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Yolotl los miro salir, Aristoteles llevaba de la mano a Temo mientras esté le seguía el paso, decidió no preguntar y dejarlos solo, parecían estar, ¿enojados?.

Las personas en la cafetería y en los pasillos los miraban sin decir nada, pero no tardarían en crear rumores falsos respecto a eso, pues se veía la cara de pocos amigos en Aristóteles.

Temo seguia pensando, ¿por qué Mateo, se invento eso de la apuesta?, no lo sabía, pero no quería que Aristoteles se enojara con él, apenas y comenzaban a tener algo.

— Ari, juro que era mentira todo lo que dijo Mateo —se apresuró a decir cuando al fin llegaron a las gradas.

— Te creo, pero no estoy enojado por eso.

— ¿Entonces? ¿Por qué esa cara?.

— Porque, por un momento de verdad le creí, creí que tal vez me habrías engañado y... Ah, ese estúpido.

Temo abrió su boca formando una O, por la impresión e indignación.

— ¿De verdad dudarías de mi? —dijo mientras sentía como su corazón se estrujaba.

— ¡No!, es solo que... No lo sé, simplemente dude, y no fue mi intención hacerlo lo prometo.

— Se que no fui una buena persona contigo, pero... Ya te he explicado el porqué, y entiendo si aún no confías en mi —la voz de Temo se quebraba poco a poco— solo te pido que lo intentes.

Ari no dijo nada, se dio la vuelta sentándose. Tenía que pensar un poco.

Se quedó callado pensando en como disculparse. Temo tenía razón, al menos debería de confiar en él. Ya le ha demostrado que cambió.

Miró atrás, pero Temo ya no estaba, miró a los lados y lo vio correr fuera de la preparatoria.

Joder, la había cagado.

Quizás no lo parecía, pero Cuauhtémoc era muy sentimental.

Agarro su cabello rizado jalandolo un poco con frustración, sentándose en una de las gradas.

— Hola, ¿podemos hablar? —hablo una voz femenina sentándose junto a él.

— Yolo, ahora no estoy de humor.

— Los vi salir de la biblioteca y también a Mateo... La verdad creo que deberías confiar más en Temo, después de todo él te ama y tú a él.

— Lo sé, y confío en Temo, pero ese idiota me hizo dudar por un momento. Parecía tan confiado al decir aquello que creí que podría no estar mintiendo.

— De Mateo me encargo yo, pero ahora creo que lo mejor será que vayas a disculparte.

Ari sonrió dándole un abrazo a la rubia. Ella correspondió alegre.

— ¿Puedes guardar mis cosas en mi casillero, por favor? —limpio las lágrimas en sus mejillas.

— Sí, pero me debes un favor.

— Que sean dos —Dijo por último para salir corriendo de la preparatoria.

Corrió hasta el departamento de Temo sin tomar descanso. Taocó la puerta al llegar pero nadie abrió.

— ¡Temo!, soy yo, Aristóteles, ¿¡Me puedes abrir!?.

Toco varias veces más, pero nada, no había nadie.

Salio del edificio, caminando sin rumbo alguno.

En estos momentos lo único que pensaba era en donde podría estar.

Tal vez, ahora no volvería a tener una oportunidad con él.

Quizás lo había arruinado. Después de todo, la confianza es la clave en una relación, y aunque lo suyo aún no lo fuera oficial, ya deberían comenzar a generarla.

Suspiró y siguió caminado sin rumbo.

[....]

Miro a todos lados, había un lugar de bicicletas, él mismo en el que Temo rento las bicicletas él otro día.

Sonrió inconscientemente, y se acerco a rentar una.

Pedaleo hasta llegar a un parque cercano.

Dejó de pedalear al ver al chico castaño que ha estado buscando desde hace ya un buen rato, sentado en la orilla del lago.

Se acercó donde él, dejó la bicicleta en el piso y se sentó a su lado.

El castaño había sentido su presencia, pero no se inmutó.

— Hola. -hablo el rizado.

Temo no dijo nada, solo lo miro y volvió a fijar su vista a lo que sea que estaba viendo.

— Temo... Discúlpame por no creerte, no debí dudar de ti, porque lo único que has hecho es demostrarme que tú también sientes lo que yo siento por ti.

Cuauhtémoc pensaba en si ya era demasiada tortura o debería seguir torturandolo un poco más por desconfiar de el.

— Al menos dime algo, como "Sí, Aristoteles te perdono" o "Te odio y no quiero volver a verte" lo que sea, solo dime algo. -Ari se levantó al entender que Temo, no quería hablar con él.

— Sí, Aristoteles te perdono —Dijo tomándolo de la mano para que no se fuera.

Lo jalo, acercando lo a el, juntando sus labios.

— Fui a tu departamento, pero no estabas.

— Fui a casa, pero solo a cambiarme y luego vine aquí porque es en donde pienso mejor, y también el primer lugar donde tú y yo charlamos en paz por primera vez.

Ari lo miro, y sus ojos se abrieron con sorpresa, Temo llevaba puesta la ropa que le presto el día que Diego lo embarro de helado.

— ¿Esa es mi ropa?

— Ham pues, si, jeje, es que... Quería tener algo de ti y quise quedarme con ella un tiempo. Luego pensaba devolvértela.

— ¿Sabes que, bonito?, Te la regalo.

— ¿En serio?, ¿No importa?.

— No, tómalo como un regalo por ser mi novio oficial.

— No entiendo, Aristoteles, ¿de que hablas?, ¿cómo qué novios?.

— Pues... —Ari se puso frente a Temo, mientras tomaba su mano— ¿Cuauhtémoc López, quieres ser el novio de este nerd?. -sonrió esperando una respuesta.

— Ari... Claro que sí —Temo se lanzó sobre Aristoteles, dándole un abrazo.

— Novio mío, creo que es momento de que volvamos, se está haciendo algo tarde y... Tengo que volver a mi casa o tu suegra querrá asesinarme y te quedaras sin novio.

— Siendo así, mejor vámonos.





Holi🤗 hermosas personas que leen este fic.

Se que voy muy rápido en la historia, y también que ustedes querían drama y les juro que si lo habrá, solo esperen, pero esto era necesario 😘.



Pd: esa notita de arriba es de hace dos años y no quise borrarla ahorita que ando corrigiendo errores. Me trae nostalgia :'')




Atte: Queen









Nerd de mi corazón [Aristemo] (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora