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—¿Detención? —cuestiona Feliciano con sorpresa.

—Una semana entera —refunfuña con enfado el sureño.

—No pensé en el director... —comenta culpable el norteño.

—Pero al menos no tienes falta en clase de inglés —defiende Ludwig.

—Tú no tienes derecho ni de opinar, macho patatas —le ladra—, pero es cierto. Gracias por cubrirme con el profesor cejotas.

Feliciano hace una mueca de sonrisa antes de dar otro bocado a su almuerzo.

—Tendrás que volver solo a casa, Feli —se lamenta por su hermano.

—No te preocupes, puedo cuidarme yo solito. Además, no vivimos tan lejos, llego a pie.

—Eso es contraproducente, Feliciano-kun —replica el japonés—. Es más probable que le ataquen en la calle mientras camina que en el transporte público.

—Puedes esperar una hora a que termine el entrenamiento de fútbol y entonces nos vamos juntos —accede el alemán, Feliciano le sonríe antes de abrazarle del brazo, asintiendo y aceptando la oferta.

—Eso no evitará que Lovi se tenga que ir solo a casa, más tarde, cuando esté anocheciendo...

—Algunos profesores tienen auto, el profesor de castigos entre ellos ¿No? —pregunta Kiku a Ludwig.

—Claro que tiene, pero nunca lo trae, es un flojo y prefiere que Elba Zwingli le recoja en su casa y lo traiga todos los días —el japonés levanta las cejas pues sabe perfecto quién es Elba.

—Zwingli... Zwingli, me suena —comenta Feliciano.

—Es la madre de Vash y Lily.

—¿Los que siempre llegan como mínimo media hora antes? —Cuestiona Lovino con horror porque si ya de por sí entran temprano, para llegar a la hora que ellos llegan hay que levantarse mínimo a las 4:00 de la mañana. Un absoluto martirio para ambos italianos.

—Supongo que por la puntualidad de los Zwingli le conviene al profesor Roderich irse con ellos —especula el azabache.

—Pero yo siempre llego con puntualidad, junto a mi hermano no sé porque no acepta venir con nosotros —se queja el alemán.

—Aún no puedo creer que sean primos...

—¿Y no puedes conseguir un favor de él? —pregunta Lovino ni corto, ni perezoso—. Puedes pedirle que me deje salir del castigo, que ponga que me vigiló, no creo que se niegue, soy su favorito del coro —Feliciano sonríe con ternura, pues, más de una vez, el profesor Roderich le ha dicho al menor que es su favorito—. No creo que se niegue.

—Puedo preguntarle... —accede incomodo pues realmente no está acostumbrado a que Lovino le pida favores.

-oOo-

Termina la última clase, Lovino saca su teléfono, revisa los mensajes.

"Lovi... Ludwig intentó convencer al Profe Roderich pero no funcionó :("

—Ese inútil —masculla con odio para el alemán.

Suspira derrotado, acomodándose en su butaca, la última clase no tardaba en acabar, Lovino deseaba irse, no se había topado en todo el día con Antonio.

Sus mejillas se pintan de un tenue rosa casi imperseptible por lo moreno de su rostro.

No es como si quisiera verlo, piensa para sí. Pero quería discutir sobre lo que había pasado la mañana.

Reprobado (SpaMano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora