Desaparecido

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10 de noviembre de 1980

Desde el día de la partida de Steve a esa maldita misión, las cosas habían cambiado.

La relación entre María y Tony había mejorado, si, pero Tony estaba como un cascarón vacío y sin vida, además de tener que lidiar con los pequeños pero significativos cambios que estaba sufriendo su cuerpo.

Desde aquel trágico cuatro de noviembre, Steve no había puesto un solo pie en la mansión.

Ni siquiera había venido a pasar su celo aquí.

Tampoco tenía ninguna información sobre él o su estado actual. Le había preguntado a María, pero ella no sabía darle una respuesta concreta y simplemente le decía que las cosas habían sido difíciles y que Steve no podía comunicarse con ellos por esa razón.

En su desesperación y escuchando por radio todas y cada una de las cosas terribles que decían de las tropas enviadas a Irán, se había aventurado a hacerle frente a Howard y en una de sus cortas y extrañas visitas, le había preguntado, a lo que el hombre respondió que era información clasificada y que no podía darle ningún detalle hasta el momento, que siguiera jugando y dejara de hacerle perder el tiempo.

El hombre ni siquiera había llamado y Tony cada vez estaba más asustado, temiendo que el día que menos esperaba, hubiese llegado y que Steve hubiese muerto en combate.

Tony cada vez estaba peor, seguía siendo el mismo niño genio de siempre, pero ahora era más retraído, se la pasaba noches enteras trabajando en sus experimentos,casi no comía y no dormía, y pasaba todo el tiempo que podía al lado de un radio, para estar al tanto de todo lo que ocurría y buscando una noticia o algo que le dijera que Steve estaba bien.

Sabía que se habían enviado tropas a rescatar a los rehenes de Teherán, que los intentos de rescate habían fracasado uno, tras otros y que hubieron pérdidas humanas en un bombardeó, y que a parte de eso, muchos otros soldados habían perdido la vida.

Él se estaba esforzando por tratar de mantener viva la esperanza, pero, conforme avanzaban los días, está moría poco a poco.

*******

El día de su graduación llegó y solo María estuvo presente.

Howard, al parecer no tuvo tiempo para esas cosas y Steve había desaparecido.

A pesar de haberse graduado a corta edad y con los máximos honores, Tony no era feliz. Steve estaba desaparecido desde hace más de un año, no tenía noticias concretas, una llamada o algo que le dijera que estaba bien, su salud había desmejorado y se encontraba en un estado de depresión absoluto.

Solo quería recostarse a dormir y que al despertar, el dulce aroma del rubio estuviese inundando la casa y haciéndole sentir que todo estaba bien.

—¡Felicidades, Tony!— felicitó la rubia, dandole un gran abrazo tan pronto el menor bajo del escenario —¿Qué quieres hacer hoy?— respondió con una falsa sonrisa, al notar el humor de su pequeño.

—quiero regresar a casa y dormir, mamá— respondió con tristeza, acomodándose en el abrazo de su madre, quien suspiró.

—¿estas seguro?— preguntó con duda la mujer, e internamente, desesperada por no saber que más hacer.

—si, mamá, solo quiero volver a casa— respondió en voz baja, soltandose del abrazo y empezando a caminar hacia la salida.

******

Al llegar a casa, el inconfundible e inolvidable aroma de Steve le golpeó la nariz, reconfortandolo y haciéndole sonreír por primera vez en meses, por lo que soltó rápidamente todo lo que sostenía en sus manos y se apuró a subir de dos en dos la escalera.

El Alfa Perfecto Para MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora