29 de mayo de 1970
La madrugada trajo consigo dos importantes noticias; el primer celo de Steve después del hielo se hacía presente y María Stark empezó trabajo de parto.
Howard en ese momento y a kilómetros de distancia de ambos lugares no sabía que hacer, si ir al hospital con su mujer o evitar que su amigo muriera de dolor o en su defecto, se matará a causa de este.
Al analizar sus posibilidades, decidió pasar primero por donde Steve y seguir hacia el hospital, para estar al lado de su amada, y si no lograba llegar a tiempo, conocer a su primogénito.
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Si Howard había visto a Steve en sus peores momentos y se creía que ya lo había visto todo, debía retractarse.
Steve había llegado a la sala destinada para sus celos, pero se encontraba muy mal, tanto así, que no había alcanzado a llegar a la cama y se encontraba tirado a un costado de la entrada.
Al parecer, el mismo dolor de su celo lo había dejado semi inconsciente, pero aún en su inconsciencia temblaba, dejaba escapar suaves quejidos y lágrimas, que se mezclaban con la gran cantidad de sudor que se encontraba produciendo en ese momento.
—¡Steve! ¡Vamos Steve! ¡Despierta! ¡Dime algo por favor— pidió el castaño con gran preocupación, mientras se acercaba y tomaba su pulso, revisando que estuviese medianamente bien y aterrandose con la elevada temperatura del cuerpo del contrario, quien hervía de fiebre.
—mátame, Howard, por favor. No lo soporto... Duele mucho— logró responder entre sollozos después de largos minutos de preocupante silencio.
—no, Steve no digas eso, hemos salido de muchas, también vamos a lograr salir de esta— trató de consolar el castaño, tratando de trasmitirle calma y consuelo. —diseñe algo, pero no sé si funcione. Necesito que llegues a la cama y allí te lo inyectaré. Lo diseñé con la concentración suficiente para durar por lo menos dos horas, aún con el suero de súper soldado en tu cuerpo, pero no sé qué tan bien pueda funcionar— explicó, mientras ayudaba a llegar al rubio a la cama, preocupado por la elevada temperatura que tenía su cuerpo y la excesiva cantidad de sudor que estaba dejando escapar. A este paso, morirá de deshidratación.
—solo hazlo— murmuró con la voz entrecortada y rota por el dolor, dejándose caer como peso muerto a la cama y dando un chillido especialmente fuerte, cuando un intenso dolor le invadió por todo el cuerpo. —no puedo más, hazlo pronto— pidió con la mandíbula apretada, en un intento por controlar el dolor. Adicional a eso, sentía como su entrada se lubricaba y enviaba pulsos de necesidad a su cuerpo, que se hacían más repetitivos, hasta transformarse en pulsos de dolor, lastimandolo más.
Howard rápidamente camino hasta la cómoda que se encontraba al lado de la cama y abrió un cajón, para sacar un contenedor con varias ampolletas de un extraño y concentrado líquido verde.
Tomó una de las jeringas que se encontraba a su lado y rápidamente tomó el líquido de la ampolleta, preparando la inyección, para luego buscar un lugar donde aplicarsela al rubio lloroso, que no dejaba de quejarse por el incontrolable dolor que experimentaba su cuerpo.
—ya está adentro, todo está bien. Empezará a hacer efecto en unos ocho o diez minutos, así que necesito que te relajes y te calmes, está bien. Ya hemos pasado por esto, todo va a estar de maravilla— calmó el castaño al rubio que lentamente se iba relajando, hasta quedar totalmente inconsciente.
Seguía con fiebre y su cuerpo seguía produciendo las intensas hormonas, así como la lubricación y los demás productos propios del celo, pero por lo menos Steve ya no estaba sintiendo dolor y si lo sentía, era un dolor que podía manejar perfectamente.
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El Alfa Perfecto Para Mi
FanfictionSteve Rogers, el Capitán América, en un Omega mejorado que no ha podido encontrar a su pareja ideal debido a las mejoras que le fueron realizadas a su cuerpo y a las consecuencias que trajo con ello. Cuando estrella la nave en el océano, está resign...