Primeros estragos de la transición

6.2K 863 348
                                    

03 De Noviembre De 1979

Los últimos dos años habían transcurrido en relativa calma. Steve, después de mucho tiempo de lucha, había adoptado un horario fácil con Tony y había logrado que hiciera cosas importantes como irse a dormir a las horas y comer como debería, pues, al parecer, resultó ser un genio loco, igual que su padre, y trabajaba en cosas que aún eran demasiado pesadas para su compresión sin descanso alguno.

Ese tiempo había sido de paz, a pesar de que la tensión con la unión soviética continuaba, no habían tenido mayores problemas y debido a eso, su tiempo en la mansión había sido mayor.

La plática que había tenido con Howard, le había mostrado un panorama distinto y a pesar de que no creía que esa fuese la mejor forma de criarlo, decidió respetar su decisión y apoyarlos en lo que más pudiese, estando al lado de Tony para encaminarlo.

******

En ese momento, los dos se encontraban recostados en el sofá de la sala de televisión, con el menor recostado en el pecho de rubio, como ya era costumbre, viendo el programa de turno.

Siempre se había preguntado por qué Tony seguía insistiendo en ver televisión con él, cuando el castaño era un genio y seguramente estas cosas le parecían increíblemente aburridas. Pero ver la emoción en su rostro despejaba está duda y continuaba disfrutando de su tiempo juntos.

—deja de irte a donde sea que vayas— pidió el castaño de la nada, sorprendiendo al rubio.

—¿A qué te refieres, Tony?— preguntó el rubio con confusión, pero internamente temiendo que el castaño tocará ese tema tabú entre ellos.

—dije exactamente lo que quise decir, Steve. No me trates como un niño. Deja de irte a donde sea que vayas, es estúpido. Perfectamente puedes quedarte aquí. Mis padres son betas, así como el resto del personal y a mí no me incómoda tu olor, es más, me gusta mucho— respondió con exasperación, rodando los ojos.

—¡Lenguaje, Tony! No digas esas palabras y sí, aún eres un niño— respondió el rubio, sacando un bufido del castaño —y por lo de quedarme aquí, eso ya lo hemos hablado, no puedo quedarme aquí cuando estoy en "ese" estado, porque suelo lastimar a las personas con mi olor y puede que llegues a sentirlo, pero no me voy a arriesgar a hacerte daño ¿Entiendes?— respondió con cansancio de repetirle lo mismo al castaño tantas veces. Al parecer, el menor no parecía entender su preocupación y su instinto alfa le obligaba a tratar de ir más allá que los demás.

—¡Deja de tratarme como a un niño! Sabes perfectamente que estoy más allá de ese punto— exclamó molesto, separándose del contacto del rubio y alejándose de este para ponerse de pie, haciéndole sentir al rubio una extraña necesidad por el contacto y unas enormes ganas de inclinar la cabeza y calmar la molestia del alfa castaño —¡Y llama a las cosas por su nombre! Celo, se llama celo lo que te ocurre cada vez que desapareces— agregó en una exclamación con molestia, mirando intensamente al rubio y respirando agitadamente.

—aun sigues siendo un niño para mí, seas un genio o no— respondió el rubio molesto, luchando contra su instinto Omega, que, de alguna forma extraña, luchaba por salir, aunque le achacó esto a que no hace más de cinco días había entrado en celo. —y dime quién te enseño esa palabra— demandó con seriedad. Él había aprendido de la biología secundaria cuando tenía catorce años, no entendía como es que Tony sabía ya de esto y estaba tan adelantado.

—no importa lo que haga o cuánto crezca, siempre me ves como un niño y estoy cansado de que me veas y me trates así. ¡Soy un alfa! ¿Por que eso no lo puedes ver?— exclamó frustrado, cruzando sus brazos y mirando al rubio fijamente, con el reto escrito en sus ojos mientras su olor se intensificaba, causándole un escalofrío al rubio, sobre todo por ese intenso olor a chocolate amargo y canela que le picaba tanto en la nariz, algo que le extrañó, porque Tony generalmente olía a chocolate amargo y pino, pero si con esto no bastará, había una nota de café caliente en su aroma, que por alguna razón le generaba una ligera sensación de incomodidad. Lo que hasta el momento jamás había pasado con alguien. —y sé exactamente que es un celo. Eso nos lo enseñan en el instituto y no sé si te das cuenta, pero estoy a un año de terminar mis estudios de secundaria. El celo es tu periodo de fertilidad, eres Omega y cuando entras en celo, haces tú olor más atractivo para atraer a los alfas, copular con el elegido y tener descendencia— respondió con seguridad y firmeza, pero también con una ligera nota de incomodidad, sonrojando al rubio por lo explícito de sus palabras.

El Alfa Perfecto Para MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora