de más —interrumpió de pronto la primera voz—. Aunque debes admitir que tiene razón, Scar, sabemos perfectamente cómo tratar con los de tu especie, conocemos muy bien sus debilidades.

Una nueva jeringuilla entró por el músculo de mi cuello y el dolor comenzó a inundar mi cuerpo, como si me estuviera quemando por dentro. Todos mis músculos se tensaron en respuesta y me fue imposible acallar los gritos que aquel dolor insoportable me arrancaba.

No tenía manera de saber cuánto tiempo pasó así, apenas el dolor remitía volvían a preguntarme por Agnes, inmersa en aquella tortura solo podía medio escuchar sus voces lejanas lo suficiente para entenderles y negar de nuevo que la conociera. Entonces volvían a inyectarme y el calor volvía a crecer hasta quemarme por dentro, como si mi sangre se hubiera convertido en lava candente.

—Supongo que por hoy es suficiente, está a punto de amanecer... pero no te muestres tan complacida por eso Scar, aún no hemos terminado. —Apenas comenzaba a recuperar el aliento a causa de la última oleada de fuego cuando un nuevo piquete llegó, pero esta vez en mi pecho, directamente hacia mi corazón.

Me preparé para el nuevo inicio del dolor pero éste no llegó, al menos no igual que antes pues a los pocos segundos algo como una descarga eléctrica nació en mi pecho y me recorrió todo el cuerpo, ni siquiera intenté ya evitar el grito de dolor.

—Te dije que los conocíamos muy bien ¿Cuánto tiempo podrás sobrevivir si no puedes dormir el sueño de tu raza? No creo que sea mucho, y esta droga te evitará hacerlo hasta que nos des la información que queremos —dijo la voz juvenil con una nueva risa despectiva.

Dejé entonces de escuchar cualquier otro ruido más allá de mi respiración agitada, los latidos de mi corazón que resonaban en mis oídos y los jadeos que de pronto me salían. Supuse que me había quedado sola,

Me pasé un buen rato intentando forzar las ataduras pero era inútil, tampoco pude hacer que se cayera la venda de mis ojos. Cada varios minutos la descarga eléctrica se repetía, iniciando siempre en mi corazón, y aunque no pasara ese tiempo, si mi corazón comenzaba a ralentizarse se despertaba el dolor.

Y cada vez que el dolor me daba cierta tregua, reivindicaba mi decisión de no permitir que ésta gente, fuera quien fuera, se acercara y pusiera en peligro a mi Agnes.

****************

Capítulo largo y con mucho sufrimiento ¡pobre de nuestra Scar! 

Aunque podemos ver su resolución a proteger a Agnes ¿Cuánto creen que podrá soportar por su amada? 

Espero que lo hayan disfrutado y que no sufrieran demasiado, nos leemos la próxima semana

¡Sean felices! 

Red velvet (2° parte de Blue Velvet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora