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Sus vecinos, también conocidos como sus mejores amigos, acudieron con rapidez al hogar de donde se había escuchado un perfecto y doloroso grito.

Si Álvaro no estuviera completamente histérico en ese momento, se habría echado a reír ante la idea de no poder ser demasiado ruidoso a la hora de la diversión si es que no quería que sus vecinos lo escucharan todo.

-Llama al médico, ¿aquí tienen uno, verdad?- inquirió Álvaro con nerviosismo- ¡Llama a alguien que pueda ayudarnos, maldita sea!

Efectivamente, un gran porcentaje de manadas contaban con una persona especializada en medicina de su propio ámbito.

La doctora no tardó en llegar a la casa, echando a todos los integrantes cotillas que no harían más que entorpecer la ayuda a su paciente.

-Bien...- refunfuñó la doctora mientras colocaba sus guantes- ¿Qué ha pasado?

-No lo sé...- comentó Álvaro, tirando con algo de fuerza de su pelo- Me ha dicho que se encontraba un poco mal, que iría a descansar un rato y cuando lo he alcanzado ya estaba así.

La doctora asintió, murmurando un voy a revisarlo.

Tocó la frente de Efrén, frunciendo su ceño al percatarse de su elevada temperatura.

-¿Cuándo ha sido su último celo?- inquirió la doctora.

-Hace una hora hizo un día desde su último celo- comentó Álvaro, histérico- ¿Qué le pasa?- insistió- ¿Qué tiene?

La doctora le hizo saber que era demasiado pronto como para saber un posible diagnóstico.

Siguió revisando al alfa inconsciente, sus ojos, su temperatura exacta, su pulso.

-Todo parece correcto, aunque sus valores están al límite de la normalidad- comentó la doctora con preocupación.

Encontró una marca en su cuello que la hizo fruncir su ceño aún de forma más profunda.

-¿Se ha enlazado con algún omega recientemente?- inquirió la doctora con curiosidad- Aquí tiene una marca de emparejamiento.

Álvaro gruñó.

-Es mía- comentó el alfa con fastidio- Él se ha emparejado recientemente conmigo, como tú has dicho.

La expresión de la omega se tornó incrédula, aunque intentó ser no tan evidente para evitar molestar aún más al ya de por sí molesto alfa.

-¿Hace cuánto?- insistió la omega.

-Un día, también- respondió Álvaro, histérico- Lo marqué en su celo y éste se esfumó aún cuando prácticamente recién había comenzado- insistió- ¿Puede dejar las preguntas y ayudarlo?

La doctora negó.

-Esto es muy importante, Álvaro- comentó ella- Necesito que respondas a todas las preguntas con total sinceridad para poder ayudarlo.

El alfa asintió a regañadientes.

-¿Habías pasado con él algún otro celo?- Álvaro asintió- ¿Suyos o tuyos?

-Míos-

-Él...- la omega aclaró su garganta, incómoda- Se dejó...uh...-

-La palabra es sodomizar según uno de nuestros amigos- le cortó el alfa al ver el bochorno en la cara de la omega- Y sí, él se dejó- ella asintió- Se mantuvo muy sumiso, tanto en su celo como en el mío.

-Sabes que eso no es normal, ¿verdad?- comentó la doctora con suavidad- Pasar los tus celos y los suyos propios de forma sumisa.

-Pero...-

-Pero nada, Álvaro- le interrumpió ella- Nosotros odiamos a los cazadores, sí. Pero ellos tienen razón en algo, aunque no queramos admitirlo.

El alfa se calló, escuchando con curiosidad aquellas palabras.

-No estamos para nada de acuerdo con la forma en la que se ocupan de aquellas personas que, sin importar la naturaleza, se aman- continuó ella- Pero tienen razón en el hecho de que dos omegas no podrían ayudarse durante los celos, no serían capaces de satisfacer las demandas del otro.

-Pero nosotros no somos omegas- le interrumpió él.

-Dos alfas acabarían en una pelea- insistió ella- Yo pude verlo con mis propios ojos, Álvaro- hizo una mueca de horror- Y no fue muy bonito.

Álvaro asintió, pensando que ella podría decir todo lo que quisiera.

¿Qué había comprobado cómo dos alfas se enfrentaban durante un celo?Vale, lo aceptaba.

Pero ella no había estado en su habitación las dos veces que había lo había hecho suyo, y sin ninguna señal de enfrentamiento.

-¿Y qué pasa con esos alfas y omegas que no pueden pasar sus celos juntos?- inquirió Álvaro.

-Pues simplemente deciden pasar sus celos solos, aunque también hay parejas liberales que aceptan que su pareja busquen a una persona de otra naturaleza para aliviar un poco el dolor- respondió ella con total sinceridad.

Álvaro asintió, murmurando un comprendo.

-¿Y nosotros entonces qué?- insistió Álvaro- ¿Somos una especie de pareja extraña o qué?

La doctora asintió.

-Tengo mi teoría, sin embargo- comentó con una pequeña sonrisa- Ya es la segunda vez que me topo con un caso así, no sería extraño una tercera.

Álvaro hizo un pequeño ruidito, ansioso por una explicación.

Sacó un estetoscopio de su pequeña maleta, sonriéndole con dulzura.

-¿Hace cuánto anudaste en él por primera vez?- inquirió con suavidad, levantando la camiseta del alfa inconsciente.

Álvaro frunció el ceño, pensativo.

-Más de dos meses- comentó- Quizás esté por cumplir los tres meses.

La doctora asintió, murmurando un entonces ya hay latido.

Álvaro palideció, comprendiendo un poco de qué iba la situación. Pero no, eso no podía ser posible.

Efrén era un alfa por lo que su única misión en la vida era fecundar, no gestar.

Él no era omega, y como tal, no poseía órganos internos femeninos.

-Él es un alfa, él no puede...- refunfuñó Álvaro.

-Él es un alfa, sí- le interrumpió ella- Pero a veces surgen fallos provocados por el propio organismo durante su desarrollo en el vientre, Álvaro.

Éste palideció aún más.

-Es un hecho muy bien sabido que durante los celos es tu lobo quien toma el control- comentó ella con suavidad- Estoy casi segura de que el lobo de Efrén sabe lo que sucede y por eso se dejó anudar, incluso en su propio celo.

Ay madre.
Pensó Álvaro, histérico.

-Te dejó marcarlo y su celo mágicamente desapareció- insistió la doctora- Justo como sucedería con un omega, ¿no crees?

-Pero Efrén tuvo su celo, ¿no se supone que hay una falta cuándo están en estado?-

-Sí, pero a Efrén le faltaba su marca, alfa insistente- refunfuñó la omega- Aquí tienes la última evidencia, por si la necesitas para terminar de creértelo.

No necesitó acercarse a su alfa para comprobarlo. Le bastó con cerrar sus ojos y agudizar sus sentidos para escucharlo por sí mismo, sin la ayuda del estetoscopio.

La omega lo había necesitado porque su sentido del oído no estaba tan desarrollado como el de un alfa, porque su mejor sentido era el olfato, y si se hubiera tratado de un humano sí que habría sido imposible.

Escuchó un pequeño pero fuerte latido, demasiado agradable desde su propio punto de vista.

Había logrado tranquilizar a su lobo y a él mismo.

-Efrén es un alfa con útero y ahora mismo está gestando un bebé- comentó Álvaro, incrédulo- Voy a ser papá y...- comenzó a cerrar sus ojos de forma involuntaria- Creo que voy a desmayarme.

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