Miguel
Cuando termine de escribir, miré el papel y sonreí, un trueno se escuchó a lo lejos miré la hora faltaba media hora para que fuera la media noche, Dios esto era muy cliché. Me di vuelta y atrape a Jenna mirándome, ella se sonrojo y alejo la mirada, sonreí ella era única, era especial y lamentablemente no podía ser mía, pero yo sería de ella aunque no me pueda ver.
Doble él papel y busqué un sobre lo selle, luego se lo entregaría a mis hermanos aunque tal vez lo mejor sería dejarlo en su habitación.
Otro trueno se escuchó, solo que este fue muy fuerte, un estrepito de la cocina se escuchó, en un instante aparecí detrás de Jenna, ella se asustó de mi presencia tan repentina
-¡Miguel!- gritó con enfado
-¿Que sucedió?- pregunté sin darle importancia, ¿había visto una sombra?
-Nada, ¡Solo que me has asustado!- gritó ella juntado los vidrios rotos del piso, sus reacciones eran muy raras.
-Déjame- le dije mientras me agachaba a juntar los vidrios no quería que se lastimara, en una velocidad que Jenna no pudo captar los junte todo hasta los que tenía en la mano, ella refunfuño, me reí.
-No es justo, ¿Cómo puedes hacerlo?, hablando de eso no me has dicho que eres- dijo ella poniéndose de pie.
No dije nada caminé hacia el cesto de basura y tire los vidrios, esa pregunta no podía respondérsela ya rompí una ley no puedo romper otra más miré la hora, faltaban veinte minutos para que desapareciera, solo veinte minutos para que Jenna dejara de quererme.
-Miguel, te hice una pregunta- dijo ella, sonreí y me abalance hacia ella para poder besarla, ella no se esperaba eso ya que al principio quedo en estado de conmoción mientras yo la besaba con fervor, desesperado, necesitaba poder recordar este momento en mi mente para cuando no pueda tenerla.
Jenna reacciono y me rodeo el cuello con sus delicados brazos atrayéndome más a ella, gruñí, como iba a extrañar esto, me acerque más a ella. Truenos se escuchaban a lo lejos, pero no me importaba, quería a Jenna y si solo tenía veinte minutos los aprovecharía lo más que pueda. Jenna comenzó a revolverme el pelo atrayéndome más a ella si fuera posible, no me resistí y la levante en un solo movimiento ella rodeo sus piernas en mi cintura, choque con una pared, note que Jenna se alejaba de mí, le mordí el labio para que no lo hiciera ella libero un suspiro.
Su respiración era anormal, había olvidado que ella necesitaba respirar, sonreí al verla con los ojos brillosos, al verla tan cerca de mí, al tenerla en mis brazos.
-Eso no ha respondido mi pregunta- masculló Jenna en voz baja, aun conmocionada por mi beso.
-Yo pensé que sí- dije inclinado la cabeza para sonreírle abiertamente, logrando que ella también lo hiciera cerré los ojos apoyando mi frente en la suya.
Afuera se podía escuchar la lluvia torrencial, junto con grandes truenos y relámpagos, la luz se había cortado, pero Jenna aparentemente no lo había notado. Solo seguía mirándome pensando que no lo notaba, necesitaba atesorar este momento, su cuerpo cerca del mío, sus labios sobre los míos todo.
Abrí los ojos lentamente, faltaban solo cinco minutos, Jenna aún seguía mirándome descaradamente, pero como siempre alejo la mirada rápidamente cuando noto mi mirada sobre la suya. Sus mejillas se tiñeron de rojo, ese rojo tan especial.
Pose mi mano en una de sus calientes mejillas y la acerqué lentamente, ella volvió a conectar sus hermosos ojos con los míos, acerque su rostro al mío y la bese tiernamente, para luego alejarme.
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El Pacto De Los Angeles
ParanormalEllos hicieron un pacto ante Dios y él se los cumplió Ella necesitaba ayuda y Dios la ayudo. Pero lo que ella no sabía era que la ayuda iba a llegar en tres atractivos adolecentes. Dios puede ser muy bueno cuando se lo propone. Esta historia es comp...