Rafael
¿Dónde está? , se supone que debería de estar cuidando a Jenna y no lo encuentro por ningún lado, por Dios, este chico quiere que me dé un ataque.
-¿Pudiste conectarte con él?- pregunté a Gabriel quien tenía los ojos cerrados, mientras se sostenía del asiento con un agarré mortal.
-No puedo concentrarme sí conduces a esa velocidad, cada vez que creo que lo conecto, derrapas el coche- dijo él mientras volvía a girar-¡Lo ves! ¡¿Cómo quieres que me concentre sí haces eso todo el tiempo?!- gritó él alterado.
-Mira Jenna está sola en la escuela, se fue sin nosotros, Miguel no contesta, y dudo mucho que este con ella, nos hubiera avisado.- dije entre dientes tratando de calmarme
-Entonces supones que ella puede estar peligro- dijo Gabriel entendiendo mi frustración.
-Exacto, por eso conduzco como loco, necesitamos llegar antes de que pueda sucederle algo- dije entrando al estacionamiento, donde gracias a Dios Jenna se encontraba apoyada en su auto con los ojos cerrados.
¿Qué hacía?, ¿No entendía que estaba en peligro? Se parece tanto a Miguel.
¿Hermano donde te encuentras?
Bajamos del auto y corrimos hacia ella, pero cuando ella abrió los ojos no eran sus ojos, me detuve en seco y sujeté a Gabriel para que lo hiciera también.
-Bienvenidos- dijo Jenna, o mejor dicho lo que estaba dentro de Jenna, todo mi cuerpo se tensó- Los estamos esperando- dijo a lo que de pronto oscureció, retrocedí mirando hacia el cielo.
Esto no era bueno, para nada bueno.
Tome a Gabriel y lo puse detrás de mí, nadie le haría daño, Jenna río de forma macabra para luego evaporarse y formase en mí padre.
-Hijos, ¿cuándo aprenderán que no pueden vencerme?, ¿cuándo se enteran que soy mucho más fuerte que ustedes? Ahora menso que no tienen a su hermanito.- dijo él sonriendo aún más. Avance un paso hacia él
-¿Qué has hecho con Miguel?- le pregunté decidido a no dejarlo con vida sí algo le sucedió.
-¿Eso importa?- dijo él volviendo a sonreír
-Maldito seas ¡¿Qué hiciste con mi hermano?!- grité saliéndome de mis casillas, se supone que tenía que protegerlo sí algo le sucedió a Miguel, Dios el recuerdo de mi visión centellaba en mi mente.
-Mirar el angelito maldijo eso es nuevo- dijo él aún más divertido.
Estaba a aun segundo abalanzarme hacia él cuando Gabriel me toco el hombro, descargándome confianza y energía, relajándome. Parpadeé varias veces, ¿Qué me había sucedido?, Yo no actuaba de esa forma, se supone que tengo que mantener la calma.
-Gracias, hermano- dije a Gabriel quien me miraba un poco aturdido, me volví a mi padre quien me miraba con el ceño fruncido
-Ahora sí padre, me vas a decir donde se encuentra mi hermano, y que hiciste con Jenna- dije cruzándome de brazos.
-Y sí no quiero- dijo él con diversión, él disfrutaba de mi dolor de mi desesperación por encontrarlos.
-Pues no me quedara otra que sacártelo a los golpes- dije encogiéndome de hombros, la verdad era que golpearlo sería como una liberación poder verlo desesperado, hacerlo sentir como él hacía sentir a mi madre.
Pueda que sea un ángel pero Dios como quiero matarlo a golpes. Hacerlo sufrir por todo los que nos había hecho a mía mis hermanos, a mi madre que Dios la bendiga y que la proteja tanto como lo hace con nosotros.
Porque definitivamente voy a necesitar su ayuda, si voy a enfrentarme a mi padre.
Gabriel
Toda esta situación me superaba, ver a mi padre, ver como Rafael lo enfrentaba mientras que yo me escondía detrás de él, Dios ¿Por qué no tengo el valor para enfrentarlo?, ahora soy mucho más fuerte que él ya no soy un niño.
Eres un desastre niño no sirves para nada
No pienses que tienes futuro, porque seguro acabaras en la calles al igual que tus hermanos y ¡madre sí no me trae la comida!
Eres desagradable fuera de mi camino
Vete con la mugrosa de tu madre
Tráeme más comida
¡Desaparece sí no quieres unos buenos golpes tú también!
¡No llores, te lo mereces! Así aprenderás a mantener la boca cerrada
Sentí lágrimas en mis ojos y los recuerdos no paraban de llegar golpeando a mi madre golpeándome a mí y a mis hermanos, gritando por la comida, gritándonos cada vez más fuerte, era una tortura a mi mente. Caí al suelo
-¿Gabriel?, ¡Hermano!- gritó Rafael a mi lado
Cada recuerdo era un golpe que me dejaba sin aire, cada vez que lo veía sonriéndome perversamente mientras se desabrocha el cinturón para perseguirme con él Dios, ayúdame te lo ruego, creo que no soportare un recuerdo más. Coloque mis manos en la cabeza Solo escuchaba gritos, no sé si eran de Rafael o estaban en mi mente no podía abrir los ojos.
Amor escóndete, todo va estar bien
Mi madre esa era lo voz de mi madre
No llores hijo pronto todo esto se acabará
¿Quién quiere escuchar un cuento?
Los amo con todo mi corazón
Sea fuertes ignórenlo, ignoren el dolor.
Mis ángeles de la guarda, mis angelitos.
La voz de mi madre fue como un bálsamo a mis heridas, su suave voz aterciopelada, sus brazos abrazándome, su sonrisa iluminadme mis días más oscuros. La única que nos protegía, la única que verdaderamente nos amó. No puedo decepcionarla.
Lentamente comencé a levantarme y a abrir los ojos, mi padre esquivaba los golpes de Rafael, riéndose de él. Apoye mi mano en la tierra y volvía cerrar los ojos mi cuerpo se encontraba tan débil. Volví a abrirlos mi padre tenía sujeto a Rafael de la garganta.
Respiré hondo y me puse de pie, tambaleándome, podía ver como Rafael se retorcía, me agache lo suficiente para poder sacar la cruz de Miguel, la cual deslumbraba y vibraba a una velocidad increíble. Avance hacia mi padre quien estaba tan concentrada en Rafael que no me vio cuando le clave la cruz en la espalda.
Un aullido de dolor se escuchó, creando que caía de rodillas, con las manos en mis oídos, era el ruido más espantoso que había escuchado en toda mi vida.
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El Pacto De Los Angeles
ParanormalEllos hicieron un pacto ante Dios y él se los cumplió Ella necesitaba ayuda y Dios la ayudo. Pero lo que ella no sabía era que la ayuda iba a llegar en tres atractivos adolecentes. Dios puede ser muy bueno cuando se lo propone. Esta historia es comp...