Promesa

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Tony no podía creerlo...

¿Steve le estaba dando un ultimátum?

Respiró hondo, tratando de calmarse y de entender porque esto.

¿Era por amarlo? ¿Que tenía de malo?

Suspiró y miro fijamente al rubio, quien tenía una mirada de seriedad y tristeza en su rostro.

—¿Que me quieres decir con eso, Steven?— preguntó el menor con seriedad, mirándolo fijamente para poder comprender esto, porque, honestamente, no lo entendía.

—te estoy dando a elegir, o paras con esto o me tendré que marchar de aquí— respondió el rubio con el mismo tono que había empleado la primera vez, sin bajarle la mirada.

—asi que el problema es que tengas sentimientos por ti. Pues lo siento mucho, pero como te lo he dicho antes, ni tú, ni nadie tiene derecho a decirme cómo debo sentirme. Me gustas mucho y no hay nada que tú, ni nadie pueda hacer para cambiarlos— respondió con seguridad, determinación y firmeza el castaño, mirando intensamente al rubio y causándole un estremecimiento por la determinación que encontró en esos ojos.

—Tony, se perfectamente que son tus sentimientos y que nadie puede cambiarlos, pero no me puedes pedir que te corresponda y mucho menos que esté en algo contigo, no eres precisamente un niño, está bien, punto concedido, pero ciertamente aún eres muy joven para mí y todavía estás creciendo. Es imposible y no está bien que tú y yo tengamos algo, Tony— trato de explicar el rubio, pasándose con exasperación las mano por el cabello y empezando a dar vueltas por el lugar.

—a pesar de que he logrado probarte a ti y a todos que mi edad no es un impedimento para mí, y que no prueba tampoco lo que soy y lo que siento, me rechazas por eso. Muy bien, entonces tengo una propuesta que hacerte— respondió el castaño con seriedad, tomándole de la muñeca para que se quedará quieto en un solo sitio y causando que el rubio le mirara fijamente. —si para cuándo cumpla dieciséis, mis sentimientos hacia ti no han desaparecido, tendrás que dejarme cortejarte y dejaras de rechazar todos y cada uno de mis avances, ¿Es lo suficientemente grande para ti? ¿Te parece?— preguntó seriamente, demandando una respuesta del rubio, que fue incapaz de resistir la intensidad de su mirada y desvío la propia hacia el piso, mientras retorcía sus pies y se mordía el labio, causando que el castaño fijará su atención en la zona, con gran interés.

El rubio suspiró, y trato de poner sus ideas en orden.

La contrapropuesta de Tony era que dejarán este tema en pausa, y que si Tony aún tenía esos sentimientos para cuándo cumpliese dieciséis, tendría la libertad para cortejarlo e intentar tener algo con el.

Era una buena propuesta, no. Existía una enorme posibilidad de que lo que Tony sentía fuera nada más que un espejismo, una ilusión, algo meramente inducido por las hormonas. Probablemente en este tiempo Tony conocería a más personas y finalmente encontraría a la persona con la que se casaría, compartiría una vida y tendría sus hijos, con Steve fuera ya de esa ecuación, ¿No? Era una maravillosa opción.

Sin embargo, no podía entender porque su Omega se retorcía de dolor de solo pensarlo y se sentía como si hubiesen clavado una daga su corazón, atravesandolo de lado a lado, ante la mera visión de Tony con un Omega que no fuese él.

Suspiró, era lo mejor para todos, ¿No? Y él siempre buscaba que todos estuvieran bien, así él estuviera hecho pedazos.

—esta bien, Tony. Me quedo y acepto tu propuesta— respondió el rubio con algo de vacilación, que fue eliminada, tan pronto como el pensamiento de que esto era lo mejor para los dos y para todos.

Era bueno que los supresores impedían que su olor fuese perceptible, porque de ser así, la salada estaría inundada de un intenso aroma a tristeza.

El Alfa Perfecto Para MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora