El Pacto

112 5 4
                                    

El Pacto

-¡Vamos mujer, que no tengo todo el día, tengo que irme a trabajar; ya que tu niegas a hacerlo para cuidar a los inservibles de tus hijos!- Grito mi padre sentado en la mesa esperando que mama le sirviera él desayuno, mientras que yo me contenía para no abalanzarme encima de él y molerlo a golpes, odiaba tanto que tratara así a nuestra madre, como sí no fuera su mujer sino simplemente una sirviente. Sentí la mano de mi hermano mayor Rafael en mi hombro dándome fuerzas para tranquilizarme y no matarlo, él siempre me tranquilizaba, mientras que mi otro hermano Gabriel él menor solo comía silenciosamente su cereal tratando de parecer invisible ante mi padre, pero yo no podía hacer eso,  por eso Rafael siempre me contenía diciéndome que pronto todo iba a acabar, y que mi padre se iría al trabajo y nos quedaríamos solos con nuestra madre ayudándola, en los quehaceres de la casa, para  luego poder salir a jugar nuestro juego favorito ¨Los Arcángeles¨  Ya que como podrán haberlo notado tenemos los tres nombres de los Ángeles Rafael, Miguel (que ese soy yo) y Gabriel, mi madre era muy religiosa y siempre quiso que sus hijos se llamaran así, nosotros no nos quejamos nos gustan nuestros nombres y más aún cuando ella nos contaban las cosas que los ángeles hacían, soñábamos con poder tener ese poder para poder liberar a nuestra madre de nuestro padre.

Por eso una tarde decidimos hacer un pacto de sangre y ante Dios, solo teníamos 8, 9 y 10 años, pesábamos que con todas las historias que nuestra madre nos había contado sobre Dios él se iba a apiadar de nosotros he iba a ayudarnos, así que una tarde luego que mi padre se fue, salimos afuera con un cuchillo y agua bendita.

Vivíamos en un campo por así decirlo, no teníamos vecinos así que no tuvimos problema en que nadie nos descubriera, pero igual nos escondimos detrás de una piedra en donde armamos un círculo de piedras y nos pusimos dentro y empezamos con nuestro ritual. El primero en cortarse la mano fue Rafael, yo lo seguí y por último fue Gabriel, luego pusimos agua bendita en la mano y las juntamos, la herida me ardía pero aun así me contuve, era un día nublado, se notaba que estaba a punto de llover, pero igual no nos detuvimos, esto lo hacíamos por nuestra madre y por ella lo íbamos a terminar, empezó a llover entonces Rafael recito una frase que nuestra madre siempre decía antes de empezar a leer la biblia

“Te queremos presente en este momento en cual conoceremos tu palabra para que puedas interceder a nosotros por medio de tu obra y gracia”

Cuando termino,  dijimos fuerte y claro a Dios lo que le pedíamos

-DIOS que estas en los cielos, ayúdanos y apiádate de nosotros más que nada de nuestra madre quien sufre por un hombre que no la merece- hablo Rafael mirando hacia el cielo y sosteniendo fuerte nuestras manos- Que la maltrata y no la trata como se debe.

-Por eso DIOS necesitamos tu ayuda, para ayudarla  a ella, no podemos verla sufrir de esa forma por nosotros, necesitamos tu ayuda- continúe yo

-Y está ayuda DIOS, no la queremos solo para nuestra madre sino para todas las mujeres que hay en él mundo, por eso hoy 20 de enero haremos un pacto ante ti y todos los Ángeles presentes- dijo Gabriel y luego todos juntos

-Juramos  proteger a toda mujer, de la maldad de los hombres, si tú glorioso Dios liberas a nuestra madre de su padecimiento.- se escuchó un trueno, y luego uno cayó en él medio de nuestro circulo que nos impulsó hacia atrás.

 Y así empezó nuestro pacto con Dios.

El Pacto De Los AngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora