Capitulo N°23

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Miguel

Agotado la miré dormir introducirme en su mente me había debilitado, sé que se supone que no deberíamos de hacerlo, pero verla llorar hizo que mi alma llorará también. Necesitaba tranquilizarla decirle que no estaba sola que nos tenía a nosotros, que me tenía a mí. Me senté a su lado, y trate de acariciarla pero mi mano la traspaso, suspiré.

-No sabes cuánto te extraño Jenna- murmuré mientras me acostaba a su lado.

Me mantuve despierto toda la noche, solo viéndola dormir, estando alerta el escudo que había creado mi hermano se estaba debilitando y no quiero ninguna otra sorpresa.

-¿Miguel?-murmuró Jenna moviéndose para llegar a mi lado.

¿Me había nombrado?, ¿estaría soñando conmigo?

-Jenna estoy aquí, te prometí nunca dejarte y no lo voy a hacer- le murmuré acercándome lo más que pude a ella.

-¿Miguel?-volvió a preguntar ella, dándose vuelta hacia el otro lado lejos de mí-¿Por qué me abandonaste?- escucharla decir eso me partió el alma, ¿ella pensaba que la había abandonado?

-Nunca te abandone estoy aquí solo que no me puedes ver, Jenna por favor perdóname, pero no me olvides, no te atrevas a hacerlo- le murmuré a su oído, ella en un movimiento quedo a mi lado.

-Yo también te prometí nunca olvidarte, ¿o es que no lo recuerdas?-me dijo ella con diversión en su voz, sonreí como olvidar aquellas palabras que me llenaron de esperanza.

-Nunca salen de mi mente- le respondí lo más cerca que pude estar de ella sin traspasarla.

-Miguel, lo siento- murmuró ella alejándose de mí, fruncí el ceño sin entender

-¿Jenna?-pregunté en voz alta, ¿Por qué me pedía perdón? Pero ella no respondió solo liberó un suspiro y volvió a dormir.

Me levante de la cama, y empecé a caminar de un lado a otro, o mejor dicho flotar de un lado a otro. Jenna se había comunicado conmigo atreves de los sueños, me preguntó si esto ha sido ocasión de una vez o si siempre podemos hacerlo. La miré dormía profundamente,  hablar con ella se sintió tan surrealista.

¿Por qué pude hacerlo?, ¿Por qué nadie me detuvo?, ¿Por qué no aparezco en la sala de confrontaciones por lo que acaba de ocurrir? ¿Por qué? Me pregunto si alguna vez podría estar con ella realmente no así en sueños, aunque se sintió como si fuera verdad, como si realmente eme estuviera viendo. ¿Alguna vez me recordará?

La miré ahora dormía plácidamente, ella tiene otro destino uno en el que tu no estas, eso me había dicho la voz, otro destino y yo no estoy incluido, ¿entonces porque siento esto?

Estaba agitado, me pase una mano por mi pelo como auto reflejo para no encontrar nada, yo me sentí como si tuviera cuerpo pero era solo mi alma la que estaba visible, a veces olvidaba eso. Volví a mirarla seguía durmiendo, cerré los ojos con fuerza, como si quisiera que cuando los abriera todo cambiaría, sí esta misión nunca hubiera llegado no me sentiría de esta forma. Tan devastado.

Y tan solo, porque aunque yo pensaba que los tenía cerrados los tenía abiertos, tan abiertos como siempre, estaba cansado de ser siempre el que arruinaba todo, de estar siendo observado por temor a mis acciones, de que pudiera destrozar todo lo que habíamos logrado. Pocas veces me sentía bien conmigo mismo extrañaba tanto a mi madre, sus abrazos, sus besos en la frente cuando me sentía mal o rompía algo, ella siempre decía que no importaba que eso se podría arreglar que lo importante era que yo estuviera bien, pero que no lo volviera hacer claro.

Sonreí recordándola, feliz sonriente a nuestro lado, sí en la época en la que ella existía hubieran existo las cámaras, le hubiera sacado ciento de fotos, pero creo que solo me puedo conformar con mis cuadros, cuantas veces poso para mí cuantas  veces me dijo que no hacía falta, pero Dios sí que hacía falta, pintarla cocinando, pintarla teniendo la ropa a fuera, durmiendo sabía que la extrañaría, que iba a necesitar verla, y sabía que la única forma de verla era de esta forma, porque aunque tenía varios recuerdos no podría solo con ellos.

El Pacto De Los AngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora