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Salieron del agua completamente empapados. Ambos se sonrieron y llevaron las bicicletas al lugar donde Temo las había rentado.

— Ari —llamó Temo caminando junto al rizado.

— ¿Qué sucede?.

— Ham... Se que esto sonará muy típico, pero... ¿Q-qué somos tú y-y yo?.

Ari lo pensó, mientras Temo rogaba mentalmente, porque no dijera "Amigos".

— ¿Qué quieres tú, que seamos?.

— Yo... Ham... pues, no lo sé.

— Te propongo esto —hizo una pausa deteniendo su caminar para tomar ambas manos del más bajo— Dejemos que el tiempo lo descubra, mientras tanto, disfrutemos de esto, ambos sabemos lo que sentimos ¿No?, y eso es lo que importa, ahora... Aunque si admito que me gustaría ser más que un simple amigo, creo que debemos conocernos un poco más ¿te parece bien?... Digo porque si no quieres me arrodillo aquí mismo y te pido ser mi novio, Cuauhtemoc. -sonrió coqueto.

— Jeje, tonto —hablo empujando su hombro levemente— me parece bien la idea, tienes razón, hay que conocernos un poco más.

Ari le dio un beso en la mejilla para seguir caminando al departamento de Temo.

Al llegar, el chico busco sus llaves en su pantalón, estaban completamente mojadas al igual que ellos, abrió la puerta y ambos entraron.

— Espera, iré por ropa, para que te quites esa mojada —se dio la vuelta, caminando a su habitación.

Ari miraba todo a su alrededor, una foto de Temo de pequeño con un hombre de bigote algo grande y pelo un poco largo le llamo la atención.

Miro las demás fotos, en todas estaba ese hombre, por lo que supuso quizás era el padre de Temo.

El castaño regreso dándole ropa al rizado.

— Gracias, Temito.

— De nada, Aris, puedes cambiarte en mi cuarto o en el baño, cómo prefieras.

— Claro.

Ari entró a la habitación del menor para poder quitarse la ropa mojada.

Mientras Temo, buscaba sus galletas, las cuales, seguramente, Diego, se había comido.

— Lo voy a matar —susurro, sentándose en su sillón.

Ari salió del cuarto, la ropa de Temo, le quedaba apenas bien.

— Donde puedo, poner a lavar la ropa mojada?.

— Déjala, en el sesto... A Diego le toca lavar esta semana, así que no te preocupes.

— ¿Seguro?.

— Claro.

Ari va junto a Temo, para sentarse a su lado y abrazarlo, recargando la cabeza del menor en su hombro.

— Tengo hambre —se quejo el castaño.

— Eres un comelon, Temito bonito.

— Diego, se comió mis galletas —hace un puchero.

— Hm, y ¿qué te parece si hacemos algo de comer?.

— ¿Sabes cocinar, Aristoteles?.

— Shh, tu solo confía en que no quemaremos tú departamento —dice en tono burlón.

— Confío en ti, ¿qué cocinaremos?.

— ¿Te parece una pizza?.

— ¡Si!, ¡Si!, ¡Si!.

— Muy bien.

Ambos fueron a la cocina, Aristoteles buscaba en Internet, como hacer pizza.

— Aquí dice que necesitamos, Harina.

— Bien —Temo saco harina de la alacena— Creo que esto es una de las cosas que compro, Papancho, la última vez que vino a visitarme.

— ¿Te refieres a tú papá?.

— Sí, a él le gusta que le digamos así, es un juego de palabras, pues se llama Pancho, le agregamos Papá, y pues... Papancho —hablo alzando los hombros.

— Me gusta su juego de palabras, pero..... Hay que empezar ya con la pizza o no terminaremos nunca.

[....]

— Aristoteles, así no es —se quejo Temo.

Aristoteles tenía el ceño fruncido, la receta les había salido mal, pero su semblante cambió, cuando vio a el menor con la cara llena de harina y de inmediato se echo a reír.

— De que te ríes, Aristoteles. -frunció el seño.

— De tú cara.

— ¿Mi cara?, ¿Qué tiene?.

Temo camino a un espejo de la sala.
Sus mejillas y frente estaban llenas de harina.

— No te rías —Dijo el castaño, mirando a Ari reírse como foca.

Se acercó lentamente a él rizado, para lanzarme harina en la cara.

— Ahora el gracioso eres tú.

Ari abrió sus ojos, y sonrió.

— Ya veras, Cuauhtemoc —tomó un puñado de harina en su mano, Temo supo lo que Aristoteles haría y comenzó a correr por toda la cocina, mientras Ari lo perseguía.

— ¡No!, Ari, ¡basta!.

Ari le arrojo la harina, Temo no se quedó atrás, tomó el saco de haría corriendo tras Aris y así estuvieron por un buen rato, hasta que se cansaron y terminaron sentados en el piso.

La cocina era un desastre, sus ropas ya estaban llenas de harina al igual que sus cuerpos.

— Jaja, eso fue divertido —sonrió el rizado, mirando a donde Temo.

— Lo sé... Y me encanta verte lleno de harina, te ves muy tierno.

— Lo mismo digo, señor Temistocles.

— Señor, Aristocles, ya son las 8:30, ¿no debes ir a tu casa?.

— ¿Me estas corriendo? —puso su mano en su pecho, fingiendo indignación— Okay, okay, me voy —se levanto saliendo de la cocina.

Temo se levantó, tomando la mano del más alto.

— No, no, Ari, no te estoy corriendo, solo te pregunto porque no quiero que te regañen.

— Ay, Temo, mi mamá sabe que no soy capaz de hacer algo malo.

— Hoy te escápate de la Prepa —le recuerda.

— Me refiero a que no siempre.

— Jaja, por eso te amo.

Temo rápidamente tapo su boca, se había dado cuenta que dijo una cosa muy apresurada.

Si lo ama, pero no tenía pensado decírselo tan pronto, y se lo dijo sin pensar.

Ari abrió sus ojos, no le sorprendió, pero si le pareció repentino. Sonrió y miró a Temo con ternura.

— Es-es decir... Yo... Agg —Temo cubrió con sus manitas, su carita intentado ocultar su vergüenza y sonrojo.

— Yo también te amo, Cuauhtemoc —Tomo sus manos, quitando las de su rostro, acercándose a el para besarlo. Sus labios se movían de forma lenta. Sin prisas.








Atte: Queen





Nerd de mi corazón [Aristemo] (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora