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Jack.

-¡No seas malo, alfa!- gritó el omega, cruzándose de brazos- ¡Me estoy enfadando mucho!

El omega se encontraba irritado.
Muy, muy, muy irritado.

Y es que su alfa le había negado un abrazo, siendo eso como una traición para Jack, quien amaba los abrazos.

Quizás él estaba exagerando un poco, porque Zack sí que le había dado un abrazo.

De hecho, fue un abrazo de treinta largos minutos en los que básicamente el alfa tuvo que permanecer sentado con el omega sobre su regazo, abrazándolo y mimándolo con palabras cariñosas.

-Tenemos que empezar a colocar las cosas en su lugar, omega- le regañó el alfa con suavidad- Después continuaremos con la sesión de abrazos.

Cuando Jack se irritaba, se enfadaba, se sentía triste, o simplemente porque sí, el omega reclamaba abracitos para recuperarse.

Se volvía terriblemente mimoso y no descansaba hasta conseguir sus abracitos por nada del mundo.

Por supuesto, Zack lo consentía y mimaba en todas y cada una de las ocasiones en las que el omega lo necesitaba, justo como había estado haciendo por media hora.

Pero tenían que colocar la ropa en el armario y alguna que otra cosa que se habían traído a su nuevo hogar.

-¡No tenemos que colocar nada porque ya has comprado la casa amueblada!- chilló el omega- Sigamos con los abracitos, por favor.

Zack suspiró, sentándose nuevamente en el sofá, cediendo ante los caprichos de su omega.

Jack se sentó sobre su regazo con rapidez, aferrándose con fuerza a su alfa.

Ocultó el rostro en el cuello de Zack, suspirando de felicidad ante la calma que le había proporcionado a su omega con tan solo aspirar su olor.

-¿Por qué estás irritado, mi dulce omega?- inquirió Zack con suavidad, acariciando su espalda.

El alfa sabía la respuesta, pero quería hablarlo con él para intentar mejorar su estado de ánimo.

Jack se separó del cuello de su alfa, mirándolo mientras hacía un pequeño puchero.

-Echo de menos a Jey y Efrén- comentó con tristeza- Y echo de menos mi habitación o la tuya.

-¿No te gusta nuestro hogar?- inquirió Zack, un poco preocupado.

Hacía un par de meses, Zack encontró a Mike vagando por Internet. Cuando entró en la habitación, Mike se asustó tanto que el otro alfa pensó que estaba viendo cosas sucias.

Al parecer, Mike estaba comprando algunas cosas para decorar su futuro hogar.

Cuando Mike le propuso hacer lo mismo para Jack, el alfa se negó en rotundo.

A Jack no le importaba el asunto de la decoración. Insistía en que sólo quería un lugar donde vivir con su alfa.

Y Zack, por mucho que quisiera negarlo, era demasiado perezoso como para adentrarse en el estrés que una mudanza conlleva.

Así que no encontró mejor alternativa que comprar la casa con los muebles ya incluidos, ahorrándose un dolor de cabeza.

Sin embargo, ahora se arrepentía de no haberle hecho caso a Mike.

-Sí me gusta, pero no huele a tí- refunfuñó Jack- Mi habitación sí y la tuya también.

Zack emitió una pequeña risita, besando la frente de su omega.

-Eres un caso perdido, mi dulce omega- comentó con diversión- En unos días nuestro hogar adquirirá nuestros olores y asunto solucionado.

Jack hizo otro puchero, asintiendo a regañadientes.

-¿Mientras tanto puedo usar tus camisetas?- inquirió como un niño pequeño, rogando para que su respuesta fuera afirmativa.

-Mientras tanto puedes usar mis camisetas- respondió el alfa, golpeando de forma juguetona su nariz.

El omega chilló de emoción, poniéndose de pie rápidamente para salir a correr donde sus maletas se encontraban.

Sacó una camiseta del alfa, quitándose la suya tan rápido como pudo para colocarse la de Zack.

Satisfecho con el cambio, Jack regresó al regazo de su alfa, rogándole para que lo abrazara otra vez.

-Diez minutos más y nos ponemos a colocar las cosas, ¿vale?- demandó con suavidad- No te vayas a dormir, omega.

Jack asintió, ocultando su rostro en el cuello del alfa. A los pocos minutos sus ojos se fueron cerrando de forma involuntaria, cayendo completamente dormido.

Zack suspiró, acomodándose mejor sobre el sofá, sabiendo que su omega tardaría en despertar.

Depósito los pies en la pequeña mesita que había frente a él, quedando cómodamente con sus piernas estiradas.

Rió suavemente al pensar en lo furioso que se pondría su omega si no estuviera dormido en ese momento y pudiera verlo.

Estiró su brazo para tomar el mando de la televisión, quedándose a mitad de la acción cuando notó algo un poco fuera de lugar.

Ignoró la sensación, tomando el mando y encendiendo la televisión al  momento.

Cuando intentó regresar a la postura anterior, la sensación volvió a producirse.

Zack, con su ceño ligeramente fruncido, comenzó a acariciar la espalda del omega.

Éste respondió al tacto de forma inconsciente, soltando un pequeño suspirito de satisfacción.

Zack continuó sus caricias, llevando su mano lentamente hacia su vientre, lo cual fue bastante difícil si tenía en cuenta de que éste estaba aplastado contra el suyo propio.

Entonces, pudo notar que el vientre de su omega había crecido de forma considerable.

Además, era demasiado duro y con una forma un tanto extraña como para tratarse de un simple aumento de peso.

Instintivamente se inclinó hacia delante para olfatear el cuello de su omega, escuchando los pequeños quejidos por parte de éste debido al brusco movimiento.

Olfateó en repetidas ocasiones, gruñendo de posesividad al encontrar la explicación a ese hecho.

Jack abrió sus ojos lentamente, intentando luchar contra el sueño que estaba sintiendo en ese momento.

-¿Qué pasa?- inquirió con suavidad, bostezando levemente.

Zack intentó responderle, pero unos golpes en la puerta se lo impidieron.

-¡Yo voy!- gritó Jack con entusiasmo, bajando del regazo de su alfa.

Salió a correr, pese a las advertencias por parte de su alfa para que no abriera sin mirar antes.

Por supuesto, lo ignoró.

Abrió la puerta, adoptando una expresión incrédula al ver a las personas tras ella.

Cuando consiguió procesarlo, soltó un grito de emoción que bien pudo escucharse en toda la manada.

-¿Tú?- inquirió Jey, también incrédulo.

-¡Jey!- gritó, extasiado- ¡Jey, estás aquí!

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