CAPÍTULO 31

2.9K 468 61
                                    

SEGUNDA PARTE

DÍEZ AÑOS DESPUÉS...

El largo camino de elegante piedra de algún lugar de Europa bordeado de bonitos jardines fue lo primero que notó desde el parabrisas de su Mustang. Conocía muy bien el lugar. Lo compró para su esposa apenas regresaron de la luna de miel. Buscaba compensarla por la noche en la que se anunciaría el compromiso. Cuando todo fue cuesta abajo.

La noche que fue decisiva para su futuro. El futuro que ya había llegado hasta el tope y que lo mantenía buscando un poco de aire puro con el que respirar. Rodeó la pequeña glorieta con una elegante fuente de la que emanaba chorros de agua cantarina.

Suspiró deteniendo el auto mientras inclinaba un poco la cabeza mirando hacía la elegante puerta de dos hojas y cristales diseñados con especificaciones de Francesca. La luz amarilla se divisaba por las ventanas largas a cada lado de la puerta. Pasó una mano por su cabello corto. Aquél gesto apenas le dió tiempo de aclarar su cabeza.

Quizás aquel reencuentro después de más de seis años podría ayudar a comprender el porque en su estúpida juventud cometió el error más grande de su vida.

Porque ambos hicieron lo que hicieron.

Salió del Mustang sin soltar la imagen de la mansión de piedra gris claro. Subió los escalones de dos hasta que se detuvo frente a la puerta. Volvió a pasar una mano por su cabello antes de levantar la mano para llamar, la puerta se abrió antes de que lograra hacerlo. Ante él estaba la mujer que lo llamó un par de días antes con un gesto desolado en un rostro que no reconocía de hace diez años.

Ella era otra mujer. Él fue el culpable de que ella se convirtiera en lo que estaba frente a sus ojos. Aguantó un gesto de tristeza y sonrió como solía hacerlo y se inclinó a ella rozando su mejilla fría con sus labios.

- Hey, ¿Cómo has estado?

Francesca no respondió sólo hizo un movimiento con la cabeza invitándole a pasar.

Dallas dió un paso dentro. Miró sus botas vaqueras hacerlo sin dudar y los recuerdos brotaron como el agua de la fuente que podía oírse a su espalda.

Los recuerdos oprimieron su pecho dejando que apenas un hilo de aire entrara a su cuerpo. Y una multitud de sensaciones lo invadieron. Dolor de saber que la mujer de su vida ya no iba a ser nunca suya, que sería de alguien más, muy lejos de él. De saber que sus errores y caprichos lo alejaron de la que pudo ser su familia.

Pasaron muchos días antes de que se resignara a entender que la había perdido y seguir con su vida. Además de que tenía un compromiso con una mujer que no conocía en absoluto. Ella era una buena persona y no podía dejar botada su promesa de matrimonio.

Se casó y la vida de ambos fue cuesta abajo.

Ella de convirtió en otra mujer. No la dulce Francesca que conoció en el centro, una más exigente, celosa y caprichosa que a cada paso le reclamaba el seguir amando a Tatiana y no a ella que era su esposa. Dallas buscaba tranquilizarla y accedía a sus caprichos convirtiéndola en lo que era ahora.

Miró su demasiado esbelto cuerpo cubierto por un vestido negro con blanco de delicada seda. Las altísimas zapatillas que levantaban su estatura un poco más de diez centímetros. Una mujer sofisticada muy lejos de la chica que alguna vez conoció.

No le fue difícil reconocer el lugar a donde lo llevaba. El salón íntimo que ella había insistido decorar ella misma. Tonos pastel tan delicados como los de una niña romántica, una niña que desapareció mucho tiempo atrás por su culpa.

Ella se detuvo ante la puerta abierta y con un gesto lo invitó a pasar.

Dallas miró los labios rojos apretados y los mechones rubios largos muy cerca de ellos. Pasó a su lado deteniéndose en el centro del lugar. Ella entró y cerró la puerta recargándose en la superficie blanca.

SAGA KING 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora