Jey.
Golpeó la puerta una vez más, aunque se aseguró de aumentar la fuerza de sus golpes para ser escuchado esa vez.
Mordió la uña de su pulgar, un hábito que había adquirido en su infancia y del cual jamás había logrado deshacerse. No cuando estaba nervioso o ansioso, mucho menos cuando el pánico lo invadía.
-¡Joder qué ya va!- gritó Mike desde el otro lado de la puerta.
Jey soltó un pequeño suspiro, agradecido de escuchar su voz.
Mike quitó el seguro de la puerta, abriéndola con una expresión que habría aterrado a cualquiera.
No obstante, su expresión se tornó más suave cuando observó a Jey tras ella.
-Lo siento- comentó Mike con suavidad- No pensé que eras tú, ¿dónde está tu llave?
Oh,mierda.
La llave.
Pensó Jey.Se había olvidado por completo de la llave que siempre descansaba en su bolsillo, cuidadosamente enganchada en el mismo llavero que contenía la llave de su propio cuarto.
Mike se la había obsequiado por su aniversario. Ellos habían cumplido seis meses juntos y Mike, dándose cuenta de que Jey siempre buscaba cualquier tonta excusa para quedarse con él, decidió que sería un regalo perfecto.
-Abrázame- suplicó Jey, mordiendo su labio inferior y sintiendo sus ojos inundarse de lágrimas- Abrázame, por favor.
No tuvo que pedirlo una tercera vez. Mike tomó el brazo de Jey, retrocediendo lentamente, llevándose a Jey consigo dentro de la habitación.
Cerró la puerta, asegurándose de dejar el seguro puesto en ésta. Entonces, con la privacidad jugando de su parte, atrajo a Jey a sus brazos.
-¿Qué ha pasado, amor?- inquirió con suavidad, arrullándolo entre sus brazos.
-Creo que Efrén sabe lo nuestro- comentó Jey en un susurro- Él ha hecho un comentario y yo...- inevitablemente, se echó a llorar- Yo me he puesto muy nervioso y creo que sólo le he confirmado sus sospechas.
Mike inhaló profundamente, aguantando el oxígeno por un breve momento. Después, exhaló en un fuerte suspiro.
El alfa no estaba demasiado conmocionado porque sabía que algún día acabaría sucediendo.
Al fin y al cabo, las mentiras tenían las patas muy cortas.
-Él lleva el tatuaje del cazador en su brazo y...- Jey hizo una pequeña pausa- Yo le he visto hoy su cuchillo asomar por el bolsillo de su pantalón.
Mike tampoco pareció inmutarse ante aquella declaración.
-No pasa nada, amor- comentó con suavidad, besando su frente- Solucionaré el problema.
Lejos de quedarse un poco más tranquilo ante aquellas palabras, Jey comenzó a sollozar más fuerte.
Sabía que solucionar el problema para Mike significaba enfrentarse a él.
El alfa había ingresado en aquella universidad porque su padre así se lo había exigido.
Mike medía dos metros de altura y pesaba ciento treinta y dos kilos con setecientos gramos, lo que le convertía en el alfa perfecto para que nadie intentara molestarlo.
Además, su carácter altamente volátil le beneficiaba. Sus padres trabajan en un negocio bastante ilegal, cobrando de forma sucia el dinero que otros cuidadanos, legalmente, pedían prestado al banco.
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Werewolf«sɪ ᴀʟɢᴜɴᴀ ᴠᴇᴢ ᴛᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀs ᴅᴇ ᴀʟɢᴜɪᴇɴ ᴄᴏɴ ᴛᴜ ᴍɪsᴍᴀ ɴᴀᴛᴜʀᴀʟᴇᴢᴀ, ɴᴏ sᴇ ʟᴏ ᴄᴜᴇɴᴛᴇs ᴀ ɴᴀᴅɪᴇ, ᴄɪᴇʟᴏ. ɴɪ sɪǫᴜɪᴇʀᴀ ᴀ ᴍí. ɴᴏ ʟᴇ ᴄᴏɴғíᴇs ᴀ ɴᴀᴅɪᴇ ᴛᴜ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ, ᴏ ʟᴇ ᴇsᴛᴀʀás ᴇɴᴛʀᴇɢᴀɴᴅᴏ ᴇʟ ᴀʀᴍᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ǫᴜᴇ ᴀᴘᴜñᴀʟᴀʀᴛᴇ».