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Contenido sexual.

-Álvaro...- susurró Efrén, intentando contener los gimoteos.

Sin embargo, de nada servía porque cuanto más lo intentaba, más ruidoso se volvía.

-Sí, eso es bebé- comentó Álvaro con suavidad.

Deslizó sus manos por la espalda de Efrén, acariciándolo con suavidad mientras se encargaba de besar y morder su cuello.

-Alfa...- insistió Efrén entre pequeños gemidos.

Álvaro bajó las manos a los glúteos del otro alfa, apretándolos de forma un tanto brusca.

Impulsó a Efrén, logrando que éste quedara con sus manos entrelazadas sobre su cuello y sus piernas sobre su cadera.

-Eso es bebé- insistió Álvaro con una pequeña sonrisa- Volvamos a la cama, ¿te parece?

Efrén asintió.

-¿Vas a ser un buen alfa, verdad?- inquirió Álvaro con suavidad- ¿Vas a enfadarte si tomo el control?

Efrén negó, gimoteando suavemente.

-¿Estás seguro, amor?- insistió con suavidad- ¿Dejarás que te ayude a mi manera?

Efrén resopló, cediendo ante sus impulsos. Dejó crecer sus colmillos, mostrándoselos al otro alfa.

-Ya te estoy diciendo que no te haré daño- gruñó con fastidio- Pero si continúas con tus estúpidas preguntas y ese tono infantil cambiaré de opinión y patearé tu culo.

Gruñó una vez más, reposando nuevamente su cabeza sobre la almohada, suspirando de felicidad.

Pocos segundos después sus gimoteos regresaron, esperando que la advertencia surtiera efecto.

Álvaro soltó una pequeña risita, no siendo capaz de contenerse por más tiempo ante la escenita que Efrén había montado.

-Lo siento, amor- comentó con burla- Necesitaba estar seguro que no intentarás arrancarme la cabeza cuándo haga esto.

Efrén quiso preguntarle qué quería decir exactamente con hacer eso, pero al ver como su alfa llevaba sus dedos a su boca y los mojaba con su saliva entendió perfectamente.

Abrió un poco más sus piernas, intentando hacerle saber a su alfa que estaba de acuerdo con lo que él iba a hacer.

Emitió un bajo gruñido cuando los sintió dentro, pues era la segunda vez que aquello sucedía y no estaba muy acostumbrado a las primeras sensaciones.

-¿Duele?- inquirió Álvaro con preocupación.

-Más bien arde- refunfuñó Efrén- Tú deberías estar en mi lugar, que conste.

Álvaro volvió a reír.
No estaba intentando volverlo un poco más sumiso con sus feromonas, como sí ocurrió durante su celo.

Ahora, y aunque quisiera repetirlo, el celo de Efrén no le permitiría estar cien por ciento sumiso, de ahí los pequeños cambios de humor.

-Puedes refunfuñar todo lo que quieras mientras no intentes atacarme- se burló de él.

Efrén abrió la boca, dispuesto a reprocharle. Sin embargo, sus palabras se vieron opacadas por otro gemido.

Álvaro había comenzado a repartir húmedos besos por sus muslos, acercándose muy lentamente hacia su pene.

-Joder, amo tu lengua inquieta, alfa- gimoteó cuando sintió una nueva oleada de placer.

Álvaro había llegado a su destino al fin, por suerte para la paciencia de Efrén, lamiéndolo sin ningún tipo de pudor.

Aprovechó la pequeña distracción para agregar otro dedo, recibiendo otro gruñido por parte del alfa.

-¿Estás preparado para recibir mi nudo, amor?- inquirió Álvaro con voz ronca.

-Sí- respondió Efrén de forma inmediata, gimoteando- Sí, pero...-

-Pero nada, confía en mí- le cortó Álvaro.

Pero yo necesito anudar, joder.
Refunfuñó Efrén en su mente.

Su parte humana deseaba entregarse a su alfa, pero sus instintos le pedían que reaccionara con urgencia, tomando al alfa frente a él.

Quería anudarlo, porque era su celo y así se lo estaba pidiendo su cuerpo. Pero no podía hacerlo porque Álvaro probablemente reaccionaría mal y acabarían peleando.

-Confía en mí, bebé- insistió Álvaro, colocándose entre las piernas del otro alfa- Lo tengo todo bajo control.

O al menos lo tuvo hasta ese momento. Al final acabó descontrolándose debido a los constantes ruegos de Efrén para que fuera un poco más salvaje.

-Ya casi estoy, bebé- gruñó Álvaro, mordiendo el cuello de Efrén- Ya casi estoy, voy a anudarte.

Efrén asintió, llevando sus mano a su propio pene para intentar buscar su orgasmo también.

-No- gruñó Álvaro, apartando su mano- Tienes que aguantar. No vas a correrte todavía- demandó.

Efrén dejó crecer sus colmillos de nuevo, mirando a su alfa con los ojos entrecerrados.

-¿Cómo que no?- inquirió acompañado de un pequeño gruñido- Yo quiero mi jodido orgasmo también.

-Te he dicho que confíes en mí, alfa cabezota- gruñó Álvaro, mostrándole sus colmillos también.

Efrén necesitó contar hasta cien, tanto hacia delante como hacia atrás.

Además, arañar la espalda de Álvaro hasta hacerlo sangrar también pareció funcionar para distraer a su cuerpo para no correrse.

Aunque, sin duda, tener el nudo de su alfa entre sus piernas no era de gran ayuda.

Álvaro se separó de él cuándo éste se deshizo, gimiendo gustosamente.

-¿Y ahora qué?- gruñó Efrén de mala gana- ¿Qué va a pasar conmigo?- refunfuñó, sintiendo su cuerpo hervir de la rabia.

Su propio alfa se sentía enfurecido por haber sido privado de su orgasmo, y Efrén temía que el asunto terminase en una pelea.

-Mañana me arrepentiré de esto. Sin preparación ni mierdas, verás que dolor- bufó Álvaro, subiéndose al regazo de Efrén- Te amo.

Se dejó caer con brusquedad sobre el pene de su alfa, sintiendo al instante el punzante dolor por aquella acción.

Efrén no necesitó ni un mínimo movimiento por parte de Álvaro para liberarse por fin, anudándolo al instante.

Gritó de placer, desprevenido por la agrable sensación de anudar por primera vez.

-Joder...- comentó entre pequeños jadeos, intentando recuperarse- ¿Estás bien, bebé?- inquirió con preocupación, incorporándose lentamente- Has sido demadiado brusco. Es tu primera vez y ni siquiera estabas preparado-

-No, no estoy bien- gruñó Álvaro- Tengo que separarme- comentó nervioso- Tengo que separarme ahora mismo.

Efrén lo miró, dolido.

-No, no lo entiendes...- comentó con rapidez al ver la tristeza de su alfa en sus ojos- No es lo que tú piensas, alfa...- sus dientes empezaron a crecer de forma involuntaria.

Efrén jadeó suavemente al ver sus dientes y cómo sus ojos cambiaban a un tono dorado.

-Álvaro, cariño...- comentó con suavidad.

El lobo de Álvaro gruñó fuertemente, abalanzándose sobre él mientras gritaba un fuerte mío.

El lobo de Efrén no intentó evitarlo, inclinando un poco el cuello hacia un lado para favorecer el acceso.

-Mío- gruñó una vez más, justo antes de clavar sus colmillos en el cuello del otro alfa.

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