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Los ojos oliva del italiano están perdidos en la nada.

Un río de pensamientos dispersos fluye en su cabeza. Lo distrae a tal punto que el panini que trajo de almuerzo no ha sido tocado si quiera en todo el receso.

Feliciano le mira con algo de temor, pero más que nada; desconcierto.

El timbre que anuncia el triste fin del descanso resuena entre los corredores de la institución.

Feliciano se levanta, despide a sus amigos del club de periodismo ya que ninguno va en su grado y no es hasta la salida que podrán verse.

Toma la mano de su hermano para indicarle que ya es hora de la clase. Lovino vuelve en sí.

—Acabó el receso, ya tomarás una siesta en el salón —apremia el menor.

—No iré —se limita a decir antes de recostarse sobre la mesa de la cafetería escolar.

Su hermano le mira con angustia y compasión. Tristemente.

—Debes ir —no miente, necesita un 80% de asistencias para tener derecho a examen de bimestre.

—No quiero verlo —ni a querido. Lleva toda la semana evitándole, desde no responderle los mensajes hasta directamente faltar a su clase.

—No es por él —trata de convencerle —. Debes asistir a esa clase por ti, por tu promedio, por tu futuro.

—Hm —esconde su rostro entre sus brazos, dando por terminada la conversación.

Feliciano se aleja suspirando.

Llega hasta su salón asignado, Antonio llega escasos segundos después. La sonrisa se le borra un instante cuando no ve a Lovino. Sus ojos verdes van directo hacia el menor de los hermanos Vargas, como pidiendo una explicación por la ausencia.

El Italiano se encoge de hombros, habiéndo entendido perfectamente la expresión de preocupación ajena.

El ibérico se sienta en el escritorio sacando su lista de asistencia para pasar lista sin más remedio.

No podía culpar al muchacho, aunque era extraño.

Lovino es alguien con fuego en la sangre, híper pasional, con emociones fuertes e intensas, su rabia, su determinación, su amor, todo era constante y fuerte.

No era lógico que después de un "No" se quedase de brazos cruzados.

No es no. No es tan difícil de entender.

Es obvio que había aceptado su rechazo y lo había respetado como debe ser.

¡Pero jamás le dijo que quería perder todo contacto con él!

Antonio, decaído, termina por dar su clase sin tanto entusiasmo, dando los últimos minutos para un repaso, pues la siguiente clase es el examen.

Lovino por su lado, no está mejor.

Guarda su comida intacta. Sale de la cafetería decidido a perder el tiempo en el centro de cómputo.

Camina por los pasillos pensando en lo estúpido que es arruinar su futuro por un hombre apuesto.

Pero no. Es lo correcto. Quiere a Antonio, lo quiere a un grado que el corazón arde en despiadadas y dolorosas llamas, lo quiere tanto que daría cualquier cosa por tan solo un abrazo, un rato de conversación, ¡Una cita! ¡Lo que sea! Tan solo una mirada furtiva, de esas que sabes que no son traviesas, solo estás viendo a la persona que quieres, que amas, y te sientes tan feliz.

Niega con la cabeza.

Toda su cara está roja, se avergüenza de pensar cosas tan ridículas, cursis, melosas, asquerosas y vomitivas.

Por estar distraído ahogándose en su vaso de agua mental termina dándose un golpe contra la puerta abierta de un salón. Casualmente y porque me encantan las coincidencias, es la puerta del aula donde Gilbert Beilschmidt está explicando derivadas.

Deja de explicar en cuanto escucha el golpe y varios alumnos se asoman para ver. No falta quien se ríe.

El golpe ha sido suficiente para romper el labio de Lovino, por lo que la sangre no tarda en correr por su barbilla. Como todo es más grave cuando hay sangre de por medio el profesor alemán deja el ejercicio de encontrar la segunda derivada de. Sen³x² y se aproxima a ayudar a Vargas.

—Vargas —le ayuda a reincorporarse, le hace dar un par de pasos hacia atrás para poder cerrar la puerta y hablar con algo más de privacidad—. ¿Por qué golpeas la puerta de mi salón?

—¡Ella me golpeó! —grita frustrado hasta que nota que eso suena bastante ridículo, se masajea el puente de la nariz—. Es decir, no era mi intención golpearme ¿Sabes?

—Deberías estar en clase a esta hora ¿Qué haces corriendo por los pasillos?

—Deberías estar dando clase a esta hora ¿Qué haces hablando conmigo? —responde con sarcasmo agresivo.

Gilbert sonríe con algo de orgullo, si bien no le gusta que los alumnos se pongan a su nivel y repliquen de modo tan grosero, algo tiene este mocoso que, cuando él lo hace, le parece hasta divertido.

Camaradería.

—les dejé un ejercicio lo suficientemente difícil como para tardarme un rato discutiendo con mocosos irreverentes.

Lovino se ríe maligno, considerando ese acto bastante macabro.

—¿Por qué te saltas clase? —cuestiona el docente un poco más serio, preocupado.

—No es tu asunto.

—Claro que lo es. Bueno, no es como que sea tu tutor, tu grupo no es lo suficientemente asombroso. Pero aún así, si hay un chisme quiero saberlo.

—No es nada —desvía su mirada.

El mayor nota como un poco de sangre italiana fluye por el labio del alumno.

Antonio da por terminada su clase minutos antes de que realmente acabe, varios alumnos se quedan en el salón haciendo tareas o platicando, pero Feliciano sale disparado con la intención de entrar en la clase se Ludwing pero se detiene en seco al notar a su hermano con el profesor Gilbert, apenas da unos pasos lejos de la puerta y se les queda mirando.

El ibérico guarda sus cosas sin ganas antes de salir del aula, nota al joven Vargas con la boca abierta mirando un punto en concreto. Antonio voltea hacia donde el Veneciano  está observando.

Justo en el momento cuando Gilbert acaricia el labio inferior de Lovino, de manera lenta. El italiano cierra los ojos ante el tacto.

La escena es por demás coqueta, Feliciano no puede creerlo y Antonio no quiere creerlo. Incluso parpadea un Par de veces tratando de revelar que está en un sueño o algo similar.

La sangre queda en el pulgar de Gilbert. Lovino abre los ojos de manera lenta.

—No es tan grave, no necesitas ir a la enfermería —declara.

Los celos de Antonio crecen ante la sonrisa que nace en los labios de su alumno favorito, un sonrojo también se deja ver, muy leve pero notorio.

Gilbert mira a su alrededor notando la presencia de Antonio en el pasillo. Le saluda como siempre lo hace, con una gran sonrisa y enorme camaradería.

Lovino se congela, su sangre se siente como nitrógeno líquido pero sus mejillas están tan encendidas como fuego del mismo infierno, todo esto al ver a Antonio.

Corre hacia su hermano, llevándolo muy lejos sin permiso alguno.

Antonio y Gilbert se quedan confusos en el pasillo. Se miran el uno al otro.

—¿Qué hacías con él? —pregunta el español en tono agresivo.

∆•∆•∆

La segunda derivada de Sen³x² es Sen²x²+4x²(Senx²)(Cos²x²-2x²)(Sen³x²)

No olviden hacer sus tareas.
Gracias por leer.

Reprobado (SpaMano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora