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El frío vidrio roza los naturalmente pálidos labios del alemán, este separa la botella de cerveza de sus labios cuando siente que ha tomado lo indispensable para reír con esa voz rasposa propia de él, en ese tono tan particular que científicos han determinado; suena "Kesesese".

—¡... Y entonces se sonrojó! ¡Hombre! —termina de contar su relato a Francis.

—No sucedió así, tío... —intenta defenderse Antonio de forma inútil. Francis sonríe aguantando la risa.

—Ulalá, así que los gemelitos Vargas han crecido para bien —especula.

Tanto Gilbert como Antonio reflexionan ese comentario. Es cuando ambos se sonrojan, ante lo caliente de su sangre, hirviendo por sus pensamientos. Claro que en la pálida piel alemana es más notorio.

—¿Y lo acusas a él —señala al ibérico—, de pedófilo, mon ami ? —le cuestiona al albino.

—¡Yo no me doy besitos con menores de edad por los pasillos! —se defiende.

—¡Yo tampoco! —busca limpiar su nombre el español.

—¿No has besado aún a tu niño adorado? —le cuestiona Francis, bastante sorprendido, puesto que conoce bien la pasión sin fin del moreno.

—Bueno... Sí, pero como lo dice Gilbert parece que soy un perverso acosador serial de menores —hace gestos como imitando a bestias salvajes—. Tío, nunca antes me había gustado alguien menor.

Francis levanta una ceja sonriendo.

—Ajá —Gilbert ríe.

—¡Es verdad! —se defiende pobremente.

—Hace mucho que no veo a esos mocosos —comenta Francis haciendo girar su vino.

—Deberías ser profesor en el instituto —dice el alemán—. Siendo el director, tal vez

—¿Y quitarle el puesto al novio a Tony? ¡Jamás! —se burla—.  Ahora que lo pienso más vale que cuidemos bien del líbido de nuestro amigo, si nos descuidamos más, al paso que va tendrá un harem.

—¡Con toda el instituto en él! —se burla el albino con una carcajada que casi no le deja respirar.

El francés no duda en secundarle la risa descontrolada.

Antonio niega con la cabeza girando los ojos, pero pronto es seducido a reírse por lo contagioso en el "Kesesese" y "Honhonhon" de sus compañeros.

—Ya en serio, Tony —retoma la compostura el galo—. ¿En serio te gusta ese mocosito?

El moreno hace como que se lo piensa antes de reírse.

—Solo no me pongáis tras las rejas ¿Vale? —pide, tal vez más sinceramente de lo que esperaba—. Sí, ese muchacho tiene el "qué sé yo".

—Un humor de mierda, por ejemplo —agrega Gilbert, pues ya le ha dado clase.

—A nuestro Tony le gustan los verdaderos retos —le da un trago a su vino con expresión risueña—. No olvides cuando le gustaba Roderich —pronuncia con desprecio pero a la vez  alentando la mofa.

—¡Hombre que horror! —pronuncia Gilbert haciendo una exagerada mueca de asco—. No logro entenderte, eres tan guapo, podrías tener todas las tetas del mundo y prefieres enrollarte con hombres de carácter cuestionable.

—Es más divertido enamorarse que tener veinticinco mujeres y cincuenta tetas —se defiende el pasional con una risilla.

—Masoquista —le acusa el francés.

Reprobado (SpaMano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora